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Dai Lin fue a la barra, donde estaba el chico de pelo negro largo. Como nadie le dejaba pasar ni aunque lo preguntara amablemente, comenzó a dar codazos hasta la barra. Una vez allí, clavó los codos sobre la mesa para que nadie se hiciera con su puesto.

— ¡Eh!— Gritó por encima de la alta música.— ¡Estoy buscando a la de recepción!

El bartender la ignoró, escuchando cómo otras dos chicas le pedían bebidas con cara de estar dispuestas a arriesgarlo todo por él. Dai Lin las insultó por lo bajo al ver que intentaban mantener una conversación con él que no iba a ninguna parte, así que se fue haciendo hueco hasta donde estaban.

— ¡Eh, tú! ¡Busco a la encargada de la recepción!

Las dos chicas se giraron hacia ella, poniendo cara de asco, que a ella le importó bien poco, porque consigió captar la atención del camarero. El chico se giró un poco hacia su lado y después les sonrió a las otras dos.

— Un segundo, chicas. Hola, ¿puedo ayudarte?

— Estoy buscando a la maldita recepcionista, ¿dónde está?

— Aquí mismo.— Sonrió, apartándose el pelo detrás de las orejas.— ¿Qué es lo que quieres?

— Estoy buscando a un chico más mayor que yo, alto, pelo corto, ojos grandes y va vestido con una camisa negra. ¿Le has visto entrar?

— Trabaja aquí, ¿quieres alquilar una habitación?

Se quedó con la boca abierta, sin llegar a creer que él fuera también uno de esos tontos que vendían su cara por dinero, creyéndose modelos. Era como descubrir la doble vida encubierta de alguien.

— Sí, sí, habíamos quedado ahora. ¿A qué hora sale de trabajar?

— ¿Que habíais quedado? Maldita sea... se lo he dicho mil veces.— El chico puso sus labios en una fina línea, golpeando la barra con un trapo de limpiar los vasos que sujetaba en su mano, provocando que las chicas que había se asustaran y se fueran. Lo cual agradó a Dai Lin y a él ni siquiera le importó.— Lo siento, pero ahora está ocupado trabajando, tiene clientas hasta las tres y cuarto. Yo de ti me iría a casa. Y siento que te haya dado esperanzas, suele hacerlo a menudo, ya sabes, jugar con las chicas cuando se aburre.

¿El muy imbécil le había dicho de quedar para presumir ante sus amigos que era una más de sus conquistas y le había hecho ir hasta su trabajo para que la vieran pasearse como un trofeo? Si pensaba que eso la sorprendería, estaba equivocado. Cuántos chicos de ese mismo palo podía contar y la lista no acabaría. Pero, si no era por ese motivo, ella también estaba ahí también para darle algo más importante.

— No, no, eso no me importa. Tengo algo que darle, es importante. ¿No podrías llamarle para que salga un segundo? ¿No hay ninguna manera de verle?

— Oye, seré claro, sale con muchas chicas. Cada noche tiene una o más de una. Márchate a tu casa porque él ya ha jugado contigo. No querrá verte más. Esto ya ha pasado con muchas más, no eres la única que viene a reclamar que quiere verle.

Si trataba de ahuyentarla con sus palabras, no lo estaba consiguiendo. Si una cosa era Dai Lin, a parte de cabezota, era profesional.

— No me estás entendiendo, no soy su novia ni soy nada suyo, lo que quiero es darle algo importante que me ha pedido.

El chico se le quedó mirando con cara de desconfianza, creyendo que seguía inventando una excusa para ver al chico. Si quería un incentivo, lo tendría. Qué fácil era ganar a los chicos con dinero y una cara inocente. La chica soltó un suspiro y sacó de la mochila un sobre abierto que contenía un buen fajo de billetes. Lo deslizó discretamente por la mesa hasta dejarlo frente a él.

El Host || WayV「Lucas」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora