Veinticuatro.

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En realidad, ahora que él no lo quería ahí, ya no le importaba su opinión.

Exactamente, sólo le importaba cuando lo trataba bien, porque siempre le daba afirmaciones para todos sus caprichos. Es decir, más que su cuñado, se había vuelto también su hermano.

Pero, ahora se podía ir a la jodida mierda.

— ¡Te pregunté qué hacías aquí, imbécil!

Sí, su reacción no era la mejor, recordando que estaban en un hospital.

— Vamos Christopher, él sólo está preocupado por Joel y quiere saber cómo está.

— ¡Vete al carajo! ¡¿Ahora sí le preocupa, siendo que cuando estaba con él se fue a coger contigo?!

Estaba alterado, por supuesto.

Había justificación.

— ¡A la mierda Christopher, no intentes meterte en cosas que no te importan!

Advirtió molesto.

— Serás muy mi amigo, pero créeme que si sigues hablando de mi novio en la forma que lo has hecho hasta ahora, no me voy a detener a pensar lo mal que la pasarás cuando te deforme ese bonito rostro que tienes...

Erick negó apretando su brazo.

— No, Zab.

Habló bajo, intentando aminorar la tensión en el ambiente, no quería que hubiese un problema ahí.

Pero sólo a él le importaba.

— ¡Quiero que me muestres, idiota!

Retó el otro y Zabdiel comenzó a preparar sus puños.

— Amor, no...

Rogó una vez más, y aunque siempre le hacía caso en todo, está vez no lo haría por el simple hecho de que, el insultar a su novio lo insultaba a él y ya no prestaba atención al ojiverde.

Y cuando su puño iba a chocar con el rostro de Christopher, el castaño desapareció.

Por suerte, Richard había llegado y pudo salvarlo antes de que Zabdiel le tocara un cabello.

— Christopher, ¿Qué es todo esto?

Preguntó el moreno levantándose del suelo y ayudando al castaño con las manos, el chico sólo bajó la mirada al estar de pie.

Richard siempre lo descubría haciendo fechorías, algunas eran agradables –o más bien, sensuales–, pero las que eran de este tipo siempre le traían problemas.

Se quedó callado.

— Te dejo unos minutos solo y ya estás peleando.

— Pero amor, él...

Richard sólo sonrió y plantó un beso en sus labios, interrumpiendo lo que decía. Luego, se giró en dirección a Erick que ya se encontraba abrazado al rizado, talvez triste por verlo casi pelear "por su culpa".

— ¿Y tú, qué haces aquí?

Ambos lo miraron.

— Vine a ver a Joey.

— Primero que nada, Jo-el te dijo que no quería verte más, y lo saben muy bien. Segundo, por si no se han dado cuenta están en un hospital, así que no empiecen con provocaciones.
Tercero, no quiero que vuelvas a amenazar a mi Christopher, Zabdiel, porque sabrás lo hijo de puta que puedo ser.
Y por último, lárguense, desaparezcan de mi vista porque los estoy aborreciendo tanto como Joel lo hará.

Mi florecilla || Joerick, Erickdiel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora