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Le reconoció al instante en cuanto salió de entre los chicos, aunque iba con un traje diferente y su pelo estaba un poco más despeinado. Por un momento, Yanmei se quedó sin saber cómo volver a respirar al verle de nuevo. Cuáles eran las oportunidades en las que podían volver a verse y, aún así, ahí se encontraban, mirándose como si no hubiese nadie más a parte de ellos a su alrededor.

Kun estaba demasiado sorprendido como para decir algo, pero tampoco perdió la compostura por ello.

— Nosotros no...— se aclaró la garganta, para ponerse serio— no estamos contratando a más personas.

— Qué pena.— Susurró ella, acercándose un paso a él. Pero entonces recordó qué era a lo que había ido cuando Lin se puso a su lado.— ¿Bajo qué clase de contrato la tenéis?

— ¿Perdón?— Preguntó él, confundido, perdiéndose entre las largas pestañas oscuras de la chica.

— ¿Qué le estáis obligando a mi amiga a hacer por una estúpida pecera?

— ¡Mei!— Lin la cogió de la mano para apartarla de Kun y hablar con ella en voz baja.— ya te he dicho que no me prostituyo. Escucha, vuelve a casa. No tienes que trabajar por mi error.

— Bueno, si te tienen aquí esclavizada no puedes repartir la cocaína, y si no puedes repartirla, no podemos pagar las facturas.

— Lo siento. Debí habértelo contado mucho antes.

— Tranquila, Lin, vamos a solucionar esto.— Le puso una mano en el rostro, animándola, para no dejar que se sintiera culpable.— Por eso estoy aquí. ¿Crees que tu jefe estará dispuesto a rebajar tu condena si me acuesto con él?

— ¡Mei, baja más la voz! Te va a oír.

— ¡Solo bromeaba! Pero ya que estoy aquí voy a presentarme.

Si Lin pensaba que Mei iba a dejarlo pasar así como así, estaba equivocada. Bajo la mirada confundida de los demás chicos, se acercó a ellos y les tendió la mano uno a uno, saludándoles cordialmente en fila.

— ¡Mei! ¡Mei, no! Ni se te ocurra.

— Soy Yanmei, la amiga de Dai Lin.

— No digas mi nombre comple— ... supongo que ya no importa.

Después de darles la mano les daba un abrazo con una enorme sonrisa en el rostro, confundiéndoles. Yangyang y Winwin, que eran los que más cerca de ella estaban, le recibieron amablemente devolviéndole la sonrisa, pero Xiaojun y Hendery a penas la tocaron al abrazarles, incómodos. Antes de llegar a Ten, estaba Kun, que estuvo observando en silencio.

Yanmei dio un paso adelante para abrazarle pero, antes incluso de que pudiera levantar los brazos, el chico fue más rápido que ella y le cogió de la muñeca.

— ¡Ah!

Ella abrió los ojos como platos, sorprendida de su agarre, y él se le quedó mirando con una expresión entre decepcionada y seria.

— Devuélvelo.

— ¿Qué...?

— Si quieres ayudar a tu amiga.— Le soltó el brazo con el ceño fruncido.— Devuélvelo.

Yanmei no pudo entender cómo aquel pianista adinerado como él parecía podía haber averiguado una técnica que ella había estado masterizando durante años. No era posible que la hubiera pillado, no para ella.

Aun así Mei le hizo caso, molesta, y sacó de sus bolsillos todo lo que les había robado al abrazarles, dejándolo encima de la mesa a su lado sin apartar la mirada de la suya. Devolvió la cartera de Yangyang, el reloj de Winwin, los anillos de Xiaojun y el collar de Hendery.

Ten, que había permanecido apartado, la miró con asco viendo cómo sus amigos recogían sus pertenencias.

— ¿Qué tipo de personas ha metido Lucas en el club? ¿Una narcotraficante y una carterista?

— Tiene razón, Kun. No deberías permitir más esto. Deja que se vayan, seguro que tenemos dinero suficiente como para reparar la maldita pecera.— Dijo Xiaojun con enfado en sus ojos.— Dios, que es una puta pecera... ¿qué tiene de especial?

— Esa pecera era mi parte favorita de la suit.— Entró Lucas por la puerta abierta de pronto y se acercó a ellos sin mirar a Lin ni por un momento, que deseaba que le hiciera cualquier cosa, el menor gesto bastaba.— ¿Alguien tiene algún problema con eso?

— Lin se queda como siempre, ahora ha firmado un contrato de trabajo legal.— Sentenció Kun finalmente, mandando a los presentes a que se fueran.— Ya podéis marcharos todos.

La mayoría le hicieron caso, demasiado alterados por la situación, excepto Lucas, Mei y Lin.

— Tú también, Lucas.

El chico, que acababa de llegar al lugar, se dio media vuelta no muy convencido y también se acabó yendo, no sin antes soltar una risa irónica. Cuando se quedaron los tres solos, Kun se dirigió a Lin.

— Comenzarás a trabajar de verdad esta misma noche. Se acabó la práctica. Te conseguiré una cita.

— Vale, gracias, Kun.

— Ya puedes sacar de aquí a tu amiga.

Yanmei, ofendida porque ni se dignara a hablarle directamente a ella o a mirarle a los ojos, se encaró a él sin importarle nada.

— Espera, ¿no has oído nada de lo que he dicho? ¿Cuáles son los requisitos del contrato bajo el que tenéis a mi amiga?

Kun puso sus manos encima de la mesa, apoyándose para después mirarla por haberle provocado. Lin tragó saliva asustada porque Mei pudiera hacer alguna estupidez que molestara a su jefe y le costara el trabajo.

— Tú no formas parte de esto así que te aconsejaré que te mantengas alejada.

— No. No me parece justo que la prostituyáis para pagar una puta pecera.— Mei se acercó al otro extremo de la mesa, frente a él, y le imitó, pensando que aquello era una muestra de poder, de a ver quién la tenía más grande.— Así que no, no me voy a mantener alejada.

— ¿Y qué propones?

— Voy a ir pagándote con lo que vaya ganando para ayudarla a saldar su deuda.

— Eso es muy bonito pero, ¿dinero negro? No, gracias.— Kun entrecerró los ojos, arrimándose más a la mesa.— Con una narcotraficante tenemos suficiente. Dos, el doble de problemas.

— No será dinero negro.— Mei se puso de puntillas, cambiando su expresión a una amenazante pero que se le notaba que se estaba divirtiendo, acercándose al borde y quedando muy cerca del chico.— Voy a empezar a trabajar en un microteatro, ¿sabes?

— Si habéis acabado con esta tensión sexual que tenéis,— Dijo Lin, incómoda de estar presenciándolo, antes de coger a Mei de la mano para llevársela.— Nos vamos.

El Host || WayV「Lucas」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora