Ganas de Len

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"La muerte puede acabar con la vida, pero no con el amor"

- ¿Rin? ¿Qué haces aquí?

Los ojos celestes de Len me atravesaron como dagas. Miró brevemente a mi acompañante, y luego volvió su vista a mí.

- Mi amiga quiere hablar con usted -le explicó Gumi, palmeando mi espalda al ver que me quedé muda.

- Bueno, pueden pasar en ese caso -nos invitó él, pero la peliverde sonrió y se negó amablemente.

- Muchas gracias, pero prefiero esperarla aquí afuera.

Volvimos a conectar las miradas, y asentí levemente a lo que entraba por segunda vez a su casa. Esta vez Akita se encontraba usando una camisa celeste y una corbata azul que combinaba con sus ojos, escondidos tras un cristal de marco rojizo. Posiblemente lo había pillado en su día libre, ya que estaba usando solamente medias. Lo seguí hasta que llegamos al comedor que ya conocía, donde me invitó a sentarme una vez más.

- Vengo enseguida -me aseguró, y se giró hasta el mueble en la esquina de la habitación para buscar un par de tazas.

Las colocó con delicadeza frente a mí y pasó a traer la tetera, que aún echaba humo, del fuego en el que se encontraba. Miré el juego de tazas, la persona que las escogió tenía un gusto exquisito por la porcelana china.

Luego volví mi vista a Len mientras llenaba mi taza y esbozaba una media sonrisa, incomodarme ante su amabilidad era inevitable

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Luego volví mi vista a Len mientras llenaba mi taza y esbozaba una media sonrisa, incomodarme ante su amabilidad era inevitable.

- ¿Cómo estás, Rin? -me preguntó a lo que se sentaba a mi lado, entrecerrando los ojos y arrugando levemente la nariz.

- ¿Cómo estás, Rin? -me preguntó a lo que se sentaba a mi lado, entrecerrando los ojos y arrugando levemente la nariz

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¿Como estaba... yo? Anonadada ante su tranquilidad, para empezar.

- Ehemm, bien... creo. Disculpa que haya venido sin avisarte -le dije con un hilo de voz, la misma me temblaba levemente y no me animaba a levantar la vista de la taza humeante, mientras revolvía frenéticamente su contenido con una cuchara.

- No te preocupes, creo que ya es casi como tu toque personal -me bromeó con ganas, haciendo que quiera hundirme aún más en mi asiento-. ¿Qué te ha traído hasta aquí?

EL PACTO | RiLenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora