Capítulo 36

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–Tu novio es Nathaniel.

Me quede de piedra y no me pude mover. Nathaniel en cambio se levantó con semblante tranquilo y encaro a Krista.

–Hola Krista, que bueno verte ¿Cómo has estado? –pregunto amigablemente, ignorando lo que Krista acababa de decir.

–Estoy bien, gracias –respondió la morena con voz neutra. Su mirada voló hacia mi antes de volver con Nate– ¿Entonces es cierto?

–No –un sonoro "Crack" se escuchó en mis oídos. Me tomo un segundo entender que solo lo había escuchado yo, porque provenía de mi interior– No soy su novio. No estoy saliendo con Thomas. Él es el amigo de mis hermanitos y lo quiero como tal, no entiendo muy bien de dónde has sacado esto.

Y sonrío... Él sonrío. Y ni siquiera puedo llegar a describir la culpa que me invadió por verlo actuar y decir mentiras solo por mí. Porque yo no era lo suficientemente valiente. Y el dolor que me provoco el escuchar que me negaba, que nos negara, que dijera que solo me quiere como un hermanito. Y es estúpido lo sé, porque sabía que lo hacía solo por mí y entendía porque estaba mintiendo, pero de igual manera dolía.

Es increíble, la estupidez humana, porque hasta ahora de cierta manera me sentía aliviado de que él nos cubriera al notar mi estado de absoluto pánico. No podía sentirme menos imbécil.

Por suerte o por desgracia, Krista volvió a su estado neutro y se levantó de la banca.

–Tienes razón, no sé porque dije eso. Lo siento –camino un par de pasos en retroceso antes de voltearse– Saludos a Sia y a los demás de mi parte.

Personas pasaban rápidamente frente a nosotros, incluso una pequeña manada de perros tirando de una pobre chica, mientras yo apretaba fuertemente el short de deporte que me había prestado Nathaniel. Nathaniel se había sentado a mi lado, sin tocarme y a una distancia donde estábamos lejos de rozarnos. No dijo nada tampoco por un rato, hasta que finalmente hablo.

–Volvamos.

Lo seguí hasta el edificio de su departamento y cuando estuvimos en el ascensor, fuera de las miradas, el me tomo de la mano. Llegamos dentro de su casa y no pude aguantar más.

–Lo siento –mi voz se rompió y gruesas lagrimas rodaron por mis mejillas– Por favor perdóname. Lo siento, lo siento.

–No tengo nada que perdonarte.

–Lo siento –repetí– Mentiste por mi culpa porque yo soy un cobarde, lo siento.

Y él, porque era lo más parecido a un ángel que había conocido, me atrajo en sus brazos y me apretó contra su cuerpo. Intentando aliviar todos mis tormentos llevando una parte de ellos a sí mismo.

–Lo dijiste ayer ¿No? Pasaremos por todos nuestros problemas juntos. Las parejas no son perfectas y puedo entender porque pasas tanto miedo. Estando juntos sé que algún día los superaras. Te darás cuenta de que tus amigos lo aceptaran y estarán felices por nosotros, y tus padres te seguirán amando tanto como ya lo hacen.

–¿Pero qué pasa si o es así, Nathaniel? –me apreté más contra él– ¿Qué pasa si mis padres no lo aceptan? ¿Qué sucederá si me rechazan? –Solloce– ¿Si mi hermano me repudia? ¿Si mis amigos me odian por estar de esta manera con su hermano? –deje mi cabeza contra su pecho y apretuje su camisa– ¿Qué pasa si me alejaran de ti? Si me obligan a dejarte, yo no podría tolerarlo.

Él se quedó en silencio. Tomo mi rostro entre sus manos y me hizo mirarlo, sus ojos eran sorprendentemente tranquilos mientras limpiaba mis lágrimas con sus pulgares.

–No permitiría que eso sucediera. Tú eres mío, por tanto tiempo como me lo permitas, y yo soy tuyo. Y si mi quieres a tú lado no habrá nada ni nadie que me impida estarlo ¿Me oyes? –cerré los ojos– Thomas, mírame –lo hice– ¿Me has entendido?

La Sorpresa Dell'amoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora