Mi querida sangre sucia

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 ---Draco---

Al salir del Gran Comedor estaba por dirigirme al despacho de Snape (mi padre me había dicho como llegar) cuando mi hermosa Hermione me detuvo.

-Draco -dijo- ¿tus padres son magos?

-Soy un Malfoy -respondí como si fuera obvio, después de todo para mí lo era.

-¿Eso fue un sí?

-Los Malfoy no tenemos ni un solo muggle en nuestro árbol genealógico.

-¡Eso es impresionante!

-¿Eres mestiza?

Lo siguiente que dijo me dejó sin aliento.

-No. Mis padres son muggles.

Aquello fue para mí como un jarro de agua helada. ¡El amor de mi vida era una sangre sucia! No, no, no, no, ¡no! No mi Hermione, ¿qué hice para merecer esto? Mi sorpresa y desesperación debía de notárseme en la cara, porque Hermione se apresuró a preguntar algo nerviosa:

-¿Eso es malo?

No supe que contestar, así que huí:

-Debo irme, el Profesor Snape me espera.

-Pero... -empezó a argumentar.

-¡Adiós! -la interrumpí bruscamente, dejándola con la boca abierta.

Y sin decir nada más corrí al despacho de Snape como si ahí se encontrara el paraíso, aunque más bien era la entrada al infierno, y yo tenía un boleto que me llevaría directo allí.

-¡Señor Malfoy! ¿Cuál es la prisa, si puede saberse? -exclamó Snape cuando llegué a su despacho jadeando.

No contesté.

-Sígame, lo enviaré con sus padres. -suspiró con desaprobación.

Asentí. Nos dirigimos a la chimenea y Snape me entregó los polvos flu, me paré en ella y al arrojarlos al suelo grité:

-¡Mansión Malfoy!

El torbellino me tragó y sentí como todo daba vueltas. Era como ir a una velocidad de vértigo a todas las chimeneas. Vi varias salas de modo que me mareé y cerré los ojos. Lo siguiente que vi fue la radiante sonrisa de madre al abrazarme. Había llegado.

La fuerza del destino (Draco y Hermione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora