Capítulo 31

16.6K 1.1K 722
                                    

Su aliento es delicioso, su boca es deliciosa, sus besos son deliciosos. Hasta su saliva es deliciosa.

Creo que es algo que le necesito decirle.

–Eres delicioso –suelto separándome de su boca– Eres muuuy delicioso.

Nate se ríe entre dientes. Se volvió acercar a mí y hundió su cabeza en el hueco de mi cuello, besando la sensible piel.

–Agh...

–¿Qué partes de mi te parecen deliciosas? Tengo curiosidad.

–Mm... –pensé– Todas.

–¿Todas? –pregunto, alejándose y mirándome a la cara. Asentí enérgicamente. Nate tomo una de mis manos y la acerco a su boca, dejando un suave beso y posándola en su mejilla– ¿Alguna en espacial?

–Tu boca –dije rápidamente– Siempre haces cosas que se sienten bien con tu boca.

–¿Cómo qué?

No lo pensé demasiado.

–Como besar. Cuando lames mis pezones y... ¡Oh! cuando me chupas el pene también –sonreí al recódalo– Se siente muuuyy bien cuando chupas mi pene con tu boca –volví a reír tontamente.

Nathaniel se tensó bajo de mí y sus ojos chispearon. Movió su mano de la mía y toco el frente de mis pantalones, acariciando mi erección. Gemí ante el contacto y voluntariamente moví mis caderas hacia su mano.

–¿Te gusta cuando te la chupo? –pregunto eróticamente. Asentí aun con mi frente en la suya– Dilo.

Me estremecí al escucharlo.

–S-Sí, me gusta Nate.

Tomo mis labios otra vez. Mientras tiraba de mi labio con sus dientes, sus manos fueron al frente de mi chaqueta verde y comenzó a quitar los dorados lazos que la cerraban. Abrió la chaqueta y con sus pulgares acaricio circularmente mis pezones. Gemí quedamente y hale el cabello de su nuca.

Sus labios bajaron y comenzó a lamer y morder mis pezones.

–Bebé –gimotee y sacudí mis caderas nuevamente.

Quería que me tocara más abajo. Pero Nathaniel no me escucho, estaba concentrado en mi pecho.

–Bebé.

–Mm –hizo un vago ruido con la parte de atrás de la garganta.

–¡Bebé!

Alzo sus ojos hacia mi cara y mordió fuertemente mi pezón. Me queje infantilmente.

–Te estoy escuchando.

Me acerque a su oído, como para contarle un secreto y le susurre.

–Nuestros penes están duros.

Nathaniel se quedó muy quieto y al poco rato estallo en una carcajada que se esforzó por reprimir. Rompiendo brevemente el ambiente "silencioso" del lugar. Lo mire ofendido y me cruce de brazos.

–No te rías. Tú eres el que me pone así, hazte responsable.

–Oh, ¿Es mi culpa? –pregunto divertido.

–Sí –lleve mi mano a mi pantalón y deje mi palma encima del notable bulto– Siempre pienso en hacerlo y eres tan sexy ¡Uhg! Es tan frustrante. Es vergonzoso andar con una erección ¿Sabes?

Nathaniel parecía que no se lo podía creer y su sonrisa era enorme.

–¿Siquiera sientes algún tipo de vergüenza?

La Sorpresa Dell'amoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora