Capítulo 26 (Sebastián)

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Han sido unos meses complejos, en los cuales me he dedicado a que Lucía se sienta lo más cómoda posible con la situación que nos ha tocado vivir. Pienso que cada día me acerco más a mi meta; que ella decida quedarse voluntariamente.

Recién nos enteramos de que tendremos una niña, soy el hombre más feliz y sé que aunque Lucía está asustada, también está aprendiendo a ser feliz con la idea, casi podría jurar que ayer se contuvo las ganas de llorar, no quise hablar del tema con ella, porque estoy seguro de que pondría a los cambios hormonales como excusa, en este tiempo me ha pedido todo tipo de libros relacionados con la maternidad, así que últimamente se ha convertido en una experta en el tema y era lógico que utilizaría sus nuevos conocimientos para evadir sus emociones.

Ninguna mujer embarazada puede resistirse al impacto que causa escuchar por primera vez los latidos del corazón de su hijo, la experiencia me respalda. No importa cuantos libros sobre maternidad haya devorado Lucía, yo he estado en muchos momentos como el de ayer, solo que por primera vez no soy el espectador, sino que tengo una parte del protagonismo, no la más importante, pero sí una esencial.

Por eso le mostré una gran empatía y agradecimiento por lo que estaba haciendo, los meses que faltan planeo que se sienta poco a poco más culpable de querer abandonarnos, quiero que ame tanto la idea de ser madre, que no quiera renunciar a ella, hasta que llegue a un punto donde entienda que sin mí no tendrá oportunidad de ejercer maternidad alguna.

No es que quiera ser cruel con ella, la única verdad es que soy un hombre desesperado, tomando medidas desesperadas, no me avergüenza aceptarlo, estoy luchando por algo que por derecho me he ganado y nadie podrá hacer cambiar de opinión.

Ayer fue un día muy emotivo para mí, en cambio, hoy ha sido un día de locura en el hospital, atendí muchos partos y algunos de ellos tuvimos complicaciones, no me siento orgullo de no haber podido hacer más por aquellas mujeres. La realidad es que en casos como los de hoy, no se podía hacer mucho.

Los acontecimientos ocurridos me llevaron a meditar en el miedo que me da que le ocurra algo así a mi Lucía, no lo pienso permitir, pero es imposible no pensar en el tema.

Por eso me estoy preparando con todo el instrumental y equipo necesario, soy capaz de crear un espacio totalmente adaptado para evitar cualquier tipo de contingencia. Tengo seis meses para dejar todo listo. No dejaré que nada se me escape.

Mientras voy pensando en todo lo que necesito, observo una pequeña tienda de artículos para bebé, no puedo resistirme, parece que es nueva, he pasado por aquí antes y nunca la había visto, serán mis primeras compras, estoy emocionado.

Al entrar en ella enseguida noto el conocido aroma a bebé, todo lo que hay se ve hermoso, mientras observo la ropa y las demás cosas para bebé, pienso en cómo será mi hija y en lo bonita que se verá con un conjunto de ovejitas que acabo de encontrar.

Me encantaría que Lucía pudiera hacer esto conmigo, pero sé que no se encuentra lista para eso, no todavía, pero quizá en algún momento lo estará, si no es en este será en otro embarazo.

Mientras voy caminando por las tiendas, me encuentro con muchas mujeres que me sonríen amablemente, algunas están embarazadas y otras parecen no estarlo, soy el único hombre ahí, es natural que llame la atención, al parecer las compras de bebé no son algo que comúnmente realicen los hombres, todo esto resulta nuevo para mí, pero no deja de ser estimulante.

Luego de una hora, me encuentro equipado con varias prendas de bebé, biberones, un extractor de leche, más libros sobre maternidad, que sé que le encantarán a Lucía y un osito de peluche.

La cajera empieza a coquetearme, es joven y bonita, en otras circunstancias hubiera sido una presa demasiado fácil, algunas mujeres no piensan lo sencillo que le ponen el trabajo a los hombres que se dedican al tráfico de mujeres.

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