Dispárame

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"Aprendí que los inicios dan miedo, que los finales son tristes y que lo importante es el camino que aún queda por recorrer"

No entendía muy bien el por qué, pero estaba muy nerviosa. Miriam jamás podría saber lo que estaba planeando, ya que ni siquiera Len o Neru lo sabían.

¿O sí?

Entramos por la puerta principal y pude divisar a la mujer tomando su té de hierbas, el que acostumbraba beber justo antes de ir a dormir. Nos dedicó una sonrisa estéril, como si vernos juntos no fuese ninguna preocupación para ella.

Se levantó con calma y se paró frente a nosotros. Llevaba una bata de cama y su cabello gris estaba suelto, no tenía pinta de matar a una mosca, y sin embargo había cometido atrocidades para encontrarse donde estaba.

- No te preocupes Rin. Len vendrá cada navidad a pasarlo con nosotros y traerte regalos. ¿No es así, hija? -se giró un poco para mirar a Neru, quien se encontraba apoyada en el marco de la puerta de la cocina y asintió, algo nerviosa.

Si alguien se estaba jugando el pellejo, era ella. La rubia estaba traicionando a la mujer que le trajo al mundo, a la que la cuidó durante quince años y le hizo ser quien era.

Le agradecía infinitamente por eso, y sabía que mi padre también. Neru era una de las buenas.

- Tenemos que hablar sobre eso, Miriam -aclaró Len, carraspeando un poco para aclararse la voz-. No me voy a ninguna parte.

Ella soltó una risa falsa, digna de un Oscar para la mejor villana.

- ¿Y a qué se debe esta repentina rebeldía?

- Lo sé todo, hemos descubierto que estás detrás de todo el supuesto suicidio, que extorsionaste a Leon hasta el punto de quiebre por tu maldita ambición de querer ser la "señora Kagamine".

- No es así, hijo. Y aunque lo fuere, estoy segura de que no podrías probarlo -contestó sin perder la cordura, con el mismo tono suave.

- ¿Y si pudiera? -me atreví a decir, llamando la atención de los tres.

Tenía los puños fuertemente apretados y hervía de la rabia. Había demasiadas cosas que sentía en lo profundo de mi pecho, pero Miriam tenía razón. No tenía pruebas, ya que mi padre a fin de cuentas se había suicidado.

- Len no entregaría a su propia madre.

Y entonces lo vi. Vi en su mirada soberbia cómo había entrenado a su hijo durante toda su vida como si fuese un lazarillo, convirtiéndolo en una herramienta para ella, pudiendo así usarlo a su favor. Sabía que Len no tenía la pasta para lastimar a su familia. Se había encargado de eso personalmente.

- Él no, pero yo sí -contesté.

El policía me miró perplejo, y Miriam Akita escupió una carcajada. Neru también se veía sorprendida, y parecía querer irrumpir pero no conseguía el valor para hacerlo.

- Te reto a que lo intentes, mocosa malparida.

Fue entonces cuando se cayeron todas mis barreras de contención, cuando la sangre hervía y la adrenalina disparaba a todos los rincones de mi cuerpo, provocando el repiqueteo de mi corazón y un hormigueo recorría mis brazos y piernas.

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⏰ Última actualización: Jul 24, 2019 ⏰

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