23

1.2K 153 10
                                    

— ¿Qué haces aquí?

Él le agarró de la garganta con sus manos y la levantó del suela para chocarla contra la pared, ahogándola un poco y provocando que se llevara las manos al cuello para intentar respirar, el cabello recogido se soltó y le cayó en cascada por el pecho y la espalda. Él era mucho más fuerte de lo que aparentaba.

El otro se rió secamente de ella y desapretó su agarre para que pudiera respirar mejor, a lo que Lin pegó una bocanada de aire entreabriendo la boca, sorprendida.

— Creo que sabes perfectamente qué hago aquí. O te lo imaginarás. Vendiste a otro mi cocaína, ¿verdad? MI cocaína, Lin.

— Tú... no... apareciste.

— Error, Lin, eres tan tonta que alguien te engañó para que acabaras aquí, justo como yo he hecho haciéndome pasar por el idiota de tu jefe.

Dai Lin le miró decepcionada consigo misma por haber confiado en aquel chico que había conocido por internet no hacía demasiado. Había arriesgado tanto por encontrarse con él que la habían acabado pillando, metiéndose en un lio por su culpa. Incluso se había preocupado cuando no apareció, pensando que algo malo le había ocurrido y no tenía manera de contactar con él.

Pero en realidad era todo su por su propia culpa, por haber sido tan ingenua y, como él había dicho, tonta.

Sin pretenderlo, una lágrima cayó por su mejilla justo cuando trataba de retenerla en sus ojos y el otro se dio cuenta de ello pese a la poca luz del cuarto.

— ¿Estás... llorando? ¡¿Vas a llorar ahora?! ¡Qué...! ¿Te has pillado por mí? No, no, no, ¿a quién le has dado mi paquete? Te pagué una pasta por él y lo quiero de vuelta.— Le dijo perdiendo la paciencia.

— Se... se rompió y... lo tiraron.

— Mentira. Dime quién lo tiene, por última vez. — El chico sacó una navaja de su bolsillo y le amenazó con ella.— Dímelo ya.

— Digo... la verdad.

— Hemos estado hablando tanto tiempo que deseaba conocerte en persona. Te ansiaba, Lin. Y sé que tú a mí también. Pero alguien nos tendió una trampa y no pudimos encontrarnos. Ahora dime, preciosa, ¿y mi paquete?

— Eso ya no importa...— Lin se pasó una mano por el rostro para borrar el rastro de su lágrima y sorbió su nariz, soltando una risa que descolocó al chico que la apuntaba con la navaja— ¿En serio, una navaja es todo lo que tienes para cobrar deudas? Qué patético...

— ¡Deja de soltar chorradas por tu boca y dime dónde está! Pensaba que comprársela a una niñata de veinte años sería más fácil que a un narcotraficante de la calle. ¡Que no me metería en problemas!

— Ya veo.

Lin se acercó a él, que se echó hacia atrás con algo de miedo. Ella se fijó en que ni siquiera empuñaba bien el mango de la navaja, por lo que supo que era un idiota cocainómano que solo trataba de amenazarla y que no sabría ni usarla el arma. De hecho, al verle más cerca vio que sus pupilas estaban algo dilatadas, así que había conseguido droga de otra parte.

Con facilidad Dai Lin le quitó la navaja de un rápido movimiento, la dobló y se la guardó dentro del sujetador para proceder a castigarlo por haberle intentado ahogar. El hombre se echó más hacia atrás con cara de susto y le rogó que no hiciese nada, pero era demasiado tarde.

— Tienes razón, pensaba que me gustabas. Para mí ibas a ser algo más que un simple cliente, eras el chico con el que había estado hablando por meses sobre mi vida. Pero no merezco que me trates así.— El hombre se echó al suelo y su cuerpo comenzó a temblar a medida que veía a la chica acercarse con una mirada asesina.— Qué decepción... no eres más que un patético adicto. Y qué lástima... eso de haberte cruzado conmigo.

Dai Lin cogió al hombre por la corbata y lo estiró hacia el suelo para tumbarlo de un golpe.

El hombre se tiró encima de la alfombra y se quejó del estirón, pero ella solo acababa de empezar. Cuando lo tuvo allí, puso la suela de su tacón en su mejilla y le hizo girarla de lado. Después fue infringiendo presión sobre ésta, por mucho que el hombre pusiera sus brazos en su pierna tratando de quitarla, y le aplastó la cara poco a poco contra la alfombra.

El hombre solo podía gritar inútilmente contra el suelo, ya que el pelo de la alfombra silenciaba su sonido, mientras ella disfrutaba dejándole la marca de su tacón. Cuando dejó de llevarse por sus emociones y supo exactamente qué era lo que quería preguntar, dejó de torturarle y levantó un poco el tacón para agacharse y así escuchar mejor su respuesta.

— Dime quién te tendió la trampa para que no acudieras a recoger el paquete.

Él emitió unos quejidos debajo de la suela de dolor y ella apretó más para sonsacarle la información.

— ¡Contesta!

— No... sé...— Dijo a duras penas, sufriendo.

— Dime quién o te juro que te agujereo la mandíbula con la aguja del tacón como si fuera un maldito clavo.— Le contestó ella tranquilamente, subiéndose un poco el largo vestido para poder agacharse mejor.

— La... po– li...

— ¿La policía? ¿La policía te ha descubierto? ¿Saben quién soy? ¿De quién ibas a recibir el paquete, eh?

— N–no... es– escapé.

— Más te vale no revelar nada de información sobre mí a la policía o te juro que estarás muerto, ¿entendido? ¡Nada de esto! Tú... y yo... nunca nos hemos visto.

Él asintió todavía gimiendo de dolor, aterrado, y Dai Lin volvió a ponerse de pie y estirar la pierna, cuando de pronto las puertas se abrieron de par en par detrás de ellos y alguien entró dentro, provocando un estruendo.

— ¡¿Qué está pasando?!

Cuando Dai Lin se giró hacia la voz que había escuchado, sus ojos se abrieron como platos al verle cruzar el umbral, y retiró el pie de encima del hombre rápidamente.

El Host || WayV「Lucas」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora