Josephine

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"Jamás aceptaré tu ausencia,
apenas te vas y ya te extraño"

- ¿Entonces ustedes también creen que no se... suicidó? - pregunté con la voz quebrada. Por primera vez me invadió algo así como un sentimiento de rabia e impotencia. Ah, aquí estaban mis ganas de llorar.

La sonrisa de Len se esfumó cuando vio que estaba a punto de estallar en lágrimas.

- Perdona, Rin... No quise hacerte sentir mal... -Se disculpó inmediatamente, y tomó con firmeza mi mano.

Mi mirada se fijó en nuestras manos, y traté de calmarme controlando mi respiración. Había aprendido a controlar mis impulsos bastante bien... cuando quería.

- No, descuida... ¿cómo puedo ayudarles?

- Bueno, podrías empezar dejándonos hacer las preguntas a nosotros -me contestó Len, haciéndome un guiño que me fue imposible ignorar.

- Exactamente -apoyó su compañero Fukase-. ¿Kagamine, sucedió algo fuera de lo normal en las últimas semanas? -me preguntó con la mirada fija.

Procuré hacer memoria buscando algo inusual en los días previos a esa mañana de sábado.

- Ahora mismo no se me ocurre nada raro -les confesé, apenada-. Mi padre es... era -me corregí enseguida- muy responsable con el trabajo, siempre se quedaba hasta tarde en su oficina. Lo veía muy poco durante la semana.

Ambos me miraban atentos.
- ¿No tenía otros pasatiempos además del trabajo? - se atrevió a preguntar Len.

- Los fines de semana quedábamos para hacer algo juntos, y a veces se reunía con sus amigos.

Ellos asintieron, parecían estar tomando nota mentalmente.

- Escuchen -dije, aunque miraba directamente al pelirrojo- mi padre no estaba deprimido ni ninguna de esas mierdas -sentencié con seguridad en mis palabras.

La pareja de policías se miró nuevamente, algo me decía que lo que dije llamó poderosamente su atención.

- ¿Qué sucede? -pregunté, tratando de entender lo que estaban pensando.

Len suavizó su expresión y se levantó del suelo.

- Nada... esto... Creo que esto es todo lo que necesitamos. Muchas gracias, Rin -me dijo con su voz calmada-. Estaremos en contacto.

Quería protestar, pero el hecho de que me llame por mi primer nombre me parecía espectacular, estaba tan acostumbrada a que se refieran a mí como "niña", simplemente por mi tamaño, que el reconocimiento de mi individualidad por una persona adulta era un... distractor.

- Te agradecería que tengas discreción con tus amigos, y no les reveles nuestra identidad - me pidió Fukase, quien no había dejado de fruncir el ceño desde que me vio. Seguramente, no... Definitivamente le saldrían arrugas prematuras.

No pude evitar contagiarme y también endurecí la mirada. ¿Ya habían terminado?
Yo quería seguir conversando, pero se levantaron tan abruptamente que me dejaron con las palabras en la boca.

- Adiós.

Creo haber quedado quizás una hora en absoluto silencio. Por primera vez estaba sola ese día, lo cual agradecía internamente. Me perdí a mí misma mirando la naturaleza a mi alrededor. A veces, cuando me quedaba mucho tiempo mirando el pasto, sentía que podía verlo crecer. Era algo muy extraño, y probablemente sea consecuencia de un trauma que todavía no me diagnosticaron, pero podía jurar que lo veía con mis propios ojos si prestaba la suficiente atención.

EL PACTO | RiLenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora