_Rigoberto Salas despertó desorientado, la cabeza parecía querer explotarle, intentó moverse pero su cuerpo no le respondió, lo único que tenía movilidad era su cuello y cabeza. Intento mirar a sus lados pero fue tanto el dolor que desistió de hacerlo.
Escuchaba tenues voces hablando a un costado de él. Estaba desesperado, quería saber que pasaba, porqué él estaba en esa posición, ¿y sus hombres? ¿En dónde se habían metido?, eran muchos quien quiera que lo tenía así no podía haber reducido a tantos hombre, además todos estaban armados. ¿Qué sucedía? El dolor de cabeza se acentuó. Intentó de nuevo desatar sus manos y moverse sin conseguirlo, su cuerpo seguía sin responder aunque ahora empezaba a sentir un hormigueo en sus extremidades. Fue entonces que alguien se movió hacia adelante y lo vio.
Gustavo estaba de pie frente a él, se veía fresco como si no hubiese pasado nada.
Ahora recordaba, él con sus propias manos le había dado una paliza y sus hombres... Y él ahí como si nada, incluso había estado a punto de meterle una bala en el cuerpo para asustarlo y obligarlo a hablar, de no haber sido por el alboroto que escuchó y ver a sus hombres corriendo desesperados, luchando por respirar y mantenerse en pie ese ingenierillo había recibido su merecido, pero ese gas que empezaba a llenar la bodega lo alcanzó a él también cuando se acercó a sus hombres.
Ahora las cosas eran diferentes, él estaba sentado, amarrado y adolorido, mientras Gustavo estaba de pie contemplándolo como si no hubiese pasado lo que pasó.
_Rigoberto Salas... - lo miró Gustavo inquisitivo como si pensase que hacer con él.
_ ¿Quién rayos eres? - casi grito con desesperación. Estaba asustado.
_Demasiado tarde para hacer esa pregunta. - se acercó a él con expresión seria. Te advertí que no te metieras conmigo.
El corazón de Rigoberto empezó a latir acelerado, ese hombre le provocaba temor y él no le temía a nada ni a nadie, con excepción de Santiago Moran, era otro hombre al que nunca podías sorprender, en cambio el podía entrar a tu territorio y dominar a quien quiera que estuviera y luego irse como si nada, a él lo conocía y sabia como actuaba, no haría daño si no se lo hacían a él primero y haría lo justo pero ¿a éste?, no lo conocía , lo había subestimado, no se explicaba cómo podía estar parado en frente de él sin más, cuando otro estaría revolcándose de dolor en el piso, quizás inconsciente o pidiendo clemencia lloriqueando como una mujer.
_Teníamos un trato. ¿Lo recuerdas? _continuó Gustavo. _te advertí que me dejaras trabajar en paz y que no te metieras con mi gente y yo no me metería contigo, pero no cumpliste tu parte, así que ahora estas fuera. No te voy a matar como seguramente tu hubieras hecho conmigo porque no soy un asesino, pero te voy a tener vigilado y mi gente no solo puede acabar contigo sino con todos tus hombres y de paso destruir todo lo que tienes, creo que ha quedado demostrado que tengo la capacidad de hacer eso y mucho más, así que te advierto que no intentes ponerme a prueba porque te va a sorprender lo que puedo hacer.
Rigoberto se encogió en su lugar, ya no dudaba de lo que ese hombre podía hacer y estaría loco si pensara desafiarlo de nuevo, sabía que iba a perder mucho dinero y que se iba a enfrentar a la ira de sus socios pero prefería eso a volver a verle la cara a ese ingeniero y su equipo de dementes, en este momento lo único que deseaba era que se largaran de su territorio y no volverlos a ver nunca más en su vida.
_ ¿Escuchaste lo que dije? - se acercó Gustavo aún más.
El asintió, el terror se apoderó de el al solo verlo acercarse.
_ ¿Te quedó claro? - tomó una navaja que uno de sus hombres le extendió.
_Si. - volvió a asentir, sus manos empezaron a temblar, de hecho todo su cuerpo empezó a temblar, ese hombre había dicho que no lo mataría pero no había dicho que no haría otras cosas y él sabía todo lo que podía hacer a una persona hasta que esta deseara mejor estar muerta.
Cuando sintió el aliento de Gustavo en su cara un grito involuntario salió de su garganta. Estaba asustado, más que asustado, siempre le había tocado estar del otro lado, ser el que preguntaba, el que golpeaba, el que infundía temor, el que decidía quien vivía y quien moría, el que causaba dolor, así que estaba asustado, tanto que no se dio cuenta cuando su cuerpo evacuo lo que tenía que evacuar hasta que sintió algo tibio deslizándose por sus piernas y luego miró la mancha que se formó en su pantalón.
-¿Entendiste todo lo que te dije? - insistió Gustavo.
_Siiii - gritó fuera de sí. _si entendí, no volveré a acercarme a ti ni a molestarte, ni a los que están contigo. - cerro los ojos y empezó a sollozar sin control.
Gustavo se acercó por atrás y cortó las cuerdas que ataban sus manos, mientras otro de sus hombres cortaba las de sus pies.
Rigoberto en cuanto se sintió libre intento ponerse de pie pero su cuerpo aún no respondía, así que cayo junto a la silla y desde ahí pudo observar como Gustavo y sus hombres salían del lugar dejándolo solo sin poder moverse y observando a sus hombres que yacían en un rincón de la bodega amontonados unos junto a otros sin señales de vida, no sabía si estaban muertos o solo paralizados como él. Lo único que sabía en esos momentos era que ni loco se volvería a cruzar en la vida de ese hombre, si es que sobrevivía a eso.
De haber estado de pie, había observado como afuera Gustavo era sostenido por sus hombres para ayudarlo a caminar, aun se encontraba aturdido y el dolor lo estaba matando, pero había valido la pena el esfuerzo, ese idiota no volvería a meterse con él, estaba seguro.
_ ¿Todos estarán bien? - preguntó Gustavo
_En unas horas el efecto pasará, no prometo que estarán como nuevos - sonrió el médico. _pero se recobraran por completo en unos días, sin secuelas. - añadió.
_Ese idiota la pensará dos veces antes de volver a acercarse a ti o a los tuyos. - sonrió su jefe de seguridad.
Gustavo le devolvió la sonrisa, por fin iban de camino a su departamento después de que lo sacaran de ese maldito lugar por aire, lo acompañaban Justin y Robert.
*****
Ahora solo iban los tres y el chofer que manejaba la camioneta, sin contar la que iba delante de ellos y la que los seguía, no estaba por demás tomar precauciones según las palabras de Robert._Me gustaría ver que explicación les da ese tipo a sus hombres de lo que sucedió. - dijo Justin.
_Ninguna. - dijo Gustavo. - es un cobarde y como todos los cobardes no es nada sin la gente que lo rodea, así que en cuanto pueda moverse, recogerá el tiradero, se cambiará de ropa y se deshará de ella para ocultar lo que sucedió y esperará a que sus hombres se recuperen, no sin antes gritarles y culparlos por haberme dejado escapar.
_Cierto. - dijo Justin. _lo que no entiendo es como va a justificar con sus "amigos" el que van a dejar por la paz tu proyecto y a ti.
_No sé. - dijo Gustavo. _ni me interesa, ellos que se hagan garras, lo único que sé es que me dejarán en paz y yo estaré más tranquilo y por fin podré dedicar todo mi esfuerzo en otro asunto que merece toda mi atención.
Justin y Robert se miraron, ambos sabían a qué asunto se refería su amigo, y se alegraron por él, hacia tanto que no lo veían tan interesado por alguien, ella era hermosa, agradable y había puesto una sonrisa y brillo en los ojos de ese solitario amigo suyo.
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ESPERANDO POR TI. No. 2️⃣ // SERIE HOMBRES DE LA SIERRA.
Storie d'amoreLorena se había casado totalmente enamorada hacía ya varios años y a estas alturas cansada de las infidelidades de su guapísimo marido por fin se había armado de valor y había interpuesto la demanda de divorcio. Hacía mas de un año que lo había hec...