-VEINTICUATRO-

1.5K 215 20
                                    

He pasado el día encerrada en mi habitación. Hablé con Gabe y no recuerda absolutamente nada de la fiesta. Así que solo quedé en verme con Gabe el siguiete día para hacer el trabajo.

Pénelope si lo sabe todo. Luego de enviarme unas fotos dónde me vió entrar con Dante la bar Las siete copas, corrí de inmediato hasta Lilo y le pregunté si Penélope era de fíar, si espiarme era una mala señal. A lo que me respondió que ella tenía un don que le había sido arrebatado hacía mucho tiempo atras. Podía ver el interior de las personas tal y como eran. Lo que significaba que podía tenerla cerca.

Afuera aún llueve, la ciudad de Portland es un lugar perfecto para los amantes de los tiempos lluviosos.

Miro la hora en mi teléfono y son las ocho de la noche. Recuerdo la vez que Adel me pidió que tocase para él, me rehusé a hacerlo y no sabía que lo pedía porque realmente lo necesitaba. Cierro mis ojos y lo primero que recuerdo es la espada clavándose sobre aquel muchacho que luchaba contra él.

Las voces de aquellas personas gritando su nombre, se repiten en mi cabeza una y otra vez. Alguien decía que habían capturado una luz negra. Y tambien recuerdo que Adel me dijo que yo era una.

No se a que se refiere con una Luz negra. Lo busqué en internet y no conseguí nada que me diera una respuesta. Pero algo no olvidé
y es ese dicho del Bar las siete copas. Estuve investigando y descubrí que otros cuatro bares con el mismo nombre estan en otros paises como Mexico, Francia, Chile, Inglaterra, y tres aquí. Uno en San Francisco, Nueva York y Portland.

El más poderosos de todo es dueño de tres bares, que son los que están aquí en los Estados Unidos pero hasta ahora nadie le ha visto.

¡Toc!

¡Toc!

Dos toquesitos hacen que me levante de la cama y deje mirar el techo.

-Valentina-es la voz de mi tía.

-¿Si? -miro directamente la puerta de madera. Realmente no quiero que entre a mi habitación.

-Quería saber si quieres dar una vuelta conmigo. Podemos ir al cine con Lilo.

No vayas.

Es la voz de Adel que habla a mis pensamientos. No puedo evitar moderme los labios.

Realmente ni me reconozco.

-No lo se. Puede ser otro dia. Realmente necesito descansar.-miro a todas direcciones del cuarto.

-¡Oh vamos querida! No puedes quedarte aquí encerrada.

Puedo llevarte a un lugar mejor.

Responde Adel a mis pensamientos y me contengo de no gritar de emoción.

Tranquila Valentina. Tómalo con calma.

-Lo siento. Pero no me apetece salir. Me siento mal-toso varias veces.

-Esta bien. Descansa. Cualquier cosa me llamas. Estaré aquí en la sala.

Solo escucho como suenan las agujas de sus zapatos al alejarse. Está aburrida, lo se, no he hablado con ella luego de haber almorzado y enterarme qué está divorciada. Parece querer hacer las pases conmigo, pero cada vez que me veo en el espejo no olvido como tomó mi cabello y lo cortó sin piedad y hasta ahora no se ha disculpado, ni mi cabello ha crecido lo suficiente.

-¿Adel? ¿Dónde estás?-me acerco hasta la ventana y miro hacia el balcón, pero no hay señal de él.

Me quedo allí por un buen rato esperando a que aparezca, pero no lo hace. Me toma esperar unas tres horas hasta que veo la luz de la cocina apagarse y las del resto de la casa, lo que significa que mi tía ya se ha acostado.

Me cambio nuevamente el vestido y me pongo un jeans con una franela manga corta. Me echo todo el maquillaje que tengo y peino mi cabello. Quizá no hay mucho cambio, pero al menos mis labios tienen algo de brillo y mis pómulos rubor.

No espero ni un minuto más y salgo hasta la sala dónde la oscuridad no deja apreciar nada de mi casa, así que enciendo la luz del teléfono.

Si toco a esta hora puede que despierte a mi tía y es lo menos que deseo en este momento.

-Adel...-siseo. -¿Estás aquí? -camino silenciosamente hasta la sala.

-Si. Aquí estoy Valentina. -susurra muy cerca de mi oído. -disculpa la tardanza pequeña.

Me volteo y le alumbro el pecho. Me llevo una gran sorpresa al ver que no es una sombra delante de mi.

Es Adel con una camisa negra ajustada a su pecho. No puedo evitar dejar que mi dedo indice lo toque en el pecho para comprovar que realmente está aquí delante de mi.

Termino por seguir alumbrando hasta llegar a su rostro, sus labios provocativos, sus ojos color café que se ven tan negro como la oscuridad a nuestro alrededor.

-¿Cómo es posible? Lilo me había dicho que no volvería a verte al menos qué...

-Al menos que haya otra pelea.

Lo miro confundida.

-Y mi nombre debe estar escrito en el libro para....

-Para poder verme.-me interrumpe.

-¿Quiere decir que has peleado nuevamente.?

Adel asiente. Tocar ese tema es como arrebatarle la poca alegría que veía hace solo un momento.

-Así es pequeña.

-Lo siento.

-No te disculpes. Salgamos de aquí antes de qué tú tía se despierte. -pone una mano en mi espalda. Lo que me poduce un cosquilleo.

-¿A dónde iremos?

-Te sugiero que cierres los ojos y no grites.-sonríe de medio lado.

Yo asiento asustada y no necesito cerrar mis ojos porque Adel pone sus manos sobre mis palpados y luego me abraza con fuerza. Me siento diminuta porque Adel es realmente el doble de mi tamaño. Huele muy rico, a una mezcla de jabón con perfume qué enloquecería a cualquier mujer.

Me pregunto dónde vive exactamente.

No puedo evitar abrir los ojos cuando siento unas gotas caer por mi piel y el frío apoderarse de igual manera. Estamos en el balcón, a la orilla del precipicio. Mis manos se aferran a su cuerpo, a su cintura y antes de que pueda gritar, él se lanza al precipicio conmigo.

***

FIN DEL MARATÓN

Serkan Cayoglu- como Jacob

AEDERLAN [Poder De Los Caídos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora