Venganza

301 36 52
                                    

"Planeé la mejor de las venganzas, decidí ser feliz sin ti"

Subí a la camioneta de Len con la cabeza algo perdida. Llevaba conmigo solamente un bolso y la mochila del instituto. Creo que el rubio colocó algo de música en un intento de hacer el viaje más placentero, mas tenía lo poco que había comido en la boca del estómago y me sentía fatal.

- Hace un rato te dije que te quería, ¿sabes? -soltó de repente, y percibí una nota de amargura en su voz.

Giré levemente la cabeza, sin poder dar crédito a mis oídos. Encontré durante una fracción de segundo sus orbes con los míos, y esbocé una pequeña sonrisa, a lo que él volvió su vista al camino.

- Y... ¿No tienes nada que decirme? -inquirió.

¿Len Akita estaba resentido porque no le dije que le quería?

- ¿Qué esperas que te diga? -le pregunté, disfrutando de la pequeña rabieta que estaba teniendo él. Verlo molesto por algo era inusual y me parecía tierno.

- ¿Yo? Nada -se apresuró a decir con una falsa confianza-. Es que me pareció que querías decirme algo -agregó de forma algo arrogante mientras encogía los hombros.

- Creo que se me olvidó. Seguro no era nada importante -le contesté con sarcasmo, ampliando aún más mi sonrisa.

Él sabía mejor que nadie que mis piernas flaqueaban apenas se paraba enfrente.

- Creo que sí lo era -volvió a insistir, ya con el semblante más serio.

Parpadeé un par de veces mientras intentaba comprender si seguía bromeando o hablaba en serio, y es que Len Akita era como un enigma que no terminaría nunca de resolver. Fruncí un poco la frente al alzar las cejas, esa no era la forma de pedirme una demostración de afecto, y ciertamente no la conseguiría.

Len frenó el vehículo de forma gradual cuando llegamos a nuestro destino y me miró llanamente, haciendo que mi seguridad se desplome en cuestión de segundos. Me acerqué a él, y le di un casto beso en los labios.

Yo lo amaba, pero recordaba que él tenía que amarme más. Y amarme primero.

- Buenas noches.

Al ingresar al condominio contemplé la casa de los Megpoid antes de tocar la puerta contraria. Para mi sorpresa, la puerta principal de los Hatsune se abrió de par en par, y no me encontré con otro que Kaito Shion saliendo de la mansión.

- ¿Otra vez usted? -indagué cruzándome de brazos. Literalmente estaba saliendo de la casa de los que expusieron todos nuestros secretos familiares. Amaba a los Hatsune, pero sabía que ellos estaban tan jodidos como nosotros.

- No es lo que piensas -dijo inmediatamente.

- No sé lo que pienso -le corté, de forma impaciente.

- Estoy aquí por Mikuo, no por sus padres -trató de explicarme, lo cual me pareció sumamente extraño teniendo en cuenta lo que el chico me había mencionado sobre él-. Supongo que ya sabes que estuvimos juntos.

- ¿Estar juntos? Yo solo sé que te insinuaste a un alumno.

No era la más indicada para hablar, pero... ¿Por qué este viejo estaba tan empeñado en conseguir algo con alguien mucho menor?

- Típico de Hatsune... -bufó con una risa sarcástica-. ¿Y qué si te digo que actué en base a lo que ambos queríamos, y por negarse a sí mismo casi me mata?

EL PACTO | RiLenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora