El Funeral

1.4K 71 65
                                    

He muerto todos los días esperando por ti.


Esa noche me encontraba durmiendo plácidamente. Descansaba, como todas las noches, en una cama bastante amplia, quizás demasiado amplia para mi cuerpo. Tenía el sueño muy ligero, por lo que apenas un murmullo era capaz de despertarme. La única excepción era Josephine, cuya respiración entrecortada y sonora era como música para mis oídos. La perrita era algo robusta, debo admitirlo, y también solía moverse en sueños, pero aún así dormía a mi lado todas las noches, sin excepción.

El silencio de la noche era la canción de cuna perfecta para las dos. La luz de la luna se colaba tímidamente por la ventana, revelando que mi habitación estaba decorada con toda clase de peluches y muñecas, y el color amarillo predominaba por sobre todo lo demás.

De un momento a otro entraron sin tocar, y el sueño de belleza de ambas fue interrumpido de forma abrupta y, si me permiten agregar, de forma cruel.

- Señorita Rin, despierte por favor...

Como toda jovencita de catorce años me giré perezosamente, dándole la espalda a la mujer que trataba de levantarme. Abracé a Josephine, y me pareció escuchar lo que calificaría como un gruñido de su parte a la intrusa.

Ella insistió, zarandeándome de forma suave como hacía todas las mañanas.

Empecé a tomar consciencia, dándome cuenta de que el sol aún no había salido. Esta vez fui yo fue quien respondió con un leve gemido.

- Rinny...

- Haku, hoy es sábado... -me quejé, sin atreverme a abrir los ojos aún.

Ella me había cuidado desde que nací, había sido mi niñera y la consideraba más cercana que mi propia madre. Suavemente puso las manos en mi brazo descubierto, y tiró de él por última vez.

- Rinny, debes levantarte... Tu padre ha fallecido.

En ese momento todo rastro de sueño en mí desapareció, y abrí los ojos como platos. Me acomodé lentamente para mirar a mi nana, interrogándola con la mirada.

El color rojizo de sus ojos y sus mejillas era la confirmación que estaba buscando, y que temía encontrar. Parpadeé lentamente, aún con la esperanza de estar soñando.

- ¿Qué dices?

(...)

El resto de esa madrugada fue como un soplo, lo viví y luego desapareció de mi memoria completamente. O quizás me desmayé, no tengo idea.

Lo siguiente que recuerdo es estar parada frente al espejo de mi habitación, mirando cómo me quedaba el atuendo que tenía puesto. Era la primera vez que usaba un vestido completamente negro, y me pareció que contrastaba demasiado con mi tono de piel y mi cabello rubio, me hacía ver aún más pálida de lo que ya era.

Haku subió el cierre en mi espalda tratando de parecer lo más tranquila posible, a pesar de que yo sabía que estaba a punto de colapsar.

A diferencia de ella, a mí todavía no se me había escapado una sola lágrima.

¿Tan mala persona era?

EL PACTO | RiLenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora