Capítulo 60

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El pasillo lleno de casilleros se encontraba vacío. Claro, todo el mundo estaba ya en las gradas o en los puestos de comida, no iban a estarse paseando dentro de una escuela. Di unos pasos sin estar muy seguro a donde dirigirme y al llegar al pasillo intercepción oí movimiento por el pasillo izquierdo así que apresure mis pasos hacia ahí. Entonces al cruzar lo vi, a Simon, con lentes de sol y una chaqueta negra reposando tranquilamente sobre unos casilleros, como si me estuviera esperando. Y así debía ser porque cuando me vio sonrío nuevamente y se hecho andar otra vez.

—¡Eh! —le llame enfadado— ¡Detente!

Pero como era de esperarse no me escucho y en su lugar entro en uno de los salones, el salón de ciencias, y dejo la puerta abierta. Sin dudarlo lo seguí y entre a él. Simon estaba sentado sobre el escritorio destinado al profesor, con las piernas elegantemente cruzadas y la misma sonrisa despectiva con que siempre lo recordaba. Espero a que estuviera en el centro del pasillo flaqueado por meses de trabajo para comenzar hablar.

Ciao, piccolo Thomas.

Me sentía extremadamente confundido y enojado. ¿Qué diablos hacia aquí? ¿A molestar? ¿Para hacer otra escena frente a la familia de Nathaniel?

—¿Qué hacer aquí? —le gruñí. Si su plan era intimidarme no lo iba a conseguir.

—Oh, vine a ver el juego nada más —dijo como si nada, me costaba entenderle porque su ingles tenía un acento italiano realmente marcado. Hasta me llegue a pensar que lo hacía a propósito para molestarme— Y a verte a ti.

—¿A mí? —empeté incrédulo— ¿Para qué ibas a querer verme a mí?

Se quitó los lentes de sol como si estuviera grabando un comercial exclusivo para Ray-Ban y me miro con ojos helados, aun cuando seguía sonriendo. Su rostro era bello, eso no se podía negar, pero era la belleza con la que puedes comparar a un iceberg. Dura y fría. Causaba incomodidad.

—Eres el amado novio de Nathaniel, por su puesto te quiero ver —Su tono era burlón, como si fuera el peor chiste que hubiera escuchado en su vida. Repaso su mirada sobre mí y eso se sintió extremadamente desagradable— Deludente. Y aun viéndote de nuevo no me explico que ve en ti. Eres demasiado ordinario.

—Vete a la mierda.

Chasqueo la lengua mientras negaba lentamente con la cabeza, como si estuviera decepcionado por mi comportamiento.

—Ser ordinario y grosero no es una linda combinación, piccolo Thomas. Non, non.

—Púdrete.

Ya está. Era obvio que solo quería joderme, y yo no le iba a dar el gusto. Cuando me gire para salir del salón de ciencias dos enormes hombres entraron y la cubrieron. Iban vestidos de manera casual pero sus posturas eran tan duras como la de unos los militares. Devolví mis pasos.

—No, no. Vine a verte y hablar contigo, no puedes ser descortés. Además —murmuró mientas jugaba con las varillas de sus lentes— Yo supuse que también te interesaría hablar a solas conmigo.

Una gota de sudor frio me recorrió la espalda. Intente no verme asustado por la presencia de los guardias que me bloqueaban la salida y mire a Simon con toda la altivez que pude sostener.

—¿Para qué iba yo querer hablar contigo? No me interesas, y más importante aún, no le interesas a Nathaniel.

—Oh, pero yo no estoy tan seguro ¿Sabes? Entre Nathaniel y yo hay una larga y numerosa lista de sucesos que nos unen de una manera especial. Sucesos que guardo con mucho cariño, si te puedo ser sincero.

La Sorpresa Dell'amoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora