Ese fin de semana era el último que Lorena disfrutaría acompañando a Gustavo en la ciudad, ya no tenía pretexto para hacerlo, Elizabeth regresaba el martes a su casa, el permiso se terminaba ya y Santiago que aún permanecía en estado de coma no presentaba ningún cambio alentador, así que ella regresaba a su trabajo y con su hijo y por lo tanto ya no era necesaria la presencia de Lorena ahí los fines de semana.
*****
Gustavo miraba distraído a través de la ventanilla del auto, se dirigía hacia el hospital a recoger a Lorena que le hacía compañía a Elizabeth, sabía que ella regresaría a su pueblo y que ya no tendría pretextos para que Lorena lo acompañara cada fin de semana a la ciudad como había venido haciendo, la iba a extrañar, se estaba acostumbrando demasiado a ella, pero ¿quién no? Pensó, su luz inundaba cualquier lugar que ella pisaba, su risa era contagiosa, su mirada cálida atraía a los demás, su voz, su compañía, toda ella era un deleite y no, no quería prescindir de su presencia, necesitaba buscar la forma de tener el mayor tiempo posible su compañía, era adicto a ella, una sonrisa traviesa se dibujó en sus labios, si... definitivamente era un adicto.*****
_ ¿En dónde estamos? - preguntó ella cuando se detuvieron en una propiedad enorme con un edificio en medio de grandes jardines, era hermosa, pudo observar a varias personas paseando por las hermosas áreas verdes, algunas eran empujadas en sillas de ruedas._Quiero presentarte a alguien. - dijo conduciéndola hacia el interior.
Ya adentro la condujo hacia una habitación, no sin antes haber pasado por recepción y haberse encontrado con varios grupos de empleados que se deshacían en atenciones hacia Gustavo como si del mismísimo presidente del país se tratase.
La habitación era grande con unos enormes ventanales, se veía limpia y ordenada. Lorena paseó su mirada por ella y de una puerta a un lado que supuso seria el cuarto de baño apareció una ancianita. Ella la miró interrogante, pero luego sus ojos se posaron en su acompañante y brillaron de emoción.
_ ¡Gustavo! - exclamó yendo a su encuentro llena de felicidad.
Él se acercó y la envolvió en un fuerte abrazo.
_Sara. -la apartó un poco para poder verla. _ven, quiero presentarte a una amiga. - la movió hacia Lorena. _Ella es Lorena. - las presentó
_Así que tú eres Lorena. -la miró con curiosidad. _Gustavo habla tanto de ti. - la abrazó con ternura.
_Sara la vas, a asustar. - intervino Gustavo separándola con suavidad.
Lorena miró sorprendida como la mujer limpiaba disimuladamente sus lágrimas.
_Ella es la mujer más importante de mi vida. - atrajo Gustavo su atención dándole tiempo a Sara para que se recompusiera. Él sabía la emoción que ella sentía en esos momentos, pensaba que Lorena era la mujer apropiada para él, pensaba que el por fin sentaría cabeza y dejaría esa soledad que lo embargaba siempre.
Sabía que él tenía la culpa, había hablado tanto de Lorena ante ella que ahora ella se hacia sus propias conjeturas, solo que no sabía la realidad de su situación.
_Sara es más que una madre para mí. - continuó él. _pero es muy terca y no quiere vivir en mi casa, prefiere este lugar.
Ella lo miró con ternura y lo abrazó de nuevo.
Lo había criado desde recién nacido, sus padres siempre habían estado tan ocupados haciendo dinero que él prácticamente había crecido solo, apoyado por ella y algunos sirvientes de la casa, ahora a la vuelta de los años su madre seguía por el mundo, sin ser consciente de que tenía un hijo más que cuando necesitaba algo de él, su padre estaba muerto, e igual que siempre la única que seguía para él era esa ancianita que desbordaba amor.
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ESPERANDO POR TI. No. 2️⃣ // SERIE HOMBRES DE LA SIERRA.
RomanceLorena se había casado totalmente enamorada hacía ya varios años y a estas alturas cansada de las infidelidades de su guapísimo marido por fin se había armado de valor y había interpuesto la demanda de divorcio. Hacía mas de un año que lo había hec...