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Yanmei estaba sentada a las afueras del pequeño teatro, con el teléfono pegado a la oreja después de media hora intentando que contestase. Impaciente por saber sobre Kun, colgó y le escribió un pequeño texto pidiéndole que se encontrase con ella allí.

No entendía qué era lo que le pasaba, ni qué era aquello tan terrible que ella había dicho para que se hubiese enfadado de esa manera.

Lo único que le molestaba era que todo había sido por una conversación de cinco minutos que habían tenido en un descanso del trabajo. Yanmei le había aconsejado tomar clases en el conservatorio de piano, pero él se había negado en rotundo. Tras insistir en eso, Kun se había enfadado y le había dejado sola para volverse a trabajar. Bueno, en realidad fue algo más acalorado que eso, por los temperamentos de Yanmei y de Kun, que habían colisionado, diciéndose cosas que ambos lamentaron.

Era su primera pelea, pero parecía sentirse como un pequeño infierno. Yanmei no entendía por qué odiaba tanto la idea de retomar sus estudios y él no pretendía abrirse para explicárselo.

Por eso, cuando Kun salió de su coche y caminó hacia la entrada donde se encontraba ella, que se puso de pie, se sintió aliviada.

— Hola.

— Hola.

— ¿Te dio Lin el... papel?

— ¿Qué papel?

— No importa.

Yanmei apartó la mirada y se rascó el brazo. Kun suspiró y le pidió entrar dentro para hablar mejor.

En silencio ambos se dirigieron hasta la entrada, donde se vendían las entradas tras una ventana. La luz no funcionaba bien y Kun tuvo que coger unas escaleras para subirse a arreglarla. Yanmei se ofreció a sujetarle el pie de la escalera sin que él se lo pidiera. Simplemente lo hizo.

Kun arregló la bombilla medio suelta y bajó, agradeciéndole en un susurro. Ella se mordió el labio inferior, algo incómoda, mientras Kun retiraba la escalera.

— Kun, lo siento. No debí presionarte a tomar las clases. Si no es lo que quieres, lo aceptaré.

El chico se puso frente a ella y se cruzó de brazos, atento a lo que decía.

— Lo digo en serio, no me mires así.— Bajó la vista al suelo, con timidez y las mejillas sonrojadas.

No le gustaba verse tan vulnerable cuando Kun la miraba de aquella manera y le hacía sentir algo insegura a cerca de lo que decía, solo pensando en tener ganas de besarle, pero no era el momento adecuado.

— Vale.

— Y siento no habértelo dicho antes a la cara. He sido una cobarde escribiéndote o tratando de llamarte.

— Vale.

Yanmei cerró los ojos concentrándose en lo que quería decirle, todo lo que se había estado guardando hasta que le viera.

— No decía en serio eso que dije sobre si no me escuchabas deberíamos romper. No quiero eso...

— Vale.

— ... pero lo entenderé si lo haces.

— Espera.

— Me lo merezco, fui una cabrona tratando de forzarte a hacer algo que no querías, que no era tu sueño.

— Yanmei, para.

— Y encima estaba tan frustrada al principio contigo que rompí tu piano. Lo siento.

— Un momento, ¡¿qué?!

Kun cogió a Yanmei por los hombros, haciéndole abrir los ojos por la sorpresa, mientras los de él estaban bien abiertos.

— ¡¿Has roto mi piano?!

— Vine aquí esa misma noche que discutimos con un bate y estaba cabreada. Mucho. Lo siento. Pensaba que no te importaba.

— ¡Mei! ¿Por qué?— Kun soltó a la chica para dar vueltas sobre sí mismo, con las manos en la cabeza.— Vale, vale. No importa. Olvídalo. Se ha disculpado. Se ha... disculpado.

Yanmei ladeó la cabeza y se cruzó de brazos, mirando su reacción con una ceja levantada.

— Rompí las teclas una por una, viendo como saltaban por los aires como confetti.

— Tú... — Se le acercó mucho el chico, evidentemente provocado por sus palabras y ella sonrió, cogiéndole el rostro entre las manos.

— Lo sabía. Sabía que te importaba. Por eso no lo hice. Puedes comprobarlo, tu piano está a salvo de mí.

— ¿Te lo has inventado?

— Sí. Quería ver tu reacción. Estoy medio loca, Kun, deberías saberlo a estas alturas. Ya lo sabes, para la próxima.

Kun corrió adentro del auditorio rampa abajo sin previo aviso y Yanmei le siguió, riéndose detrás de él a toda carrera mientras Kun iba a comprobar si su piano seguía vivo encima del escenario. Al ver que así era soltó un largo suspiro, cogiendo aire.

Yanmei se divertía a sus espaldas y robó el protagonismo del instrumento de los ojos del chico sentándose encima de éste, con las piernas colgando. Kun se dio cuenta y se acercó a ella, señalándole con el dedo y una sonrisa traviesa. Apoyó sus manos a ambos lados de sus piernas, inclinándose hacia delante.

— Te lo perdono solo porque eres tú. Y te he echado de menos.

Ella se acercó a sus labios y pasó sus manos por su pelo, cogiéndose a él.

— Pero tendrás que decirme por qué odias ir a la escuela de música.

Él se separó un poco de ella, poniendo una mirada seria, y se humedeció los labios, estrechando la espalda.

— No quiero ir porque me da miedo. A mi madre y a mi nos va muy bien el negocio, si lo dejo me da miedo que ella... no se.

— Pero sabes que no estaría sola, estamos todos aquí. Y nos va bien. Está bien.

— Sí, lo sé. Por eso, también, estamos todos aquí, y me gusta trabajar con ellos. Y contigo, claro.

— Vale.

Yanmei dejó de indagar en el tema y puso sus brazos alrededor de su cuello. Kun la continuó besando durante varios segundos y después se separaron a pocos centímetros para mirarse a los ojos.

— Dame tiempo, ¿vale? Lo pensaré...

— Es solo tu decisión. No mía, ni de nadie.

El Host || WayV「Lucas」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora