Amigos por un día

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---Draco---

-Malfoy -oí que la voz de un ángel me llamaba. -¡Malfoy! -sentí que alguien me volteaba y me zarandeaba, pero apenas y estaba consciente de que sucedía. -¡Malfoy! -ésa voz me hizo sentir reconfortado, como en mi hogar, luego unas manos suaves me acomodaron en algo cómodo.

Abrí los ojos.

Estaba con la cabeza apoyada en algo cómodo, mirando hacia arriba un techo negro que parecía estar muy abajo. Volví la cabeza.

Me quedé sin aliento.

Tenía a mi Hermione ante mis ojos, leyendo un libro, con su cabello castaño cayendo como dos hermosas cascadas a ambos lados. A pesar de eso logré ver su cara, suave, y los ojos brillantes por la lectura. Se veía preciosa leyendo. Noté que no se había percatado de que yo la miraba, así que me tomé la libertad de observarla sin piedad. Es de mala educación mirar a alguien fijamente, pero si la persona que miras no sabe que la observas no hay problema. Su rostro era suave y su nariz perfecta, tenía unos ojos cafés brillantes y risueños, las facciones delicadas, la barbilla perfectamente delineada, con su estilo despeinado y rebelde, me quedé embobado mirándola. "Muy bien Draco, ya basta, la observaste demasiado, ahora regresa al hijo de Lucius Malfoy y actúa con, ammm... ¿naturalidad?". Me decidí a espantarla. Con mucho sigilo me acerqué por detrás, con cuidado de que no me escuchara respirar, ella no se dio cuanta al estar leyendo. Acerqué mi boca a su oreja, para después gritar:

-¡Granger!

Dio tal salto que tiró el libro al suelo y se volvió con sorpresa, yo me solté en carcajadas y me tiré en el piso riendo. Me dirigió una mirada asesina, lo cual solo me causó más risa. Cuando se me hubo pasado la risa ella seguía muy molesta, yo fingí que no me importaba, aunque por dentro deseaba que fuéramos novios y yo al asustarla ella gritara algo tipo "¡Malvado me asustaste!", pero sabía que eso no era posible. La pondría en peligro, llevaba dos años amándola en secreto, enviándole flores, chocolates y regalos anónimamente.

-Me alegra que lo tomes tan bien -dijo, yo todavía sonreía pícaramente.

-¿Qué quieres decir? -contesté, burlón.

-¿No te has dado cuenta? ¡estamos encerrados!

Mi sonrisa se desvaneció.

-¿Ence-ence-encerrados? -repetí horrorizado. ¡Encerrado! ¡Encerrado con una chica! ¡Y no solo con una chica, más bien con "la chica": Hermione Granger!

-¡Si, encerrados!

Traté de mostrar en vez de miedo a que me descubriera asco haciendo una mueca.

-¡Contigo! ¡Con una sangre sucia! -exclamé- ¡Un Malfoy está encerrado con una sangre sucia!

-¡Pues acostúmbrate! -me gritó, levantándose, dolida, yo me maldije como 50 veces. -¡Porque aquí estaremos hasta que nos encuentren!

Me dio la espalda y se sentó con los brazos cruzados en la esquina. Yo quería abrazarla y pedirle perdón, pero con el paso de los años uno aprende a hacer todo lo contrario:

-¡Nunca podré acostumbrarme a estar con una inmunda! -le espeté, aunque me tembló un poco  el labio al hacerlo. Le di la espalda. Ella me ignoró.

¿Has tenido una de esas tardes donde no tienes nada que hacer y te la pasas aburrido? Entonces auméntale que tu amad@ está molesto contigo y tu te sientes culpable, y encima no le puedes pedir perdón. Así es como me sentía yo. Impotente, culpable, frustrado, aburrido y cobarde. Me la pasé pensando en una forma de pedir disculpas y hablar con ella sin dejar de parecer el mismo idiota con el apellido "Malfoy", pero nada se me ocurría, lo único que pensaba era algo tipo "Oye Granger estaremos aquí un rato y no quisiera pasármelo aburrido contigo molesta, así que supongo que lo siento, ¿por qué no la llevamos en paz?" pero no me parecía que era algo que Malfoy diría, por lo que no me atreví a decirlo

---Hermione--- 

Comenzaba a aburrirme y pensé en decirle a Malfoy que ya se me había pasado el enojo, que la lleváramos en paz, pero sentía que él me diría algo hiriente y volveríamos a encontrarnos en la misma posición. Aún así no perdía nada:

-Oye Malfoy -me volví, el seguía des espaldas a mí, pero sabía que me escuchaba. -Vamos a estar aquí mucho rato así que... bueno... ¿y si hacemos las pases y... hum... nos llevamos bien hoy?

---Draco---

No podía creer lo que acababa de escuchar. Me volví, su mirada era tímida y parecía algo avergonzada, pero el ver mi cara de sorpresa la relajó, comprendí que esperaba que la mirara como si fuera una especie de horrible cucaracha.

-Yo... -dije.- Me parece bien, siempre y cuando no se lo digas a nadie, te lo advierto, Granger.

-No se lo diré a nadie -me aseguró.

-Más te vale -contesté.- Bien, hum...

Antes de que yo pudiera decir nada ella me preguntó algo bruscamente:

-¿Por qué? ¿Por qué crees que soy una inmunda? ¿Por qué nos tratas a Harry, Ron y yo como si fuéramos insectos deformes? ¿Por qué odias a los Gryffindor y Hufflepuff? ¿Por qué te crees superior? ¿Por qué...?

-¡Detente! -ella obedeció. -¿Quieres realmente que nos tratemos como si fuéramos amigos?

-Hoy quiero que nos tratemos como si fuéramos muy unidos -declaró ella.

-Bien, entonces te diré la verdad -empecé aunque mi sentido común me gritaba que me detuviera, no lo escuché:- Pero lo que se dijo aquí se queda aquí, y quiero que al salir vuelvas a tratarme como si no te hubiera dicho nada.

-Lo haré.

-¿Lo juras?

-Lo juro.

-Entonces prepárate para escuchar quien soy realmente.

La fuerza del destino (Draco y Hermione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora