Escuche a Nathaniel diciéndome palabras cariñosas mientras me seguía acariciando. Cuando el orgasmo paso me quede viendo el techo gris de la habitación, atontado. De un momento a otro deje de sentir las manos de Nathaniel y la cama se movió un poco. Baje mi mirada en busca del mayor pero no se encontraba entre mis temblorosas y abiertas piernas. Las cerré un poco automáticamente y gire mi cabeza a un costado, donde escuche un cajón abriéndose.
Nathaniel estaba inclinado sobre la mesita de noche y saco un una botella blanca alargada y un par de sobrecitos cuadrados de aluminio. Mi cabeza se puso en alerta inmediata al reconocer lo que eran. Nathaniel al notar mi mirada se giró y me sonrió dulcemente.
Se veía hermoso. Pude ver de lateral su tatuaje de alas que me gustaba tanto, su cabello hecho un perfecto desastre y sus ojos; que tenían un brillo muy especial. Volvió a acercarse a la cama y pude notar la enorme tienda de campaña que había en sus pantalones.
–Tengo dos preguntas –dije con voz algo temblorosa pero decidida– ¿Hace cuánto que tienes eso preparado ahí? Y ¿Por qué soy yo el único completamente desnudo?
Se volvió a posicionar enfrente de mí y cerré un poco más las piernas. Él se inclinó y me proporciono una fuerte mordida al costado de mi pantorrilla.
–Abre –a regañadientes obedecí, quejándome un poco por la mordida– Con respecto hacia tu segunda pregunta. Pronto lo estaré, no te preocupes –sonrió de una forma casi lobuna, volviendo a tomar su lugar entre mis piernas– Y con respecto a la primera. Desde el día en que te enseñe matemáticas. Ahora, mio piccolo, yo te preguntare –paso sorpresivamente su mano libre por entre mis nalgas hasta mi miembro, haciéndome pegar un gritito de sorpresa– ¿Hace cuánto que tenías este lugar preparado para mí, eh? Porque estas muy equivocado si crees que no me di cuenta.
Me volví fuego y me entraron unas enormes ganas de desaparecer.
–Y-Y-Yo s-solo... N-No... –comencé a tartamudear torpemente.
Nathaniel dejo salir una risa y se inclinó sobre mí, pasando su mano por detrás de mi cabeza, sosteniéndome y plantándome un fuerte beso. Nos separamos jadeando, bueno al menos yo, y junto nuestras frentes mirando directamente a mis ojos.
–Me encanta y me siento honrado –dijo con vos segura y dejo otro beso en mis labios antes de volver a incorporarse.
Lo mire atento por lo que venía. Deslizo sus manos bajo mis nalgas y las apretó separándolas un poco. Si fuera una tetera estaría hirviendo y silbando.
–Lo importante, corazón, es que estés relajado –deslizo sus manos nuevamente hasta la parte de afuera de mis muslos y las empujo hacia arriba, dejándome más expuesto.
Moví una de mis manos desesperadamente hasta arriba y tome una de las esponjosas almohadas de funda negra, la arrastre hacia mí y la abrace, intentando reconfortarme. La mirada de Nathaniel de repente mostro cierta curiosidad y sorpresa por algo.
–¿Q-qué? ¿Qué pasa? –pregunte alarmado.
–Tienes bastante flexibilidad ¿No? –se escuchaba complacido ante esto. Empujando un poco mis rodillas junto a mis piernas dobladas a mis costados, y estas cedían sin ningún problema.
–Algo... –respondí con desconfianza, abrazando más mi almohada– Por la academia de ballet. A-aunque mi profesora siempre dijo que tenía flexibilidad natural. Me he seguido estirando de vez en cuando.
–Mm. Muy interesante.
Dejo mis piernas en su lugar, lanzándome una mirada de advertencia para que no las moviera de su sitio. Tomo la botella de lubricante que había dejado a un lado sobre la cama y deposito una muy buena cantidad en dos de sus dedos. Cerró la botella y la dejo en la cama. Incluso antes de que me tocara ya me había puesto tenso otra vez.
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La Sorpresa Dell'amore
RandomThomas Collins, amante de los videojuegos, el chocolate, el anime y del dibujo. Está a punto de comenzar su último año en el instituto. Con una familia genial y buenos amigos, todo se desarrollaba de manera cordial para él... o eso pensaba. Pero cua...