-TRECE-

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—Sin ánimo...Que patético, ¿me pregunto por qué lo haces? Puedes irte. Ni siquiera deseas estar aquí.

Valentina siguió tocando.

—Quise hacerlo.

—Mientes.

—¿Por qué lo haría?

—Hay una razón más. No dejarías a ese estúpido chico por venir a tocar para mi.

Él estaba en lo cierto. Pero Valentina no mostró expresión alguna que se lo confirmara. Lo bueno era que no sospechaba que lo hacía por Jacob.

—No te permito que hables así de Gabe.—Valentina dejó de tocar y enfrentó aquella sombra horrorosa que se paseaba por la sala.

—Entonce debería eliminarlo. Así deja de existir de una vez.

Valentina se alarmó.

—No puedes hacer eso. No tienes derecho.

—No me dices que debo hacer. ¿Por qué me has llamado Valentina?

—Yo no le hecho.

—Has tocado para mi.

—Toco porque me gusta. No porque quiera soportar cada segundo tu feo...—se cayó la boca.

—Vamos, dilo Valentina. Quiero oírte.

—Tu feo cuerpo...Eres una cosa extraña—Valentina erutó sin previo aviso y se tapó la boca... Estaba un poco alterada y solo dedujo que podía haber sido la bebida. Se sintió super apenada con Adel.

—Me agradas.—dijo Adel desapareciendo delante de ella.

—Lo siento fue algo imprevisto. Yo no acostumbro a hacer...

—Lo se. Es el efecto de lo que has tomando. —Adel dse paseaba de un lugr a otro.Estaba en la otra esquina.

—Es solo vino.

—Si. Lo han traído de las viñas más cercana. —Adel desapareció por completo y Valentina lo buscó, caminó hasta el balcón. Adel ya no estaba. Se odió por su torpeza.

Quizá debía tocar solamente y hablar menos. Deseó haber ayudado a Jacob.

Sacó su teléfono del bolsillo y le dejó un mensaje. Solo esperaba haber cumplico con lo que se le había pedido.

—Sigo aquí Valentina. ¿Por qué lo haces?

Valentina casi dejó caer el teléfono y se giró con la mano en el pecho.

Rapidamente le vió en la oscuridad, muy cerca de la cortina. A Valentina comenzaron a temblarles las manos.

—¿Hacer qué?...—preguntó nerviosa. Aquel demonio la había descubierto. Estaba segura de ello.

—Traer personas aquí. Es un peligro.

No leyó su mensaje. Eso era bueno para ella.

—¿Y tú que eres? Tambien  puedo considerarte un peligro.

—No viene al caso. Simplemente trato de advertirte. Aún estás a tiempo de que se marchen.

—¿Por qué? No dejaré que nadie salga de aquí. No hasta saber de que peligro me hablas.

—En fiestas como éstas se derrama sangre.

—¿Sangre? —Valentina se cruzó de brazos y caminó en medio de la sala, esquivando la mesita de vidrio.—Solo son personas divirtiendose. Tu no sabes lo que eso. No eres humano para saberlo.

—¿Y tu si?

Aquella pregunta le arrancó a Valentina una carcajada.

—Por supuesto que lo soy.

AEDERLAN [Poder De Los Caídos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora