"Lo prohibido siempre tiene un sabor especial"
- Entonces... ¿hermanos, verdad? - le pregunté a lo que me revolcaba sobre su cama, buscando tener su atención y encontrarme con su mirada.
El hombre se encontraba trabajando en la computadora sobre su escritorio, y me prestaba muy escasa atención para mi gusto.
- ¡Hermano! -le llamé, haciendo que se sobresalte y gire a verme.
- Rin, ya te dije que no quiero que nadie se entere-trató de explicarme, con la poca paciencia que le quedaba- ¿Me harías el favor de colaborar con mi causa? -pidió con cansancio.
En tan solo un par de días nos habíamos vuelto muy cercanos. Len ya no luchaba con apartarme cada vez que buscaba su contacto, sino que lo correspondía y con creces. Era viernes por la noche y me había dejado incluso entrar a su habitación y acostarme en su cama, cosa que antes ni siquiera me habría atrevido a preguntarle.
- ¿Qué importa? No hay nadie.
Estábamos solos en la casa -sin contar con Miriam, quien permanecía en la planta baja-, ya que Neru había ido a dormir a lo de Teto, y tanto mi madre como Luka y Gackupo fueron a un evento político importante.
- A mí me importa. ¿Podrías dejar de fastidiar? -me pidió con tono severo, pero regalándome una media sonrisa antes de girarse y volver a darme la espalda.
- Mmmm- murmuré, atrapando con las manos uno de sus almohadones y aprovechando su distracción para aventárselo en la nuca-. ¡No!
- ¡Ya es suficiente! -dijo levantándose de repente, y caminó en dirección hacia mí hasta quedar justo enfrente, haciéndome sombra sobre el rostro- ¡Voy a castigarte por ser una hermana muy molesta! -gruñó entre risas mientras saltaba encima, tomándome desprevenida y atacándome con una avalancha de cosquillas.
Me retorcí a su lado, no sin antes devolverle un poco de su propia medicina. Me las arreglé para dejarlo a él acostado sobre la cama y yo quedé encima, en el ángulo perfecto para alcanzar ambas axilas.
Me senté a la altura de su estómago, sonriendo abiertamente al darme cuenta de que él ya no tenía escapatoria. Le di su merecido, regocijándome internamente al escuchar esa risa cantarina que me volvía loca.
De pronto Len dejó de reír, y no pude evitar imitarle. Desde ese ángulo, pude ver que su rostro se encontraba ruborizado y quedó con la boca ligeramente abierta. ¿Qué estaría pensando?
Me sonrojé automáticamente y Len me bajó de encima, colocándome en la cama a su lado.- Len, solo quiero que sepas que estoy muy feliz de tenerte en mi vida -le dije, acercándome una vez más a él y rodeándole con los brazos entre las sábanas.
Somos hermanos, ¿no?
Así que esto está bien.No quería renunciar a esa calidez, y de esta manera la tenía más cerca que nunca. Ya no tendría que preocuparme por las miradas de extraños, o por el qué dirán de mis amigos. Len era mi hermano, y eso era lo único que importaba.
Y quizás no pueda decirlo a los cuatro vientos aún, pero al menos podría estar tranquila sabiendo que todo lo que sentí durante las últimas semanas, estaba bien.
Por supuesto que me recordaba a mi papá, es sangre de su sangre. Por supuesto que me atraía físicamente, estábamos destinados a conocernos y compartir juntos, literalmente teníamos un imán, un hilo rojo o algo que nos había unido desde el primer momento en que lo vi.
- Yo también estoy muy feliz de tenerte en mi vida -me dijo correspondiéndome, y todavía en la cama me estrechó aún más hacia sí.
Tenía el cuerpo completamente pegado al suyo y no pensaba despegarme pronto. Respiré profundamente, admirando su fragancia natural, y luego metí la cabeza en su pecho. Mi corazón latía rápido, pero también sentía que el suyo estaba latiéndole a mil.
Alcé la cabeza y lo contemplé una vez más, observando sus facciones siempre suaves, siempre armónicas... y dejándome llevar por el momento, acerqué mi rostro al suyo. Sentí su aliento en mi garganta, y me percaté de que estaba tan exasperado como yo. Tal vez haya sido la batalla de cosquillas, o tal vez otra cosa, pero no tardé mucho más hasta unir nuestros labios.
Apoyé mis labios en los suyos suavemente, y luego presioné con más intensidad, como había visto a Gumi y Miku aquella vez.
Mis manos se posaron en su torso de forma instintiva, y Len me tomó desprevenida al tomar mi rostro con las manos. Giré levemente la cabeza tal y como me habían enseñado, y noté que el joven tenía la boca levemente abierta. Pude darme cuenta de que se acomodó, y para mi sorpresa profundizó el beso, introduciendo su lengua caliente en mi boca y acercando aún más mi rostro al suyo. Luego empezó a jugar con mi labio superior, mordiéndolo levemente mientras yo hacía lo mismo con su labio inferior, el cual era suave y carnoso.
Quise avanzar todavía más, y llevé una mano a su entrepierna, encontrándome con un bulto endurecido por debajo de sus pantalones. Lo acaricié suavemente, y en ese momento fue que Len me apartó con suavidad. Al abrir los ojos me encontré con los suyos que me miraban intrigados, como si no pudieran comprenderme.
- ¿Qué hiciste? -me preguntó, entrecerrando los ojos pero sin alejarme lo suficiente como para disminuir los latidos de mi corazón.
- ¿Somos hermanos, no? -le dije, repitiendo las palabras que literalmente usaba para justificarlo todo.
En un último intento por permanecer así, volví a unir nuestros labios, pensando que no tardaría en apartarme. Sin embargo, Len correspondió una vez más ese beso, dejando esta vez una mano en mi nuca y otra en mi cintura, la cual había quedado desprovista de ropa al encontrarnos en la cama. Su mano cálida se paseó por mi piel, fría, que se iba calentando con su tacto.
Nuestro beso apasionado continuaba, sin remordimientos y aparentemente sin consecuencias. Esta vez decidí mantener las manos en su torso mientras él se dedicaba a explorar mi espalda, e incluso me atrevería a decir que llegó a meterla por debajo de la blusa.
Me acariciaba la espalda en círculos, tal y como había hecho ya alguna vez, pasando distraídamente la mano sobre la parte de atrás de mi sostén.
Por un momento pensé que intentaría sacarlo, pero no lo hizo, sino que continuó su trayectoria y terminó por pasar la mano derecha por cada centímetro de mi espalda, presionándome contra él y haciendo que el corazón esté a punto de salírseme por la boca.
No quería decir nada, no quería hacer nada que arruine el momento, me encontraba en un sueño, viviendo algo que hasta ese mismo día me habría parecido imposible.
Len se giró, quedando encima mío y detuvo nuestro apasionado beso para mirarme fijamente a los ojos. Era la misma mirada que había visto cuando Luka miraba a Miku, pero en Len tenía muchísimo más sentido.
Respiraba agitadamente y pude darme cuenta de que estaba debatiendo internamente, estaba pensando si debería continuar, o no.
Le puse una mano en la mejilla y lo acaricié, disfrutando de su aliento y de su cercanía lo más que podía. Nunca lo había visto perder el control así.
Pero no me arrepentía de nada.
Me animé a atraer su rostro hasta el mío una vez más, dándole un último beso suave, mezclando su saliva con la mía y sintiendo que le temblaba levemente el labio inferior.
No sabía cómo funcionaban los cuerpos de los hombres, nunca había prestado mucha atención a las clases de sexualidad, pero no hacía falta ser un genio para percibir que se estaba conteniendo.
Yo por mi parte estaba dispuesta a todo, con él.
Pero no volvería a tocarle sin su permiso.
Aproveché que quedó inmóvil para volver a tumbarlo sobre la cama a mi lado, y puse mis pulgares sobre sus labios húmedos e hinchados.
El rubio estaba anonadado, y yo tampoco podía creer lo que acababa de pasar.
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Este es mi As bajo la manga. Espero que lo hayan disfrutado tanto como yo.
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EL PACTO | RiLen
RomanceTHRILLER / ROMANCE Rin Kagamine se niega a aceptar que su padre se ha suicidado, por lo que decide ayudar en la investigación policial. La pubertad, la amistad, el amor y la familia tocan su puerta, esperando ser atendidos en esta historia que llev...