Capítulo 53

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"Entonces, ahora estas castigado"

—Si...

"Y no sabes por cuanto tiempo será"

—No tengo la menor idea.

"Esto es mi culpa" sonó triste.

—¡No! No amor, para nada. No es tu culpa, es mía. Si solo hubiera sido algo más prudente mis padres no se habrían enfadado tanto. Pero —y baje más la voz, susurrando al teléfono— No me arrepiento de nada. Pasar contigo estas noches ha sido lo mejor del mundo. Solo me entristece que no podamos salir por un tiempo.

"Yo también me siento triste. Ya te extraño, y solo han pasado horas."

Mi corazón latió emocionado. Algunas personas dirán que era un tonto, pero podía sentir que estar enamorado de este hombre era lo mejor que me había pasado.

—Yo también y... —mi cuerpo se contrajo de suave manera y sentí mis mejillas llenarse de calor— Aun te siento en mí.

Platicamos un largo rato. Gracias a Dios mamá no me había quitado el teléfono, así que al menos podía comunicarme con el mundo y con mi Nathaniel. Pero un recuerdo pesado que me llevaba molestando desde bastante me susurraba con insistencia desde el fondo de mi cabeza.

No quería parecer débil ni miedoso, y sobretodo no quería parecer desconfiado, pero igual quería sentirme más tranquilo.

—¿Bebé?

"¿Amore mio?" Repitió a su vez, haciéndome sonreír un poco.

—Si... Si Simon intenta algo... se acerca a ti o lo que sea...

"Simon es la última persona en la que debes preocuparte"

—Si ese imbécil —repetí más confiado— Se te acerca o intenta algo, prométeme que te alejaras diez kilómetros de él lo más rápido que puedas. Prométemelo.

"Se lidiar con él, amore. No debes preocuparte"

—¡Es que me pone de los nervios! Y ahora que yo no puedo estar contigo todo el tiempo tengo miedo...

"¿De qué? Por favor no me digas que vuelves a desconfiar de mi" sonó preocupado "Él ni siquiera merece nuestras preocupaciones"

Mi mente rememoro el momento de la cara de Nathaniel. Esa rabia contenida y esas palabras acidas en un idioma que no entendía. También recordó la cara de altanería de Simón, de que él sabía cosas que yo desconocía. De un Nathaniel que desconocía.

—Tienes razón. Pero solo... solo cuéntamelo todo. Cualquier cosa que suceda.

Por favor, cuéntamelo.

"Está bien, piccolo"

***

Paso, paso, paso. Me detengo. Levanto la mano y... No.

Paso, paso, paso...

No sabía con exactitud cuánto tempo llevaba haciendo el mismo recorrido, pero por más que lo repitiera no, el valor no aumentaba.

Levanto la mano y... Otra vez.

Era cierto que en lo largo de nuestros dieciocho años Hanna y yo nos habíamos peleado, era totalmente imposible que algo tan común como eso no ocurriera. Pero esta vez de verdad creo que le falle como hermano.

Hanna, desde pequeños, siempre había sido la más fuerte. Era quien siempre me defendía cuando otros niños se burlaban de mí de pequeños por ser gordito, era la que me ayudaba a entender las tareas si no entendía algo, aun cuando ella tampoco estaba muy guiada. Ella siempre fue la atlética, la veloz. La más brillante al lado de un hermano no tan brillante.

La Sorpresa Dell'amoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora