Cálido. Nunca me había sentido tan cálido y cómodo al dormir. Solté un suspiro de satisfacción. Fui repentinamente consiente de una suave caricia que comenzó desde mi hombro, bajando por mi brazo, para luego pasar por mi cintura y subir por mi espalda, y así sucesivamente. Me fui desperezando poco a poco hasta que el sueño se fue disipando. Abrí los ojos un poco para cerrarlos de golpe nuevamente por el daño de lo iluminada que estaba la habitación.
–Mmh –me queje y enterré más mi cabeza, huyendo de la luz.
Una ronca y suave risa se escuchó, Nathaniel, pero no dijo nada y continúo con sus caricias. A los minutos, ya suficientemente consiente, termine de abrir mis ojos y me encontré con el blanco cuello del mayor. No tenía mis lentes, me los habría quitado anoche. Mire hacia su cara y vi un poco de su perfil, pero solo eso era suficiente para poder admirar lo hermoso que era; con su semblante tranquilo mientras miraba su mano que seguía el recorrido en mi cuerpo. Sonreí un poco, feliz.
Lo había hecho, hacia estado con Nathaniel. Es un encuentro hermoso, pasional y, como el prometió, lleno de estrellas. Había dolido, oh por Dios como había dolido, y el dolor punzante en mí trasero y piernas me lo recordaban, pero había sido perfecto. Todo gracias a los sentimientos que ambos nos teníamos.
Y oh Dios mío, otra vez. El sexo era fantástico. Le tenía altas expectativas, pero lo había superado todo con creces.
Acerque un poco más mi cabeza a su cuello y comencé a repartir pequeños besos sobre este, enfocándome en un par de lunares que ahí se encontraban. Moví mi brazo, que estaba recostado sobre su pecho y comencé a acariciarlo también, deleitándome de lo duro de sus músculos.
–Buenos días –la voz de Nathaniel sonaba muy contenta.
Paso el brazo que hacía de mi almohada por mi cintura y me encimo más en su cuerpo. Hice una mueca de dolor por el movimiento. Quede sobre él y me sonroje inevitablemente cuando mi pierna rozo su miembro, el cual estaba erecto.
–Buenos días –devolví con vos pequeñita al quedar frente él, ayudándome a elevarme con mis brazos doblados por su pecho.
Nathaniel sonrío dulcemente, con una mano en mi cabeza y la otra en mi cintura. Elevo la cabeza y dejo un suave beso sobre mis labios.
–¿Cómo te sientes, mio piccolo? –acaricio mi cabello e incline mi cabeza hacia su mano.
–Estoy bien. Adolorido, pero es normal supongo –respondí con sinceridad.
Si movía, aunque sea un poco, de mi cintura para abajo todo dolía.
–Sí, lo es. Te coloque una crema aquí –la mano en su cintura bajo hasta mi trasero y lo comenzó a acariciar suavemente. Me sonroje más fuerte– Sangraste un poco también. Es inevitable, aunque no me guste del todo.
–¿¡Sangre!? –pregunte algo alarmado. Había leído que era posible y hasta normal, sobre todo cuando tu pareja esta... bien dotado, pero no quitaba que había sangrado por el trasero.
–Lo que te coloque debe haber ayudado, no te preocupes. Pero debería revisarte de todas maneras, para estar seguros.
–No me vas a... ¡ah! –me queje cuando nos giró y me dejo sobre la cama, colocándose entre mis piernas. La sabana de deslizo descubriendo nuestros cuerpos y pude certificar, como lo hice con mi pierna, que él tenía una erección. Todo se veía demasiado claro, mucho más que ayer ¡había mucha luz! Con el dolor de mi vida, cerré las piernas como pude y me cubrí con las manos– ¡No me vas a revisar el trasero, Nathaniel! –exclame escandalizado.
–¿Por qué? Estoy preocupado y estar en una relación es poder tener este tipo de intimidad –Nathaniel intentaba quitar mis manos pero yo tercamente no me dejaba– Y de todos modos, ya te vi todo.
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La Sorpresa Dell'amore
RandomThomas Collins, amante de los videojuegos, el chocolate, el anime y del dibujo. Está a punto de comenzar su último año en el instituto. Con una familia genial y buenos amigos, todo se desarrollaba de manera cordial para él... o eso pensaba. Pero cua...