Sinopsis.

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Erick tenía una grandiosa relación con Joel, realmente ellos se amaban y se notaba, al igual que la felicidad que irradiaban.

Joel siempre daba lo mejor de si mismo para cuidar de su pequeño novio, cada vez intentaba ser mejor y darle todo para enamorarlo como la primera vez o más.

Erick pensaba que no era necesario, su presencia bastaba para que fuese feliz. Su belleza lo enamoraba, y lo mejor era que, aún si Joel dejaba todo lo que hacía de lado, seguiría siendo el mejor novio.

Su pasión crecía con cada hoja que nacía en un árbol.

Simplemente vivían para amarse. Su conección era perfecta y todos a su alrededor podían notarlo.

Lo sabían. Sabían que esos dos tenían mucho más que una historia de amor. Tenían una historia de vida. Y la vida no existiría para ellos sin tener al otro a su lado.

Tenían problemas, claro, como cualquier pareja.

Pero resolvían esos problemas como ninguna de esas parejas podían hacerlo.

Su comunicación era muy entendida por ambos. Además que las palabras que decían ambos, tenían mucho poder sobre el otro.

Su relación era tan fuerte, que no dudaban que morirían juntos. Pero creían que eso sería cuando fueran viejitos.

Se querían, se amaban.

Joel cuidaba de Erick siempre que éste tenía accidentes, pues el ojiverde era muy distraído y siempre terminaba lastimado.

Pero con Joel a su lado siempre se recuperaba.

Le daba la fuerza, y con su apoyo, estando juntos siempre salían adelante.

Su relación tenía cimientos fuertes.

Nunca se derrumbaría su amor.

Cuando uno tenía problemas el otro siempre estaba ahí para apoyarlo.

Aunque no podían hacer sus votos como los católicos, en una iglesia, no lo podían hacer como ninguna religión.

Pero aún con eso, no hacía falta decir que estarían siempre juntos.

En las buenas y el las malas.

Y hasta que la muerte los separase.

Pero ese momento llegó más pronto de lo que cualquiera hubiese esperado.

No era exactamente lo mismo, pero prácticamente era morir. Morir en vida.

Joel había caído en un estado de coma, eso fue debido a un conductor ebrio, quien lo arrolló a la salida de su casa.

Un derrame cerebral, eso había tenido.

Los doctores intentaron de todo y lo único que lograron fue mantenerlo "vivo", pero en coma.

Erick no perdía la esperanza de volver a estar con Joel.

Le hablaba, le cantaba, hacía tremendas estupideces frente a su camilla con las esperanzas de que Joel riera.

Por las noches, se dormía en una silla junto a la camilla de su novio mientras le tomaba la mano.

Sus ganas eran de sentir que Joel despertaba y apretaba su mano. Todas las noches le leía un cuento diferente, pues a Joel le gustaba eso, al terminar se dormía.

Los doctores decían que Joel podía escucharlo, así que siempre hacía sus chistes.

Chris, su cuñado, decía que no era bueno contando chistes pero aún así, aprendía de él y cada vez le parecían más divertidos.

Joel siempre había reído con sus chistes, decía que no sabía si él era muy simplón o si Erick era un buen comediante.

Pero ahora no reía.

El único que apoyaba a Erick en su dolor era Chris, quien diariamente los visitaba en el hospital con comida, ropa para Erick, y el dinero para seguir pagando el hospital.

Erick ya no trabajaba y Chris tenía una gran responsabilidad manteniéndolos a los dos y a él mismo.

Pero el amor seguía entre Erick y Joel, y entre Joel y Chris.

Ahora también se fortalecía la relación de los cuñados.

Erick y Chris se llevaban muy bien.

Mi florecilla || Joerick, Erickdiel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora