Capítulo 34 ¿QUIERES SER MI ESPOSA?

13.5K 1.2K 47
                                    

Las seis de la mañana. Gustavo miró de nuevo la hora en su celular. Intentó moverse para desentumir su cuerpo pero le fue imposible. Lorena estaba recostada entre sus brazos, ambos se habían quedado dormidos en el sofá. Sus respectivas habitaciones, junto con sus camas estaban totalmente ocupadas por la gente que había llegado en la noche.

Gustavo se sentía cansado y adolorido, desde la tarde anterior en que les llegó la alerta de lo que sucedía río abajo, había decidido acudir al lugar y ofrecer su ayuda pero estando allá y viendo la magnitud de la tragedia ya le fue imposible alejarse y no prestar auxilio. El tiempo pasó más rápido de lo habitual y cuando recordó su compromiso con Lorena era demasiado tarde, cuando intentó comunicarse con ella para explicarle se dio cuenta de que su celular no tenía señal en ese lugar, así que se resignó, solo esperaba que ella no estuviera tan molesta por el plantón y que lo perdonara dándole otra oportunidad.

Ahora con ella ahí entre sus brazos y habiendo vivido los sucesos de esa noche tan de cerca, en donde en varias ocasiones la vida de algunas personas habían estado en peligro incluida la de él, ahora se planteaba la forma en la que actuaría.

Durante varios días había estado organizando la velada de esa tarde, había decidido tomar el toro por los cuernos y no esperar más tiempo, pero deseaba que todo fuera especial, sin embargo sus planes se habían frustrado y ahora estaba ahí, en aquella sala, en aquel viejo sofá con la mujer que amaba entre sus brazos, unos brazos que gritaban por un momento de descanso ya que estaban totalmente entumecidos así como gran parte de su cuerpo, sin embargo aun así era para él la dicha más grande del mundo de estar con vida y de estar con ella.

Lorena se movió ligeramente reacomodándose y el aprovechó para cambiar de posición para que su cuerpo se acomodara un poco y dejar de sentirse acalambrado. En esa nueva posición cerró los ojos y sin darse cuenta se quedó dormido.

Una hora, solo una hora era lo que había podido dormir. Sintió como Lorena se levantó de su lado dejando un gran vacío a su alrededor.

Él se incorporó, miró la hora en su teléfono, eran las siete de la mañana, afuera aún se veía oscuro y lluvioso.

Se levantó de su lugar estirando su cuerpo, luego se dirigió hacia la cocina en busca de un café caliente. Lo hizo con cuidado de no hacer ruido, nadie había despertado aún, seguro todos estaban sumamente cansados después de lo que habían vivido.
Sirvió dos tazas de café y se dirigió hacia la sala. Lorena ya estaba de nuevo ahí, solo había ido al baño, se veía cansada y soñolienta. El la miró con ternura, deseaba tanto compartir su vida con ella, deseaba levantarse cada mañana y poder verla de esa manera, sin maquillaje despeinada, soñolienta y poder envolverla en sus brazos y llenar su rostro de besos y decirle cuanto la amaba. Sin pensarlo dejó los dos cafés en la mesita de centro, buscó algo en la bolsa de su pantalón y se acercó a ella.

*****
Lorena despertó sobresaltada. Sentía la cabeza pesada y el cuerpo adolorido y no era para menos sorprendida se dio cuenta de que estaba en la sala, en el sofá, en los brazos de Gustavo. Inconscientemente se levantó de un salto. ¿Qué pensaría él de ella?. Avergonzada se alejó rumbo al baño, lo bueno era que él no había despertado, quizás ni cuenta se había dado de que se habían quedado dormidos juntos.

Cuando regreso se sorprendió de nuevo al verlo entrar con dos tazas de café. Se veía tan bien recién levantado, su pelo un poco revuelto, unas leves ojeras de cansancio se apreciaban en sus hermosos ojos y ese porte varonil que la hacía suspirar, no pudo resistir pensar como seria verlo salir cada mañana de su cama, verlo alistarse día a día para irse a su trabajo, ser ella la que le tuviera su taza de café listo para cuando el entrara a la cocina, verlo desayunar junto a ella y luego despedirlo en la puerta de su casa.

Tan sumida estaba en sus pensamientos que no prestó mucha atención cuando él se movió de su lugar y se acercó a ella, luego sin previo aviso tomó su mano y depositó en ella un anillo de compromiso.

_Esto. - dijo poniendo el anillo en la palma de su mano, debería de haber sido entregado anoche en medio de una cena romántica, con música en vivo, tu y yo vestidos de gala. - él la miraba a los ojos. _no fue posible hacerlo de esa manera y debería estar planeando de nuevo todo para que fuera un evento especial, que recordaras toda la vida, pero, lo que vi y viví ayer me hace darme cuenta de que hoy estamos y quizás mañana no y por eso no puedo esperar y no quiero esperar. Lorena. - la miró con vehemencia. _ ¿Quieres ser mi esposa?

Ella lo miró con sus ojos cristalizados. No podía creerlo, pensó que él no volvería a intentar algo con ella, menos proponerle matrimonio. No sabía si gritar, llorar o reír, aunque no podía hacer ninguna de las tres, había mucha gente ahí, que despertaría, por lo que lo miro a los ojos y luego se aferró a él en un fuerte abrazo.

_Si. - susurro en su oído. _Si... Si... Si

Él la tomó de la cintura y la levanto dando vueltas como dos niños felices. Luego la bajó, tomó el anillo de su mano y lo colocó en su dedo anular. Después la beso con ternura.

Ambos estaban felices. El por fin le decía que a pesar de todo la quería en su vida y ella no lo había rechazado como acostumbraba.

Se sentaron de nuevo en el sofá y disfrutaron de la más sabrosa taza de café que hubiesen probado en su vida.

*****
TRES MESES DESPUÉS
La boda se celebraba en un lujoso salón en la ciudad. Ni Gustavo ni Lorena habían querido que se celebrara en el pueblo, ella porque tenía muy amargos recuerdos de su matrimonio anterior y porque todo el pueblo conocía su historia y estaba segura, de que la gran mayoría de los asistentes iban a estar ahí solo por curiosidad y tener algo de qué hablar. Aunque siendo sinceros y ella no lo sabía la gente de ahí la apreciaba y la mayoría se alegraba de corazón de que por fin pudiera, ser feliz de verdad y de que fuera, Gustavo quien la llevara al altar porque también a él lo apreciaban bastante. Gracias a él el pueblo y sus alrededores se había levantado y cobrado auge por lo que su economía estaba floreciendo.
Las razones de Gustavo eran diferentes, él solo deseaba hacerla feliz a ella y sabía que no se sentiría cómoda si su boda se celebraba en ese lugar.

La ceremonia había sido sumamente sencilla, los invitados eran contados, todo había sido muy sobrio y elegante pero para ellos era como tocar el cielo, por fin estarían juntos para el resto de sus vidas y aunque la familia de Gustavo no estuvo a su lado no le importó, la tenía a ella y era más de lo que algún día pudo soñar.

*****
Cuando el juez hizo la pregunta a Lorena si aceptaba a Gustavo como su esposo y ella mirándolo a los ojos dio el sí, sintió un escalofrió recorrer su cuerpo, inmediatamente pensó en Gonzalo era como si él estuviese ahí, instintivamente apartó la vista de Gustavo y observo a su alrededor, su corazón dio un brinco cuando observó una silueta observándolos desde un rincón casi en penumbras. No había escuchado al juez lo que dijo a continuación hasta que oyó la voz firme de Gustavo decir el sí acepto, ella lo miró a los ojos por unos segundos y cuando volvió su vista hacia aquella parte del salón el lugar estaba vacío, por un momento pensó que había sido producto de su imaginación, pero lo había sentido tan real que no pudo evitar temblar en los brazos de Gustavo cuando éste le dio su primer beso como marido y mujer, él noto su contrariedad.

_ ¿Estás bien? - preguntó preocupado.

_Si. - se apresuró a contestar, estoy bien, lo abrazo con fuerza como si temiera que en ese momento le fuera, arrebatado, luego fue ella quien unió sus labios dándole un prolongado beso que el correspondió con alivio.

Todo estaba bien. - pensó él con alegría.

Ella sonrió. Nada podía empañar su felicidad.

FIN

ESPERANDO POR TI. No. 2️⃣ // SERIE HOMBRES DE LA SIERRA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora