Huérfana

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"Quiero quedarme aquí,
aunque sea un ratito.
De esos ratitos que duran toda la vida"

La mañana siguiente inició con el reggaetón de Miku Hatsune sonando a todo volumen a modo de discoteca-despertador:

" Si esto lo hice pa' que mueva el cu, pa' que mueva el cu, el cu-lo muevas"

Wow. Eso es arte.

- HATSUNE APAGA ESA MIERDA - le gruñí cerca del oído, golpeándola con la almohada que estaba abrazando mientras dormía.

- ¡Tú estás adicta al k-popó y nadie dice nada! -me respondió a lo que apagaba la alarma. Evidentemente ya estaba bien despierta.

- Mmm -gruñó Gumi desde el otro extremo de la cama.

Sí, dormimos en la misma cama, y yo en el medio. Y no, no pasó absolutamente nada raro. Lo de ayer había sido un... episodio, realmente, pero tampoco era la gran cosa. Me levanté de la cama de un brinco y busqué mis ropas del bolsón que me había traído de casa.

Todas coincidíamos en lo zombie por la mañana, ni siquiera Miku era capaz de poner cara de diva desde que se levantaba. Y las amaba por eso, yo no soportaría a una persona que me venga con sonrisitas y cariñitos desde las seis de la mañana.

La peliverde y yo aprovechamos para alimentar a Josephine mientras Miku terminaba de maquillarse, llevaríamos a la perra de vuelta a mi casa de ida al colegio. Y no, no me refiero a mi mejor amiga. Ella no faltaría a clases.

La madre de la peliturquesa nos dio un beso en la frente a modo de saludo, tendiéndonos a Gumi y a mí una taza de leche chocolatada mientras el batido light de Miku descansaba en la encimera.

- ¿Sigue con lo del HerbaLife, tía? -le preguntó mi amiga con cara de desaprobación.

- No ha comido un solo plato sólido en dos semanas -soltó en un suspiro, y nos miró como si fuésemos su última esperanza.

- Al menos ustedes si van a tener un buen crecimiento, sobre todo tú que lo necesitas, pequeña Rin. Ni se te ocurra hacer alguna dieta.

Mi compañera me miró con picardía, descubriendo que el comentario había tocado una fibra sensible dentro de mí, y prácticamente transmitiéndome con la mirada sus pensamientos:

"Te dijo enana plana".

La fulminé con los ojos tratando de quitarle esa expresión burlona que le había salido tan naturalmente.

La divaza bajó de las escaleras maquillada y peinada, ya con la sonrisa fastidiosa a la que estaba acostumbrada. En el fondo, sabía que no le salía tan naturalmente como quería hacernos creer.

- ¿Ya te pusiste la cara de miss perfecta? -le pregunté cuando llegó al último escalón.

Ella simplemente me sacó la lengua y pasó de mí rozándome el hombro con su actitud pasivo-agresiva. Su prima le tendió el batido y ella directamente pasó a tomar el liderazgo del grupo, poniéndose adelante para caminar en dirección a la calle. Sonreí, picarla era uno de mis pasatiempos preferidos.

EL PACTO | RiLenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora