–¿Qué rayos le sucede? ¡No la entiendo!
Alessandro se volvió a pasear por mi habitación agitando una tarta de fresa en su mano, parecía un león enjaulado y molesto. Llevaba peleando conmigo y consigo mismo alrededor de diez minutos, mascullando cosas a mi dirección y no esperando una verdadera respuesta.
–Desde que sale con ese tipo ha cambiado ¡Y tú lo sabes!
–Yo...
–No puedo creer que se deje influenciar por el imbécil ese.
–¿Y qué es lo que hace últimamente de diferente, según tú? –pregunte con curiosidad.
–Anda molesta todo el tiempo, ¡Ya ni siquiera habla y se la pasa en ese condenado celular! –se sentó pesadamente en la cama– Ella siempre ha sido tan dulce y ahora, ahora... no es ella –se comió todo el postre de una mordida– Diablos, esta rico.
Interesante.
–Tal vez te lo estas imaginando –me miro de manera hostil y yo levante mis brazos a la defensiva– ¡Eh! Tal vez está un poco malhumorada, siempre le sucede cuando pasa hambre cerca de una presentación. A Sia le pasa igual.
Se recostó a los pies de mi cama y miro el techo, donde las estrellas fluorescentes ahora solo eran estrellas verdes pegadas en la pared.
–Puede ser... No lo sé. Pero siento que es algo diferente.
–Si algo de verdad te molesta háblalo con ella y pregúntale. Es mejor eso a que te estés quejando aquí todo el día.
–Gracias, Que buen amigo eres –sarcasmo.
–Soy el mejor, lo sé –me pavonee y me aventure a preguntar– ¿Cómo está tu novia?
–Ella está bien –hace una semana nos había presentado a su nueva novia, una chica llamada Lara que estudiaba en un colegio privado de solo chicas. Era rubia fresa, tetona y linda. No tenía otra opinión de ella porque no la conocía más a fondo– ¿Puedo invitarla a tú fiesta de cumpleaños?
Y estoy cien por ciento seguro que es la razón por la que la hostilidad de Hanna aumento.
–Claro, seguro. No es como que vaya a ser una gran enorme fiesta ¿Sabes?
–Yo me ocupare de que lo sea. Será en mi casa, al fin y al cabo –su sonrisa daba miedo– Nate está muy interesado en ayudar también.
Seguro que lo está. Me ha dicho que le pida lo que quiera para mi cumpleaños y él me lo dará, pero en lo único que podía pensar era en chocolate. Nate me miro burlonamente molesto y me dijo que pensara en algo más. Era más difícil de lo que parecía porque no podía pensar en nada que realmente quisiera, además de tenerlo conmigo.
–¿Tú invitaras a tu novia? –pregunto Aless subiendo y bajando las cejas– Ahora que sé que no es mi hermana, tengo muchísima curiosidad por conocerla.
–Ella no podrá venir –respondí automáticamente la mentira ensayada que tenía preparada– Tiene una hermana que cumple el mismo día. Además ella vive algo lejos.
–Oh, que mal –luego sonrió maquiavélicamente y me imagine que venía– ¿Y ya lo han hecho?
–¿Hacer qué?
Sabía a lo que se refería, y el sonrojo de mi cara lo demostraba, pero me decante ha hacerme el tonto.
–Sexo ¿Así o más específico? –dijo burlón– Ya metiste tu pene en la vagina de la chica y...
–Basta, basta. Eres un puerco –me tape los oídos con las manos– Ese no es asunto tuyo.
–Es obvio que sí –y lanzo un grito y agito los brazos sobre su cabeza– ¡Ya te hiciste hombre! Y no me dijiste nada. Te podría dar algunos consejos para ayudarte a complacer a una mujer. Tú pídele ayuda al tío Alessandro, experto en el amor sexual.
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La Sorpresa Dell'amore
De TodoThomas Collins, amante de los videojuegos, el chocolate, el anime y del dibujo. Está a punto de comenzar su último año en el instituto. Con una familia genial y buenos amigos, todo se desarrollaba de manera cordial para él... o eso pensaba. Pero cua...