Tres.

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— A-amor, oye te dije que-e no. —

Hablaba Chris un poco tentado, lo cual lo hacía ponerse nervioso y hablar entrecortado.

— Vamos, su novio está con él. —

— Sisisisi... Pero, debo ir. Debemos. —

Richard hizo un puchero.

— Por favor, Chris. —

El castaño suspiró rendido de negarse ante sus impulsos por estar con su prometido.

— Está bien, pero rápido. —

Sin decir más, Rich soltó un gritito de triunfo y ambos quitaron sus ropas rápidamente, sus zapatos y todo lo que los cubría.

Chris tomó el control de la situación, aventó al moreno al sillón y se arrodilló.

Pasó su mano al miembro de Richard y lo apretó, entonces acarició el glande con su pulgar.

Miró a su moreno y tenía los ojos cerrados, eso era señal de que le gustaba lo que hacía.

Aprovechó aquello para pasar su lengua por toda la longitud de Richard, y la detuvo en la punta, haciendo un juego con ella.

Eso parecía gustarle a Richard, pues soltó un gruñido que le hizo sonreír.

Se levantó, se colocó encima de las caderas de Rich, acomodó el pene en su entrada y fue bajando de a poco.

Al meterlo por completo gimió.

Entonces sintió como Richard succionaba su cuello.

Eso seguro dejaría marcas, pero en ese momento no les importaba.

Luego de estar un momento sin moverse, Richard dejó su cuello y atrapó sus labios.

Los mordía con fiereza, lamía y succionaba.
Sus labios se acoplaban muy bien, y sus lenguas amaban encontrarse.

Fue entonces cuando Chris comenzó a moverse en círculos, y de arriba a abajo, dando pequeños saltitos.

Richard tomó su trasero y lo abrió para tener más espacio de entrar.
Lo elevaba casi hasta retirarse de él y luego lo bajaba rápida y fuertemente al mismo tiempo que impulsaba sus caderas hacia arriba de la misma forma, haciendo embestidas prácticamente salvajes.

En la casa no se escuchaba más, que gemidos, gruñidos, gritos que tenían nombres en ellos, y sabemos cuales eran.

Además del sonido de sus pieles chocando.

Richard se corrió dentro de Chris, se quedó llenándolo por completo, pero Chris se movió un poco más para correrse.

Cuando lo hizo, regularon su respiración. Se besaron cortamente pero disfrutaron el beso, y corrieron al baño.

Se ducharon, al salir se arreglaron rápidamente y subieron al auto de Richard con sus celulares en mano y llaves.

Se dirigieron al hospital y encontraron a Erick llorando.

— ¿Qué sucede? ¿Todo bien, Erick? —

El chico asintió.

— Estoy bien Chris pero ya no puedo, no soy fuerte. No soy fuerte. —

Repitió entre sollozos.

— Claro que lo eres, has estado mucho tiempo aquí y no te has dejado vencer. Yo estoy aquí, entre los dos ayudaremos a Joel a seguir y tú vivirás eternamente con él. —

— Es que no lo entiendes. Él es quien me da fuerzas cuando tropiezo, pero si él no está no puedo seguir. —

— Puedes tomar mis fuerzas Erick, no necesitas las suyas. Él no tiene por ahora, y ya que siempre te ayuda debes ayudarlo tú. —

— Eso intento Chris pero, soy muy débil. Con lo que pasó la semana pasada ya no sé si estar feliz de que pueda moverse involuntariamente o tener miedo de sus movimientos. —

— ¿Por qué? —

— Sus movimientos me hacen creer que puede despertar, pero no quiero pensar en que se puede hacer daño. Además, el que la camilla estuviese tirada es raro. No pudo ser él. —

— ¿Piensas que hay alguien que le quiere hacer daño? —

— ¿Más?.. Ya no sé que pensar Chris. —

— Tranquilo. —

Lo abraza y Erick lo recibe bien.

Richard observa con ternura.

— Te quiero Chris. —

— También te quiero. —

Besa su frente y Erick sonríe.

Se fija en el moreno y se aleja de Chris.

— ¿Tú eres Richard? —

— ¿Me conoces? —

— Pues se podría decir que bastante, Chris no para de hablar de tí. —

Ambos ríen y Chris se cubre la cara.

— Sí, soy Richard. ¿Tú eres Erick? —

— Sí, es un gusto conocerte. —

Estrechan sus manos.

— Igual para mí. —

— Bueno chicos, ¿Qué les parece si vamos a ver a Joe? —

Interrumpe Chris.

Ambos chicos van a hablar pero escuchan a alguien nombrar a Joel.

— No señorita, le he dicho dos veces el nombre. —

— Repítalo por favor. —

— Pimentel, Joel Pimentel. —

La recepcionista buscó los datos y miró al jóven alto.

— Tercer piso. Habitación 324. Pasillo Norte. —

— Gracias. —

La chica asintió y aquél hombre desconocido para los cercanos a Joel caminó en dirección a la habitación.

Los chicos intentaron seguirlo pero Richard los detuvo diciendo que sería un amigo de Joel.

Los dos no sabían de ningún amigo de Joel, no creían que fuera así pero confiaron en Richard.

Él tenía razón.

Era un amigo de años, quien había estado fuera del país y al llegar no supo de él.

Investigó en donde se habían conocido si alguien sabían algo, pero se había mudado casi desde que él se fue.

Lo único que lo llevó a él fueron las noticias donde se decía que al chico lo habían arrollado fuera de su casa.

Mi florecilla || Joerick, Erickdiel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora