No sé cuánto tiempo ha pasado, todo es demasiado oscuro aquí, las horas no pasan, solo se agotan. Pero yo no me agotaré junto con ellas, no puedo rendirme, no lo he hecho en el pasado, cuando mi madre murió, siendo yo muy pequeña.
Mi madre, qué diría de todo esto. Seguramente se moriría de tristeza, ella me amaba tanto, en cambio, mi padre solo ama a las drogas. Por un lado, sé que si hubieran pedido rescate por mí, mi padre no se habría molestado en pagarlo, todo el dinero se lo gasta en sus fiestas, debe estar contento de no tener que lidiar conmigo.
Quién lo diría, tantas veces que tuve que defenderme de sus amigos pervertidos que solo querían lastimarme y ahora he caído justamente con alguien así, incluso peor.
¡Dios sabe qué cosas horribles quiere hacerme!
Pero si antes me supe defender puedo intentarlo, no dejaré que me pise la sombra aún más. No puedo permitirlo.
Mis pensamientos son distraídos por el sonido de la puerta, "Es él" pienso mientras me trago el miedo.
—Ratoncita —susurra desde donde quiera que se encuentra.
Hago caso omiso.
—Veo que sigues con tus malos modales, ¿Qué haremos al respecto?
—Váyase de aquí —contesto por fin.
—Vengo con algo de comida, quizás si te portas mejor te daré un poco de postre —en sus palabras hay un todo lascivo que me provoca náuseas.
—No quiero nada —contesto ignorando que mi estómago protesta.
―Deberías reconsiderar tu respuesta, podrías arrepentirte después.
Es más una amenaza que una sugerencia. Pero en lugar de provocarme miedo, me molesta. ¿Por qué cree que puede controlarme? No soy una muñeca a la que puede manipular a su antojo. Tengo derechos.
―De lo único que me arrepiento es de no tener las manos libres para devolverle cada golpe que me ha dado —le digo con toda la rabia que tengo contenida.
—¿Así que eso es lo que te gustaría hacerme Ratoncita? ―su tono es seductor—. Qué pena que no sea posible, en cambio, yo sí puedo hacer lo que me venga en gana contigo, entiende una cosa: ¡NADIE TE AYUDARA! ENTRE MÁS RÁPIDO LO PROCESES MEJOR ―me grita en tono de burla.
—¡Usted es un maldito bastardo! ―le digo con todo el odio que puedo.
—Muy bien Ratoncita lo haremos a tu manera. Por ahora acepto el reto. Te demostraré cuan bastardo puedo llegar a ser ― me amenaza y sonríe de una forma que hace que se me erice la piel.
Entonces se escucha un fuerte estruendo, imagino que ha tirado todo lo que traía consigo, luego de eso solo se escucha el portazo cuando sale, dejando eco en la habitación.
Sonrío un poco ante el triunfo. Quizás no soy tan débil como él cree. No daré mi brazo a torcer. Yo no soy de su propiedad y se lo voy a demostrar.
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Estocolmo
General FictionADVERTENCIA: material solo acto para +18 o en compañia de un adulto. Queda prohibida la copia parcial o total de este material o se tomaran acciones legales. EL autor no se hace responsable por los actos de las personas que lean la siguiente histor...