Lorena despertó, estaba desorientada, solo recordaba haber estado en el restaurante con Gustavo y haber acudido al tocador, porque no se sentía bien, y ahora despertaba en una cama de hospital, con ropa de hospital y conectada a varios aparatos.
_Mi bebe. - dijo con angustia al ver que su abultado vientre había desaparecido. _Mi bebé. - gritó con desesperación tratando de incorporarse.
De inmediato unos fuertes brazos la rodearon, instantáneamente su miedo empezó a ceder, si él estaba a su lado, no había nada que temer.
_Tranquila amor. - escucho su voz suave y profunda. _Todo está bien. - beso su frente. Nuestro bebé está bien, es una hermosa niña. - la miró a los ojos, será tan hermosa como tú. - dijo con voz quebrada. _y ambos la amaremos y la cuidaremos con nuestra vida. - ella estaba llorando, era tan feliz, nunca se arrepentirá de haberle dado una oportunidad a ese maravilloso hombre, afuera el era duro e implacable, valiente y arriesgado, invencible y triunfador en cualquier negocio que emprendía, pero con ella era todo amor y ternura, siempre dispuesto a dar más de lo que recibía. Solo él lograba hacerla sentir segura en los peores momentos de su vida. Como lo estaba haciendo ahora, dándole la oportunidad de ser madre cuando pensó que nunca lo lograría después de años de intentarlo y no conseguirlo, pero ahí estaba él luchando hasta el último momento luchando por sus dos mujeres, sin reservas dándolo todo, como siempre.
_Te amo... Te amo con todo mi corazón. Deslizó sus delicadas manos por su rostro.
El la abrazó con más fuerza.
_Gracias... Gracias por amarme y por darme el regalo más maravilloso que podías haberme dado... Nuestra hija... juro que cuidaré de ambas, porque son lo más preciado que tengo en esta vida.
_¿Puedo verla? - lo miró interrogante.
_Lamento no poder complacerte. - la miró con pesar. _pero ella tendrá que permanecer unos días en la incubadora, recuerda que nació antes de tiempo y tú por lo pronto debes permanecer en cama, pero me prometieron que en cuanto se pueda te llevarán con ella.
Lorena lo miró agradecida, sabía que el haría lo imposible para que ella conociera a su bebé, aún antes de estar lista.
Un año y medio después.
Lorena miraba por la ventana. Hacía unos minutos que Gustavo había llegado del trabajo a comer, y aunque tenía poco tiempo para hacerlo y regresar a la oficina, se las ingeniaba para pasar un rato con su pequeña hija que jugaba en el patio.
La pequeña corría por el enorme jardín seguida de cerca por su incansable padre, de pronto tropezaba y se iba de bruces ante la angustia de ella que seguía mirando a través de la ventana imaginándose el rostro ensangrentado de su hija y Esperando escuchar su llanto desgarrador, pero lo que vio fue a Gustavo reaccionar en fracción de segundos lanzándose en picada contra el piso logrando interponerse entre su pequeña y éste recibiendo él el golpe y levantándola a ella en alto con sus fuertes brazos.
Lorena escuchó y vio a su hija deshacerse en carcajadas, Feliz de lo que su padre hacía sin darse cuenta del verdadero peligro en el que había estado, para ella sólo era un juego más en el que su padre participaba.
El corazón de Lorena se enterneció de ver a aquel hombre fuerte, sofisticado, enfundado en un costoso traje rodando por el piso con tal de proteger a su tesoro, cuando ella se acercó él ya estaba de pie con la pequeña en brazos, sin pensarlo lo abrazo y el la rodeó por la cintura con su brazo libre.
_Será mejor que te cambies de ropa antes de volver al trabajo. - sonrió ella divertida.
_Quizás no regrese por hoy. - sonrió buscando sus labios.
Desde lejos una ancianita los observaba complacida. Hacía un año y medio que Gustavo y Lorena la habían convencido de ir a vivir con ellos en su enorme mansión, con el pretexto de que Lorena necesitaría ayuda con el nacimiento de su bebe, aunque ella sabía que no la necesitaban, pero la idea la había cautivado, Gustavo era como un hijo para ella y ahora esa pequeña la quería como a una abuela y así la llamaba.
Lágrimas de alegría asomaron a sus ojos, era feliz, sobre todo porque sabía que por fin él era feliz.
Los observo dirigirse hacia ella con una sonrisa en sus labios, ella también les sonrió.
Gustavo bajó a la pequeña de sus brazos e inmediatamente corrió con pasos torpes hacia ella y la abrazó con ternura, llenándola de besos.
_ ¡Hola! - saludo el dándole un beso en la frente. ¿Lista para comer? - tomo la silla de ruedas en donde ella, se encontraba y la dirigió hacia el interior de la casa. Estaba con su familia y no se podía sentir más feliz. Miró a sus tres mujeres y suspiró satisfecho. Las amaba y haría lo que fuera por cuidar de ellas, eran su inspiración, eran su motor, eran su vida. Dejó a Sara en la mesa y se volvió hacia su radiante esposa envolviéndola en sus brazos, demostrándole con un apasionado beso cuanto la amaba, mientras su pequeña se aferraba a una de sus piernas demandando su atención. Ambos rieron tomándola en sus brazos.
FIN
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ESPERANDO POR TI. No. 2️⃣ // SERIE HOMBRES DE LA SIERRA.
RomanceLorena se había casado totalmente enamorada hacía ya varios años y a estas alturas cansada de las infidelidades de su guapísimo marido por fin se había armado de valor y había interpuesto la demanda de divorcio. Hacía mas de un año que lo había hec...