No tenía voz.
Las manos de Nathaniel se deslizaron dentro de mi suéter y dejo suaves besos sobre mi cuello. Por instinto lleve una de mis manos a tu nuca y acaricie su cabello, inclinando mi cabeza a un lado para darle más libertad de besar.
La excitación y la anticipación por lo que venía me mantenían absorto. Solo quería sentir a Nathaniel más cerca de mí. Pero una vocecita en el fondo de mi cabeza hacia eco, avisándome que debía hacer algo.
Vamos Thomas piensa. Has estado preparándote para este momento. Sigue el protocolo de emergencia.
Había estado investigando sobre el sexo entre hombres, porque sabía que nuestra relación llegaría a este nivel de algún momento a otro. Y como se me paraba cada vez que nos besábamos, no podía evitar tener esta gran curiosidad de saber cómo sería el sexo con Nathaniel. No es como si supiera como era el sexo con una mujer, porque nunca llegue tan lejos, pero todo en esas circunstancias era bastante mecánico. En cambio aquí se debía variar los roles. En pocas palabras: alguien debía abrir las piernas.
Y estaba bastante seguro de que ese "alguien" era yo.
No me desagradaba, no había nada que me pudiera desagradar con la idea de estar con Nathaniel y ya hasta tenía ciertas cosas preparadas para la ocasión, pero si me daba algo de miedo. Por eso me había inventado un protocolo de emergencia. Pero las manos de Nathaniel acariciando me panza no me ayudaban a recordarlo.
Atrapo mis labios y empezó a besarme. Primero fueron besos suaves sobre mis labios, para luego succionar mi labio superior suavemente. Me giro y una de sus manos bajo nuevamente hasta mi trasero y lo apretó, haciéndome pegar un salto involuntario.
Trasero. Limpio.
–¡Baño! –dije triunfal separándome de él. Podía ver que sus ojos estaban algo más oscuros de lo normal, pero estaban tranquilos. Me avergoncé y carraspee antes de volver a decir– Q-Quiero bañarme.
Nathaniel me miro con curiosidad y ternura. Sonrió y subió su mano que estaba en mis posaderas hasta mi cara, acariciando mi mejilla.
–Hay jabón y otras cosas en el baño –con un leve movimiento de cabeza señalo una puerta corrediza de bambú oscuro– ¿Quieres que te acompañe?
Sonrojado baje mi mirada hasta mis manos, que se retorcían entre si. Lo escuche reír suavemente y con su mano volvió a levantar mi barbilla para mirarlo.
–Está bien. Ve a bañarte tranquilo –dejo un dulce y suave beso en mis labios– No tardes, mi lindo novio.
Mi cabeza se sentía caliente y estaba ligeramente mareado. Novio, ¡Sí! Soy su novio. Asentí y camine algo tambaleante hasta la puerta, la deslice y entre, echando la una última mirada hacia Nathaniel, el cual me guiño un ojo antes de que cerrara la puerta y encendí la luz del baño.
El cuarto de baño era muy lindo. Era de un material pulido y brillante, resistente al agua, con diseño de madera. Tenía una gran bañera blanca y una ducha cuadrada en una esquina con las paredes de vidrio totalmente transparente. También estaba la encimera grande, del mismo material del resto del baño, con un lavabo sobresaliente y anguloso también blanco, frente a un enorme espejo horizontal. Al contrario del resto de la casa, el baño parecía más habitado. Había un cepillo de dientes en un vaso de porcelana marrón a un lado del lavabo, un par de esponjosas toallas blancas colgadas a un costado de la encimera y se podían divisar algunas botellas, de shampoo suponía yo, en un pequeño estante dentro de la ducha. En la misma habitación había otra puerta de material laminado color blanco, me acerque y la abrí con curiosidad. Era el retrete. Me sonroje ligeramente.
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La Sorpresa Dell'amore
De TodoThomas Collins, amante de los videojuegos, el chocolate, el anime y del dibujo. Está a punto de comenzar su último año en el instituto. Con una familia genial y buenos amigos, todo se desarrollaba de manera cordial para él... o eso pensaba. Pero cua...