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Dai Lin entró en la habitación 14 de las golden, donde encontró a un hombre esperándola allí dentro. Se sorprendió de ver lo joven que era, ya que ella se esperaba a un hombre de mediana edad, pero lo cierto era que no pasaba de los treinta. Su apariencia lo hacía ver mucho más juvenil, con un simple camiseta blanca y unos pantalones vaqueros.

Al verla entrar le tendió la mano y ella se la estrechó algo confusa, pero se alegró de que se portase bastante respetuoso.

Lin le preguntó si quería algo de champán para empezar la noche y le sirvió una copa con una sonrisa mientras se sentaron encima de la cama para hablar. El hombre le contó sobre su vida, la cual le resultó ser un poco triste. Su esposa se había divorciado de él hacía relativamente poco y era un oficinista mal pagado, padre de un pequeño hijo al cual solo le dejaban ver los fines de semana.

La sonrisa de Dai Lin se fue desvaneciendo a medida que le iba escuchando y se dio cuenta de que ese hombre solo necesitaba alguien que se parase a escucharle y le entendiese por un momento en su vida.

Cuando acabó de contarle aquello, ella trató de animarle como mejor pudo, pero se dio cuenta de que el tiempo había pasado volando y el hombre se había acabado la botella de champán, mientras ella fingía beber un poco de su vaso todavía lleno.

Lin se disculpó un segundo y llamó por teléfono a Hendery para pedirle otra botella para el cliente, que le dijo que la tendría en cinco minutos.

Mientras tanto, el hombre no paraba de hablar y hablar sobre las desgracias que le pasaban, con el alcohol embriagándole cada vez más a medida que pasaban los minutos. Y, a pesar de que el tiempo pasaba muy rápido, la botella de champán que había pedido no llegó.

Volvió a llamar a Hendery unas cuentas veces más, hasta que lo cogió pero parecía no escucharle con el ruido de la música. Tan solo oyó cómo él le estaba hablando.

— ¿Hola? ¿Lin? ¿Eres tú? ¡No te oigo!

— Bueno, como te decía.— Escuchó a Lucas de fondo.— Me llevo las últimas dos botellas y...

Lin colgó la llamada con rabia y la mandíbula apretada, pensando que había sido todo por el idiota de Lucas.

Para remediarlo de alguna manera, lo disimuló preguntando al hombre si quería escucharle cantar una canción en el karaoke de la televisión. Sin embargo, cuando fue a encenderla y vio que el cable del enchufe estaba cortado, apretó las manos en puños.

El hombre, cada vez más borracho y deprimido, le miró agobiado. Lin caminó por la habitación en busca de algo que hacer, pero no encontró nada para distraerle y se puso nerviosa. Quería a toda costa que saliera bien.

— Oye, ¿quieres distraerte de tus problemas, verdad?

— Sí, a eso había venido... he pagado el pack completo, pero no tenemos alcohol, ni podemos cantar, ni bailar, ni nada...

— ¿Y te estás aburriendo de momento? Es mi primera vez y...

— Pensaba que esto sería diferente. No me siento más aliviado ni menos deprimido que antes. Y tampoco nos queda mucho tiempo porque solo he pagado dos horas.

Dai Lin se maldijo a sí misma y miró hacia el techo. Aquello estaba resultando fatal y lo único que se lo ocurría para arreglarlo era utilizar las únicas "técnicas" que había aprendido desde su primera noche allí. Las jugadas que Lucas hacía era todo lo que tenía y lo único que podía, con suerte, salvar su noche.

Lin, que nunca había tratado de seducir a ningún hombre, caminó hasta donde estaba sentado éste, encima de la cama, y se sentó en sus piernas. El hombre la miró muy confundido y apartó sus manos todo lo posible de donde estaba ella, como si le repugnara.

— Perdona pero, ¿qué estás haciendo?

— ¿Hacerte olvidarte de tus problemas...?

— Perdona, señorita Dai Lin, pero... yo... no...

Entonces ella comenzó a removerse el pelo y el hombre en seguida la empujó, apartándola de él, lo cual hizo que ella cayera al suelo, a un lado de la cama. El hombre se llevó sus dos manos al rostro, horrorizado, y salió corriendo hacia la puerta con prisa.

— ¡Voy un segundo al baño!— Exclamó yéndose de la habitación.

— ¡No! ¡Espera!— Ella trató de retenerlo alzando una mano al aire pero el hombre ni la vio.— Eso no es...

Suspiró y se dejó resbalar más en el suelo, con una mano sobre la frente. Claro, ¿qué pensaba que iba a suceder después de todo eso? No culpaba al hombre, era normal que quisiera huir.

— ... lo que pretendía. ¡Mierda!

El Host || WayV「Lucas」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora