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8 años después

Lucas se sentó en el bordillo de las escaleras de la entrada del club, estirando las piernas y tirando la cabeza hacia atrás para soltar el aire que tenía retenido en sus pulmones.

Fumaba un cigarrillo con resaca en su cabeza.

Por la calle, justo a esa misma hora todos los días, pequeños grupos de chicas con uniformes escolares salían de clase de vuelta a sus casas. Y todas y cada una de ellas pasaba por delante del club para ver a Lucas fumar en su hora de descanso.

Ellas murmuraban entre sí y soltaban risitas, pero la cabeza del chico estaba en otra parte. O, directamente, no estaba. Aun así era perfectamente consciente del efecto que provocaba en las muchachas que se acercaban a admirarle con disimulo.

En cuanto se terminaba el cigarrillo y dejaba de procrastinar, les sonreía a modo de saludo, se quitaba la camisa de flores oscura que llevaba encima de su camiseta básica blanca por la calor, dejando ver los tatuajes que tenía en los brazos, y volvía dentro para seguir trabajando. O, mejor dicho, solo para repasar el horario de la noche.

Fue directamente a la sala de reuniones, donde llegaba veinte minutos tarde, y se sentó en una de las sillas, interrumpiendo a la mujer que se encontraba dando una charla frente al tablón con los horarios.

Ella le echó una mirada con ganas de matarlo y se cruzó de brazos, molesta por su actitud. Él le dedicó una sonrisa completa, enseñando todos sus dientes rectos y brillantes, de esas sonrisas que hacían que se saliera con la suya.

— Lucas, hueles a tabaco, alcohol barato y pocas ganas de trabajar.

— Te equivocas en una cosa,— dijo mientras se ponía las gafas de sol, molesto por la potente luz que iluminaba la sala y reclinándose hacia atrás en el respaldo de la silla— yo no tomo alcohol barato.

Echó un vistazo a su alrededor mientras sonreía con la cabeza bien alta. Frente a Lucas, el único que estaba era el otro chico que trabaja con él desde hacía poco que se había unido, Yangyang.

— Hola, Yukhei. Los demás están en una sesión fotográfica para los nuevos carteles de la entrada. ¿Y tu chaqueta?

— La perdí anoche.

— Tómate una aspirina y estate listo para esta noche.— Le dijo su jefa con un tono malhumorado y a la vez cansado.— Tu primera cita será a las nueve y media y terminarás en la de las tres y cuarto. Hoy solo te he puesto cuatro citas, así que no te quejes.

— Sí, señora.

— Y no llegues tarde.

Le miró con cara asesina al decir esto último y recogió los papeles que había sobre la mesa de reuniones antes de abandonar la sala con paso ajetreado y una coleta alta moviéndose de un lado para otro al caminar.

Yangyang se acercó al panel, donde se encontraba una lista con el ranking de hosts más populares. Lucas la encabezaba, y Yangyang la acababa, siendo el último. Lucas lo miró de reojo a través de sus gafas de sol de cristal de color amarillo transparente.

— Me pregunto qué se siente al tener tantas clientas y ser el número uno en la lista. Parece que ni siquiera te puede quitar el puesto Kun, que va el segundo, o Winwin, que va tercero.

— Tú eres un novato, Yangyang. Te diría el secreto del éxito, pero solo vale con que seas guapo. Las chicas solo quieren que finjas escucharlas, bebas con ellas y ser el atractivo de su novio falso por dos horas.

— Espera... ¿tú no las escuchas?

— Yangyang, si tuvieras que escuchar a todas y cada una, contándote sus problemas superficiales de mierda, te acabarías volviendo loco. Tú eres guapo, solo asiente, sonríe y hazles preguntas de lo que sea que hayan dicho en último lugar.

Lucas le pegó una palmadas en la espalda antes de se levantarse para buscar si habían medicinas por ahí que pudiera tomar antes de que le explotara la cabeza.

Trabajar en el mundo de la noche no era nada fácil.

Sí, era divertido, sobretodo porque Lucas se solía saltar casi todas las normas que el club establecía. Por suerte, al ser el primero en la lista, podía hacer prácticamente lo que quisiera y lograr salirse con la suya, ya que el club era conocido por su nombre y él era el que más ganancias daba.

Pero había tres normas que él mismo se impuso, aprendiendo de ellas con el tiempo, esperando no volver a cometer los mismos errores del pasado. La primera era no emborracharse tanto como para perder el control o no acordarse de nada a la mañana siguiente. La segunda: nunca, jamás, tener cualquier tipo de relación personal con sus propias clientas. Y la tercera: siempre llevarlas a su terreno, manipularlas para hacerles creer que querían lo mismo que él les susurrara, para así tener la situación siempre bajo control.

Era sencillo, así hacía su trabajo fácil y divertido. Sentía que podía hacer lo que quisiera y tenía el mundo en la palma de sus manos.

Por otra parte, el dinero era el menor de sus problemas, ya que las clientas que solía tener delante de una larga cola de espera de chicas, e incluso mujeres más mayores que él, le pagaban precios muy altos por un tiempo en su compañía.

La vida le iba genial trabajando allí, como siempre había querido. Era el primero en la lista, poseía mucho dinero, tenía el coche de sus sueños... como se solía decir, ¿qué podía salir mal?

Ni siquiera contemplaba que eso fuera una posibilidad.

El Host || WayV「Lucas」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora