Viviendo con el enemigo

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N/a: Para mayor feeling, poner play a la canción de arriba cuando encuentren la frase
"Este amor se pudrió".


"Con tan solo mirarte a los ojos, ya sé todos tus trucos"

El aroma del invierno había llegado, y con él los días serían más cortos y más fríos. Perfecto para evitar a todo el mundo.

Había pasado tres días de absoluto silencio. Tres días de ir y volver del instituto para encerrarme en mi habitación y tirarme a la maldita cama. Tres días en los que no hablé con nadie en esa casa, ni siquiera con Haku. Tres días en los que lloré, pataleé... y también procesé todo lo que había pasado.

Empezamos destacando que mi tío, Gackupo Kamui, en un intento de salvar su carrera como político, se acababa de casar con la novia de mi mejor amiga. La mujer en cuestión, Luka, se paseaba a sus anchas por mi casa, sin la mínima pizca de respeto al hablar o al vestirse, y no tenía intención de romper con su relación amorosa con Miku Hatsune, de la cual mi tío era aparentemente consciente.

Iugh.

También teníamos a mi media hermana, Neru Akita, quien resultó llevar una vendetta personal en mi contra, y ahora que era una heredera legítima de Kagamine se le subieron los humos a la cabeza. Todos los días venían a visitarla Teto, Yuma y otros chicos a quienes no conocía... Me daba la impresión de que se aprovechaban de ella, pero opinaba que lo tenía merecido por decirle a medio instituto que se volvió millonaria de la noche a la mañana.

Por otra parte, relación de Fukase y Gumi no hacía más que atormentarme. No entendía bien como hacía la peliverde para estar tan a gusto con él, cuando su corazón probablemente aún latía por otra persona. ¿Como hacía? ¿Un clavo saca a otro?

¿O quizás había en su corazón espacio para más?

No quiero dejar de mencionar la historia de que mi madre supuestamente había terminado de perder el juicio. Se la pasaba gritando a diestra y siniestra, estaba más tosca de lo normal y había empezado a perder cabello a pasos agigantados. Y sea cual sea la situación, le echaba la culpa de todo a Miriam Akita, quien estaba muy ocupada pasando varias horas al día memorizando los nombres de sus hijos. Y no debemos olvidar que su última alucinación consistía en emparejarnos a Len y a mí.

Paralelamente, también había decidido pasar de Mikuo Hatsune. No me quedaba claro por qué había montado semejante pelea contra Kaito Shion, aún cuando supuestamente éste se le insinuó... Es decir, nunca había pasado por algo así y no quería juzgarlo, pero... ¿si Una tenía razón, había algo malo en él?

Y por último, tenía al dueño de mis lamentos.

Len... ¿Akita? ¿Kagamine?

Daba igual.

Este amor se pudrió.

Él sabía todo lo que me había pasado los últimos dos meses. Me había detenido a cada momento a pedirle consuelo, socorro, lo que sea... Y en cada ocasión me había mentido, de alguna u otra manera con tal de manipularme a su antojo.

Todo esto se volvió un engaño.

Todo había sido, a propósito o no, con el fin último de alcanzar la herencia que tanto anhelaba, y no contento con eso, Len se lanzó a la presidencia de una empresa de la que no sabía nada, absolutamente nada.

En todo este tiempo siempre había creído en ti.

No lo negaría, él había intentado hablarme en más de una ocasión. Una vez reí internamente al escucharlo hablar solo, recostado contra la puerta de mi habitación y balbuceando cosas que carecían de sentido.

EL PACTO | RiLenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora