Veinte.

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— Te amo, mi amor. —

Le recordó Erick a su novio, recostado en su pecho. Al decir aquello sintió nuevamente las caricias a su cabello y su espalda desnuda. Levantó su rostro y sus ojos se encontraron.

— Yo también te amo... —

— Creo que quieres decirme algo, ¿No es así? —

— ¿Qué dices de tener una familia conmigo? Hijos, vivir juntos, casarnos. —

— ¿Lo deseas? —

Zabdiel asintió mordiendo su labio, quería escuchar una respuesta positiva y ser feliz por el resto de su vida.

— Pues Zab, a mí nada me haría más feliz que eso. Te adoro. —

— ¿Te casas conmigo? —

Erick sonrió, acomodándose encima de su novio para mirarlo.

— Eh, ya dije que sí. —

— Pero yo digo, en unos días. Te lo estoy proponiendo para preparar las cosas y casarnos... —

— Oh, ni siquiera necesitas preguntarlo. Cualquier cosa que sea contigo va a ser en definitiva un sí. —

Pudo ver la gran sonrisa de Zabdiel, y se estiró un poco para besarlo.

— ¿Qué te parece darme un poquito de amor  ahorita? —

Preguntó Zabdiel acariciando la cintura del ojiverde, con sus miradas coquetas las cosas iban por un solo camino.

— Te acabo de dar amor, hace unos minutos. —

— Quiero más... —

Chilló haciendo un lindo puchero y ambos rieron a los segundos.

Erick ya no respondió y volvió a unir sus labios. Se sentó en las caderas del chico y con sus manos dirigió el miembro hasta su entrada.

Zabdiel se impulsó muy fuerte hacia arriba, entrando por completo en su chico, golpeando el trasero de Erick.

— ¡Ay! Z-Zabdi eres hermoso. —

— Tú eres perfecto. —

(...)

Christopher suspiró impaciente, moviendo todo su cuerpo de forma desesperante, al menos para el chico a su lado.

Miró a su novio, y por cuarta vez dijo:

— Estoy aburrido. —

El moreno se quedó callado, sólo soltó un suspiro mientras que Christopher seguía observándolo con atención.

Al no obtener una respuesta volvió a hablar.

— ¿Por qué tardan tanto? Se supone que ya iba a dormir y Riki aún sigue ahí. —

— Lo está cuidando, ¿Vale? No puede dejarlo solo, porque si despierta Joel no va a venir hasta aquí a decirte; Christopher, ya desperté, ve a verme.

El castaño lo miró serio por un momento y luego se abrazó al cuerpo de Richard.
Richard sólo correspondió, apretándolo con fuerza.

— Es que ya quiero verlo, tengo muchas ganas. Además es muy aburrido estar aquí sin hacer nada. —

— Pues hagamos algo mi vida... —

El castaño levantó su cara para mirar al chico, emocionado por escuchar un apodo diferente. Recibiendo así, un casto beso.

— ¿Vida?.. ¿Qué harémos hermoso? —

Y Richard sólo sonrió.

— ¿Qué tal unos besitos? —

Mi florecilla || Joerick, Erickdiel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora