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Dai Lin alisó su vestido liso de un rosa desvanecido con las manos algo nerviosa, tratando de quitarse los nervios. Se mordía tanto su labio inferior que se había vuelto de color rojo sin pretenderlo.

Mientras avanzaba por el pasillo para llegar a la habitación que Kun le había indicado en la primera planta, que era la número 14 de las salas golden. Entonces vio una figura esbelta que caminaba en dirección contraria, vestida con un traje a medida blanco con motivos negros estampados por todo él. Era una elección un poco peligrosa y excesiva para que lo llevara una persona normal y consiguiera lucirlo de aquella manera, así que en seguida lo reconoció en la distancia y paró de caminar para hacerse a un lado.

Trató de hacerse pasar desapercibida apoyándose en una de las puertas, aunque no había nadie más en el pasillo y era imposible que no le viera, por mucho que ella agachara la cabeza y él tuviera la mirada clavada al frente.

En cuanto se acercó y dio con ella en mitad del pasillo, Lucas paró también de caminar y se colocó las manos en los bolsillos.

— No sabía que hoy trabajabas.— Le dijo ella tímidamente, con la espalda pegada a la puerta de madera.

— Trabajo todas las noches.

De pronto se formó un silencio incómodo entre ellos que solo la alta música de fondo consiguió romper. Dai Lin se negó a levantar la cabeza y mirarle a los ojos. No sabía el por qué, pero se sentía algo avergonzada e incómoda por llevar un vestido delante de Lucas, tan diferente a como ella solía ir vestida, y con su pelo negro totalmente. Se echó un mano a éste, echando de menos sus mechas púrpura en las puntas, pero entonces dejó caer su mano, dándose cuenta de que él podía malentenderlo al pensar que lo hacía para que se fijase en su cambio.

— Tengo que irme. Es mi primera cita...

— ¿Tienes una cita?— Dijo él con el ceño fruncido.— Kun no me ha dicho nada.

— Sí. Tengo que irme.

Dai Lin hizo intención de marcharse, a lo que él le dejó pasar, evidentemente molesto, pero cuando lo hizo, en seguida la llamó, arrepentido de haberlo hecho.

— Lin.

— ¿Qué?— Se giró ella hacia él, mordiéndose el labio inferior apretando con sus dientes con fuerza.

— No vayas.

Dai Lin abrió la boca y, por primera vez en su pequeño encuentro, levantó la mirada, muy confundida por lo que acababa de decir. Lucas cerró los ojos por un instante, sumido en su propia decepción por haberle soltado aquello sin pensar con claridad, solo es que no quería que escapase. Después se acercó a ella con pasos largos.

— Yo pagaré por la pecera. No tienes que trabajar para nosotros. He cambiado de opinión.

Lin se acercó unos pasos a él también, de brazos cruzados, hasta que los dos estuvieron un poco más cerca el uno del otro, evitando su espacio personal.

— ¿De qué vas? ¿Te piensas en serio que voy a aceptar dinero de ti?

— No te estoy dando nada. Solo olvida el tema de la pecera y vete a tu casa. Yo pagaré por ella, no tú.

— Estás de broma, ¿no?— Dijo Lin con enfado, sintiéndose estúpida por haber perdido todo ese tiempo intentando aprender algo de él, para nada.— Si te arrepientes de haberme conocido tanto...

— ¡Sí!— Soltó él rápidamente, con el ceño fruncido y los labios en una fina línea, sin dejarle acabar la frase.

— ... no haberme cogido el paquete, gilipollas.

— Ojalá no lo hubiera hecho.

La chica comenzó a sentir un nudo en la garganta, que no le dejaba hablar hasta que tragó saliva con fuerza y presionó sus dedos contra la palma de su mano, clavándose las uñas con enfado. Le entraron unas tremendas ganas de cogerle por los collares dorados que llevaba en su cuello y tirarlo al suelo.

— Tengo un contrato con Kun. ¿Qué harás?, ¿romperlo como si nada? Ah, espera, si no puedes. Porque el contrato es entre él y yo.

— No puedo obligarte a no ir a esa cita pero te juro, Lin, que te la voy a arruinar tanto como pueda.

— Pues buena suerte con eso, capullo. Porque lo voy a hacer tan bien, que os voy a superar a todos los tíos en esa estúpida tabla de puestos que tenéis.

Lin dio media vuelta para retomar su camino e intentar actuar como si ese encuentro no hubiera existido nunca. Y aquello hubiese sido así de no ser porque Lucas le cogió del brazo inesperadamente con una de sus grandes manos, la cuál se lo envolvió y tiró de ella para volverla a girar hacia él. Dai Lin, molesta, intentó deshacerse de su agarre.

— ¿Qué haces?

— ¿Por qué lo malinterpretas todo?— Le susurró, acercando sus grandes labios a ella, lo cual la distrajo durante un segundo, pero no dejó que se notara.

Entonces Lucas aflojó el agarre de su mano y la subió lentamente por la manga de su brazo, acariciándole con ella hasta
dejarla sobre su clavícula. Por el imparable movimiento de su mano, uno de los botones sueltos de su vestido se abrió, dejando que el cuello bajara por el hombro, teniendo vía libre en aquella zona.

Lin, sin poder apartar la mirada hipnotizante del masculino cuello del chico, su resplandeciente piel del color de la miel, sus gruesos labios y sus enormes ojos oscuros, se dejó distraer por éste.

Pero Lin volvió a sus sentidos cuando notó la mano de él sobre su cuello y se repuso rápidamente, tapando su piel descubierta y mirando a su alrededor por si alguien aparecía en el pasillo sin que se dieran cuenta. Sin embargo no había nadie más que ellos y a Lucas no parecía importarle.

— Aléjate.— Le dijo mirando hacia abajo porque se le hacía demasiado vergonzoso mirarle a sus expresivos ojos tan cerca después de aquello.

Él le hizo caso, quitando su mano y bajándola hasta dejarla caer para alejarse tan solo un paso hacia atrás.

— ¿Estás segura de que es lo que quieres?

— Mira, Lucas, que no admitas que tengo razón es tu debilidad.— Le dijo alzando la vista, pudiendo hablar con más confianza para dejarle las cosas claras.— Seguramente te has pasado toda tu vida ganando y nadie se atrevía a desafiarte. Pues lo siento, pero yo no soy ninguna cobarde y no me intimidas para nada o lo que sea que trates de hacer. No puedo empatizar contigo porque eso no me pasa. Yo sé cuando he perdido.

Cuando era pequeña, su madre siempre le dijo que no confiase en nadie y que no se dejase engañar por las personas, porque se aprovecharían de ella y después la dejarían tirada. Pero había algo en él, no es que hacía que desconfiase, que eso ya era algo habitual en Dai Lin, sino que le decía que era alguien que le iba a hacer sufrir si no se alejaba lo suficiente.

La mirada de Lucas atravesó su vestido, su piel, y descubrió su interior más vulnerable. Pero ella no pensaba apartar la mirada primero, por mucho que tratara de hacerle sentir pequeña.

— No te hagas una idea equivocada, porque como ya te dije, para atacar bien a una persona antes debes conocerla. Y tú no me conoces, Dai Lin.

El chico hizo énfasis en la pronunciación de su nombre completo, ahora que lo sabía gracias a que Yanmei lo había hecho público, cuando ella no quería que Lucas lo supiera.

— Oh, vamos. Todas estas chicas a tu alrededor que creen que tienes un encanto irresistible... Por favor... sé que detrás de ese aspecto eres tan gélido como un maldito témpano. Le romperías el corazón hasta a la hija del presidente y no vacilarías ni un poco, ¿me equivoco en eso?

La mirada de Lucas parecía diferente a como le miraba normalmente. Había algo en sus ojos que le dijeron que había tocado un trozo de mecanismo del chico que guardaba para él mismo. Parecía dolido por sus palabras y eso era algo que veía por primera vez.

— Eso pensaba.

Lucas se quedó sin palabras y solo pudo apartar la mirada e irse hacia el lado contrario por donde ella iba. Lin tragó saliva, todavía molesta con él, pero en el fondo sentía pena por las duras palabras que le había dedicado.

El Host || WayV「Lucas」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora