El amor está en el horno

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¿Qué pasa cuando se encuentran el amor y la muerte? ¿Se muere el amor? ¿O se enamora la muerte?

Tal vez la muerte moriría enamorada...Y el amor amaría hasta la muerte.

Me encontraba batiendo una mezcla en el condominio de los Hatsune. Sugerí hacerlo con la batidora eléctrica, pero para mi pesar Miku y Gumi decían que el resultado sería diferente, y como me estaban dando la parte más sencilla no debería estar quejándome. Sinceramente, mis brazos estaban cansados y me molestaba que ellas estén aprovechando que no tenía manos libres para filmarme y sacarme fotos sin mi consentimiento.

- ¡Te ves taaaaan linda, Rin! -me decía la dueña de casa con su voz aguda- ¡Tienes que subir estas fotos, Oliver va a infartar!

- Mmm... -murmuré suavemente, volviendo la mirada a la mezcla entre mis manos- ¿Gumi, crees que ya está lo suficientemente mezclado? -le pregunté a la chica, tratando de parecer indiferente a su comentario.

- A ver -dijo acercándose para poder introducir un dedo en la masa y llevárselo a la boca- ¡Buen trabajo! -me sonrió, golosa- ¡Un poco más y ya te saldrán los bíceps!

- ¿MÁS? -chillé, soltando los utensilios y dejándolos caer en forma de protesta- ¡Ya me cansé!

Mi torpeza me traicionó, ya que en medio de mis quejas obvié la entrada del hermano de Miku a la cocina, el cual nos estaba escuchando atentamente con el rostro reposando entre las manos.

- Pequeña Rin -interrumpió a mis espaldas- ¿No te contaron que al corazón del hombre se llega a través del estómago? -me canturreó con su voz atrevida.

Los pelos se me pusieron de punta, el color subió a mis mejillas y me tensé, pero Miku salió en mi defensa.

- ¡Rin es un sol en la cocina! - me alentó, sacándome una sonrisa momentánea. Me giré hacia Mikuo y le saqué la lengua, triunfante.

- Ah, no estaba enterado de que Rin cocinara bien -se retractó, algo nervioso.

- No es que cocine bien, es que lo quema todo -se apresuró a corregirle la joven.

Pasaron unos milisegundos hasta que mi cerebro procesó lo que ella quería decir, y tiré de su cabello en forma de protesta mientras los demás estallaban en risas.

Debía admitirlo, cocinar no estaba entre mis talentos. Aún así me tocaba hacerlo cada tanto ya que mis amigas querían convertirme en una auténtica Hatsune, y entre sus destrezas se encontraba dominar sin problemas cualquier receta culinaria...

Ellas no se daban por vencidas conmigo fácilmente.

Ya estábamos esperando que la masa se cocine en el horno cuando empezaron a hablar de la pobre Josephine, criticándome porque la había engordado sin querer... Y recordé lo que pasó ayer en la noche gracias a mi mascota. No fue difícil perderme en otra de mis lagunas mentales:

"Tu padre era muy exitoso, pero también tenía muchos secretos"

-...

"Por cierto, tu pijama me parece adorable"

-n...

EL PACTO | RiLenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora