THRILLER / ROMANCE
Rin Kagamine se niega a aceptar que su padre se ha suicidado, por lo que decide ayudar en la investigación policial. La pubertad, la amistad, el amor y la familia tocan su puerta, esperando ser atendidos en esta historia que llev...
"Quien quiere de verdad quiere en silencio, con hechos, nunca con palabras"
- Son Lily y Leon -dijo ella al instante, acariciando la figura de mi padre con el pulgar. Al ver su rostro, captamos dos lágrimas solitarias que empezaron a surcar su rostro-. Hijo... ¿dónde está tu papá?
Hay algunas cosas que simplemente no pueden predecirse.
- Mamá, ¿qué dices? -le preguntó el rubio de ojos azules, agachándose hasta quedar a la altura de la mujer, que se encontraba reposando en una silla.
Observé el cariño que le tenía a esa ella, y una vez más me detuve a admirar al policía. Siempre había pensado que sólo se refería a ella como Miriam, pero al parecer de verdad mantenían una relación de madre e hijo.
- Quiero ir al trabajo -pidió, dejando tanto el libro como la foto de mis padres sobre la mesita de luz a su derecha.
- ¿Al trabajo? -pregunté, sorprendida por su pedido-. ¿Acaso no trabajaba aquí?
- Creo que se refiere al orfanato -mencionó Neru, mirando a su hermano en busca de aprobación-. Ella empezó a trabajar allí luego de tenerme.
El muchacho pareció sorprenderse, probablemente nunca había puesto un pie en ese edificio.
- No creo que sea buena idea -opinó, algo dudoso e incluso me atrevería a decir... ¿con miedo?
- Quizás sí deberíamos llevarla -le contradijo la rubia, ayudando a Miriam a pararse y tendiéndole el bastón plateado que acostumbraba utilizar-. Las personas que trabajan allí podrían refrescarle la memoria -mencionó ella, fijando la vista en el libro que habíamos utilizado momentos atrás.
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"La Providencia" murmuré para mis adentros al leer el cartel que se encontraba en la entrada. A decir verdad, no me daba la típica reacción de película de terror en la que se te ponen los pelos de punta. El edificio se veía algo viejo, eso sí, pero había niños correteando y jugando alegremente del otro lado de las rejas. Enseguida divisé a una monjita mirándolos desde un banco, y ésta parecía sostener un libro entre las manos. Probablemente ella era quien los estaba vigilando.
Observé a Len, quien se encontraba notablemente nervioso nada más al pisar las inmediaciones del lugar. Le sonreí tratando de transmitir calma, y me devolvió la sonrisa forzadamente, poniendo después una mano en mi espalda.
Entendía su nerviosismo, al final de cuentas éste es el lugar donde lo habían abandonado.
La chica Akita fue quien presionó el botón de timbre sin previo aviso, y nos sobresaltamos al escuchar un profundo y tétrico sonido desde el edificio.
- Tendrían que cambiar ese timbre -mascullé, tratando de alivianar el ambiente.
La monjita que estaba cuidando a los niños notó nuestra presencia y se acercó a recibirnos con una expresión amable.