Treinta y uno.

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Un mes después, por la mañana Joel despertó con tremendas ganas de ir al baño, miró el despertador a su lado, el cual marcaba 07:12. Era una hora justa para dejar la pereza, entonces se levantó y caminó con pasos lentos, previniéndose para no caer, pues aún estaba un tanto adormilado.

Cuando terminó de hacer lo suyo lavó sus manos y, bostezando caminó fuera del baño, al terminar de bajar por las escaleras siguió con dirección a la cocina, pues el hambre se había apoderado de su cuerpo y un delicioso aroma llegaba a sus fosas nasales, llamándolo.

Cuando estuvo más cerca comenzó a escuchar las risas y voces de Christopher, Richard y Yoandri. Sonriendo se adentró a la pieza y cuando lo miraron los tres, sonrió, jalando hacia atrás un silla para sentarse, acomodándose mientras soltaba una frase feliz.

— Huele rico, ¿Es día de consentir a alguien?

Colocó el rostro sobre sus manos, con los codos apoyados en la mesa y miró a los tres presentes. Frunció el ceño cuando no le respondieron y se giró para ver detrás de él lo que causaba tal gesto de sorpresa en sus rostros.

— J-Joey —habló Christopher, tartamudeando sin creerse lo que veía.

Un tanto asustado, Joel se abrazó a sí mismo, frotándose los brazos.

— Tienen cara de haber visto un fantasma, ¿Qué sucede?

— ¡Joel, te levantaste! —habló rápidamente Yoandri.

Joel sonrió, frunciendo nuevamente el ceño.

— Claro, es que ya es un poco tarde.

Los tres chicos quedaron en silencio un momento, pensando en lo torpe que debía ser para no darse cuenta de lo que estaba pasando. Entonces Yoandri se levantó casi corriendo y tomó entre sus cálidas manos el rostro de Joel, dando suaves caricias a sus mejillas con los pulgares.

— Esto es un milagro —soltó de repente con los ojos brillantes, y una sonrisa.

— ¿Tú crees en los milagros?

— ¡Por supuesto Joel! —chilló, dándole un montón de besitos en el rostro, haciéndolo reír— Es un milagro que hayas venido hasta aquí tú solo, las terapias te estaban ayudando de forma muy lenta, y que de un momento a otro puedas andar como si nada te hubiese pasado, es realmente un milagro.

Joel abrió ampliamente sus ojos y comenzó a pasarse desesperado las manos por todo el cuerpo, comenzando a sonreír de a poco con gran emoción.

— ¡Carajo! —gritó feliz— ¡Estoy vivo de nuevo!

Con tremendo entusiasmo, entre risitas de todos, Richard y Christopher se acercaron también y con cuidado de no lastimar al chico, los tres lo abrazaron, sintiendo como se dejaba mimar, acurrucándose en quien podía.

— Dijimos que todo iba a estar bien —habló Richard, sobando su espalda.

Joel lo miró con cariño y lo abrazó fuertemente.

— Y lo está —sonrió entre el abrazo—, gracias por cuidar de mí aunque ni siquiera me conocías.

Christopher lloraba abrazado al cuello de Yoandri, estaba tan feliz que esa habitación sido su reacción. Siempre era muy emotivo, y ¿por qué no ahora?, si su hermano había recuperado la movilidad completa de su cuerpo. El pelinegro intentaba tranquilizarlo, acariciando su cabello.

Literalmente aquello había sido un milagro, eran pocos avances y muy lentos, y de un día para otro simplemente despertó sin siquiera tener conciencia de que había un gran cambio.

— Joel, tengo que hacer una revisión, ¿Te sientas? —preguntó Yoandri en tono dulce y Joel asintió, sentándose frente a él— Gracias bonito.

Mi florecilla || Joerick, Erickdiel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora