-QUINCE-

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Se le hizo imposible subir al ascensor, así que bajó por las escaleras a toda prisa, dejando que sus zandalias se escucharan por todo el pasillo. Se olvidó por completo de Gabe, de todas las personas con las que podía disfrutar el resto de la noche.

Entró al apartamento sin aire, cansada por los saltos que dió en cada escalón, cerró la puerta con llave para no tener interrupciones.  Quería respuestas de Adel, saber porqué se había tomado la molestia en hacerse pasar por Jacob.

Para su sorpresa Valentina encontró el lugar desordenado, como si un huracán hubiese querido acabar con el apartamento. Los cuadros de su padre, aquellos que estaban en el pasillo, ahora se encontraban rotos. Tomó uno de ellos con cuidado de no cortarse con los vidrios esparcidos en el suelo y leyó lo que quedaba de aquel texto.

Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, pasa por lugares áridos buscando descanso; y al no hallarlo, dice: ''Volveré...

El resto del texto no estaba. Se preguntó si ese desastre lo había hecho Adel. Miró la sala oscura y suspiró. Tocaría para que él regresara, se acercó al piano y antes de que tocase una tecla, alguien habló.

-¿Qué haces aquí?-preguntó Adel. Esa pregunta a pesar de que estaba molesta, le causó algo de gracia. Era su hogar, no de Adel.

Valentina se giró para encontrarse con esa sombra negra, alta y horrible. No necesitó tocar para que él apareciera.

Conocía lo suficiente a su padre para saber que si se enteraba de aquello él se molestaría. ¿Que respuesta iba a darle? No le gustaba que tocansen sus cosas. Siempre fué muy reservado. En todo los años que llevaba a su lado aún no sabía como era el interior de su habitación, de su oficina desde hace un año atras.

Recordó la ocación en la que eran las nueve de la mañana y su padre aún no se había levantado. Jack era un hombre que todos los días a las cinco de la mañana estaba despierto, aquel día fue direfente. Valentina caminó por el pasillo hasta llegar a la puerta de su habitación que estaba solo un poco abierta, prefirió no hacer nada de ruido y se asomó. No le gusta recordar aquello, ella simplemente regresó a la sala. Su padre estaba sin camisa y con unos pantalones desgastados, caminaba con un libro en la mano de un lugar a otro, parecía estar desesperado. Eso no fué lo que llamó su atención, si no el tatuaje extraño que llevaba muy cerca de su ombligo, jamás se lo había visto, a su alredor la piel estaba roja, como si estuviese recien hecho. Aún tenía ese tatuaje presente en su cabeza, jamás lo olvidó, lo buscó varias veces en internet pero nunca consiguió nada similar. No se atrevió jamás a preguntarle, pero ahora cuando llegara a casa si que haría todas las preguntas necesarias, así el miedo estuviese en su contra.

—¿Tu lo has hecho?—fué la pregunta a su respuesta— No te basta con hacerte pasar por Jacob, si no que rompes las cosas de mi padre...¿Qué es lo que quieres?

—No fuí yo. No tengo porqué romper tonterías aquí.—Valentina entornó los ojos, no le creyó así que hizo más preguntas.

— Se que has sido tú. ¿Sabes algo de Jacob?—miró fijamente lo que debía ser su rostro. Un simple borrón negro.

—No he sido yo. Solo necesitaba que tocaras para mi y no quisiste hacerlo. Tuve que usar el nombre de ese tal Jacob. —respondió él.

—Yo no puedo creer que hayas hecho esto. Yo no se nada de Jacob y al escribirme pensé que estaba bien y ahora no hay respuestas de él...

—He notado que te importa más de lo que creía.—la interrumpió.

Valentina tragó seco. No le importaba Jacob del modo al que se refería Adel.

Jacob era un hombre muy viejo para ella, no sabía su edad exacta, pero sabía que le llevaba unos diez años de diferencia. Era elegante, siempre resaltando entre los demás, atrayendo a cualquier mujer.

AEDERLAN [Poder De Los Caídos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora