Tener hijos se había vuelto lo más difícil del mundo, pero lo que más amaban ambos, eran pura felicidad cuando estaban juntos y realmente no cambiarían eso por nada.
Erick preparaba el desayuno, y almuerzo para la escuela de los niños, mientras Zabdiel los ayudaba a vestirse y hacía su mejor intento por peinar lindo a su pequeña.
Cuando estuvieron listos Zabdiel sonrió y al instante escuchó a Erick gritar:
-¡Vengan ya o voy por ustedes!
Rió. Las amenazas de su esposo eran las más graciosas, y él, el más lindo.
Llegaron entre carreras a la cocina, el único que se acordó de lavarse fue Max, por lo que él y su hija se reían complices en la mesa, intentando no ser descubiertos por el ojiverde, que los miraba con sospecha.
-Zabdiel, ¿hoy vas a comenzar a escribir?
-Sí, gracias por recordarme -sonrió-. Les voy a pedir un poquito de silencio para inspirarme.
-Claro -lo miró atentamente, pensando en lo que haría mientras el rubio sólo esperaba que siguiera hablando-. Pero antes ¿me acompañas a dejar a los niños y hacer las compras de la semana?
El chico asintió.
-Lo que sea, ya cuando lleguemos comenzaré.
Erick agradeció con una gran sonrisa.
Las mañanas eran lindas, demasiado tranquilas a comparación de como había imaginado su vida con hijos y un esposo.
Era una buena vida.
Besaron las mejillas de sus hijo, y a penas entraron a sus aulas, ellos se fueron a por las compras.
Extraño era ver a dos adultos jugueteando a las carreras con el carrito de las compras, pero ¿qué le iban a hacer? Si ellos eran felices y no podían esconderlo.
Por suerte no tiraron nada y, al salir de ahí subieron las cosas a la camioneta, entre risas.
-¿Ya sabes cómo empezar tu libro?
-Tengo el nombre.
Erick elevó las cejas, sorprendido y sonrió.
-Entonces ya sabes de lo que va tu historia -el rubio asintió orgulloso-. Bueno, dímelo.
-Es algo que tú siempre dices -Erick pareció pensarlo un poco, finalmente negó sin saber cual de todas su frases o palabras era-. Mi florecilla.
-¿Por qué?
-Es un romance, las flores se cuidan para mantenerlas vivas porque son muy delicadas e inocentes, como el amor entre los personajes.
El ojiverde suspiró entre una sonrisa y llevó su mano a la mejilla de su esposo.
-¿Como el nuestro?
-Un poquito más inocente -ambos rieron-, pero sí amor. Así de puro.
Llegar a casa al lado de Zabdiel, y saber que era de ambos, que ahí había amor en cada rincón y pasión en los muros llenaba el pequeño cuerpo de Erick con emoción, y podía sentir que, así, su sonrisa jamás desaparecería.
Lo primero que hicieron fue acomodar las compras, cada cosa en su lugar, ordenar un poco la casa y finalmente, Zabdiel se sentó frente a una mesita al lado del sofá mientras su esposo se sentaba en aquel mueble.
Unos segundos pasaron, Erick respirando lentamente sin saber qué hacer, Zabdiel intentando imaginar el inicio de su libro mientras golpeaba el bolígrafo sobre su cuaderno de notas.
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Mi florecilla || Joerick, Erickdiel.
FanfictionTe daré tanto amor, como los rayos del sol, porque tú eres mi florecilla 🌸