"Y si entre nosotros aumenta la distancia, recuérdame bonito"Todo ocurrió así como era de esperarse, sin oportunidad a oponerme al tren imbatible que suponía el destino:
"Gackupo Kamui ha sido electo como senador número veinticinco".
Mi tío había comprado las elecciones, de eso no quedaba duda alguna. Ahora no sólo mi segundo apellido estaba manchado de deshonra, sino también el primero pues fueron las empresas Kagamine las que pagaron por el pato.
Y ni siquiera tenía el legado de mi padre para refugiarme en él, porque había "miembros" nuevos. Miembros que no se merecían llevar mi apellido. Miembros que me daban ganas de cambiarme de nombre y empezar de nuevo en un lugar muy lejano.
Pero no podía hacerlo. Un cuarto de la empresa seguía estando en mi poder, y sabía que en algún lugar estaba mi papá, mirándome y esperando que haga lo correcto: quedarme a luchar por él.
Debía seguir viéndoles la cara de idiotas, contemplar la codicia en sus acciones y observar con las manos atadas cómo destruían lo que Leon Kagamine había tardado tanto tiempo en construir.
Y es que comprar a un senador era como desbloquear un nuevo nivel en la corrupción: prácticamente significaba que ante cualquier resolución para la suba de impuestos, nuevas regulaciones o tratados público-privados, la empresa tenía una voz y voto en ese senador que había conseguido sentarse allí gracias a su apoyo -ilícito, claro está-.
Denunciarlos significaría terminar con la cadena de corrupción, pero también significaba destruir la empresa que quería proteger.
Este era un cáncer que debía curarse desde adentro.
Me tomé la libertad de faltar al instituto durante toda esa semana mientras me sentaba frente al monitor ocho horas al día y aprendía todo lo posible sobre la administración de empresas.
Una de las cosas que se interponía en la democracia para la toma de decisiones, la cual era vital para salvar a las empresas K.G, era que Miriam Akita -me rehusaba a llamarla por su nuevo apellido- además de manejar su parte, era responsable de la de Neru hasta que ella alcance la mayoría de edad. De esta manera, sus acciones ascendían hasta un imponente cincuenta por ciento.
¿Y cómo podría yo hacerle ver a la chica que su propia madre estaba destruyéndole el futuro?
Neru no era muy apegada a Leon. No tenía idea de la gravedad de la situación, ella simplemente gozaba tener a su madre de vuelta y respetaba todas sus decisiones sin chistar.
No la culpaba del todo, la "milagrosa" recuperación de Miriam que terminó convirtiéndola al cuarto día en la presidenta de una sociedad multimillonaria levantaba más de una ceja, y sin duda su actitud imponente invocaba más miedo que respeto.
Yo, por mi parte, no había hablado con nadie de estos temas, ni siquiera tenía a Haku ya que con el dolor de su alma tuvo que renunciar. Ella dijo que no serviría a otra señora Kagamine que no sea Lily, así que se marchó hasta que las cosas se calmen un poco.
Y con respecto a la situación de mi madre, ella había sido internada por un periodo irrevocable de tres meses durante los cuales sería evaluada y además aseguraban que para ella serían como una especie de vacaciones. Pregunté por las visitas y me comentaron que durante las primeras semanas no estaba permitido, no obstante dijeron que me llamarían a avisar cuando ella esté "lista" para verme.
Bajé las escaleras durante la mañana de sábado en busca de un refrigerio, ya que ni siquiera en mi miserable vida de hermitaña aislada de todo contacto social podría sobrevivir sin comer. Eso sí, elegía horarios inusuales para evitar toparme con esas personas con las que compartía el techo.
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EL PACTO | RiLen
RomanceTHRILLER / ROMANCE Rin Kagamine se niega a aceptar que su padre se ha suicidado, por lo que decide ayudar en la investigación policial. La pubertad, la amistad, el amor y la familia tocan su puerta, esperando ser atendidos en esta historia que llev...