Nueve.

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— Hola amigo, ayer no pude verte y hoy me tengo que ir rápido.
¿Qué crees? Tengo una cita... Bueno, no sé que es pero veré a alguien que conocí ayer. Creí que no me gustaría ningún chico después de ti, pero creo que me equivoqué. Es que bueno, el tiempo no me apoya para sacar conclusiones, siempre se tarda o se adelanta y no puedo decir lo que pienso, es que siempre hace que me equivoqué con mis predicciones o mis palabras. ¿Sabes? También me equivoqué en que no sería romántico, bueno, de hecho no tuvimos relaciones ni nada, sólo fue una pequeña... ¿Demostración? Sí, eso. Pero igual, él es perfecto, y sé que aún con el tiempo lo será.
Tú eres tan perfecto como él. No. En realidad lo eres más, siempre estarás antes que cualquier persona, por más amor que le tenga. —

Lo miró sonriente, soltó un suspiro de felicidad.

— ¿Cómo es tu chico? Debe ser muy lindo, dijiste que jamás serías gay. Supongo que es hermoso, para que aceptaras tu gusto por los chicos y para que te declararas o aceptaras estar con él, seguro que lo es.
Quisiera conocerlo.
De verdad me agradaría saber quien es la bonita personita que ilumina tu vida, y que te hace tan feliz, me agradaría, porque así sé si estás en buenas manos.
Aunque apuesto que es así, las buenas personas siempre llegan a tu vida.
Tú eres tan inteligente, siempre has sabido escoger tus parejas y no creo que él sea diferente.
Dime, ¿Cómo es que descubriste lo que eras? Claro, además de la atracción por ese amor tuyo.
Es que no sé, no entiendo cómo es que yo tenía puras novias feas y aún así ningún chico, excepto tú, me había gustado. Pero tú, tenías tantas novias hermosas, fieles y prácticamente perfectas, preferiste los chicos. O a él. A mi, Zabdiel, jamás me quisiste ¿O si? —

Rió.

Su risa y conversación fue interrumpida por un chico de vestimenta coral y zapatos blancos, que obviamente pertenecía al hospital, pero eso Zabdiel no lo tomó en cuenta.

Simplemente vió con seriedad a aquél chico de piel blanca, ojos y cabello claros.

El joven se acercó con una sonrisa amable y colocó una mano sobre el hombro de Zabdiel.

— Buenas noches joven, vengo a hacerle una revisión a Joel, ¿Podría esperar un momento? En seguida lo haré, es algo rápido. —

Zabdiel solo lo observaba molesto.

— ¿Sabe? Acabo de entrar, solo está interrumpiendo. No me voy a salir porque acabo de llegar y necesito tiempo con él. —

El chico lo miró con desaprobación, pero su sonrisa seguía intacta.

— De verdad que lo siento mucho joven, pero en serio es necesario que salga, es sólo un momento. Es una revisión muy rápida, podrá entrar en un abrir y cerrar de ojos. —

— Por favor, ¿No puede ser después? —

— Por mí estaría bien, pero estoy responsable de Joel y si quiero estar aquí, debo cumplir con las órdenes de mis superiores. —

— Es que tengo que ver a alguien y ya voy bastante retrasado, hágalo después. —

— ¿Sabe? Si me hubiese dejado, ya habría salido y usted entrado hace unos dos minutos. —

— ¡¿Y de quién es la culpa, maldita sea?! ¡Hágalo después, estamos ocupados! —

La cara del chico cambió por completo, se notaba que ya estaba molesto.

— Miré, yo estoy aquí para ayudar a Joel, no para aguantar a los familiares del paciente, así que hágame el favor de salir de la habitación para que pueda hacer las revisiones necesarias, una vez listo todo yo le avisaré y podrá pasar.
Pero sólo cuando yo le diga, no antes. —

Mi florecilla || Joerick, Erickdiel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora