8 - Palma de Mallorca

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Alrededor de las cuatro y media hemos pasado todos los controles y ya hemos salido del barco. Estamos los tres caminando para salir del puerto cuando a mi padre le llama la atención una persona cuyo cuerpo está completamente oculto tras un montón de globos.

–No sabía que vendieran globos en el puerto.

Pero a medida que nos vamos acercando me doy cuenta de que no va a vender nada, sino que espera a alguien. Y de que la cara del que espera me es familiar. Creo que incluso lo conozco.

–¿No es Jaime? –pregunta mi madre al mismo tiempo que lo reconozco.

Nuestras miradas se cruzan. Mi corazón palpita y mis piernas comienzan a correr hacia él. Hace apenas veinticuatro horas que nos despedimos pero parecen años. Y lo peor de todo es que me siento culpable por haberme sentido atraída por otro chico que no es mi novio.

Jamie! ¿Qué haces aquí? –Digo inmersa en nuestro abrazo–. ¿Por qué has venido? Pensaba que estabas de vacaciones.

–Quería darte una sorpresa. –explica el romántico de mi novio tendiéndome los globos y una bolsa de regalo.

–¿No empezaban tus vacaciones hoy? ¿No era hoy cuando te ibas al pueblo?

Jaime niega con la cabeza.

–Estaba planeando esto.

–Ángela, nosotros nos vamos a la ciudad. Quedamos aquí mismo a las siete y media. -nos interrumpe mi madre.

–¿Lo sabías?

Ella no contesta, pero sonríe.

–Nos vemos luego. –mis padres se despiden de mi con un movimiento de mano.

–Eres estúpido, lo sabes, ¿no?

Jaime me responde con una sonrisa:

–Puede.

–Y estás loco, aunque esto sí que te lo digo siempre.

–Sí, y también te respondo siempre que la qu…

–…la que provoca que estés loco soy yo. Lo sé. Siempre dices lo mismo.

Ambos nos sonreímos y Jaime me sorprende besándome.

No puedo dejar de vivir con esto.

–Toma, te he traído algo. –dice tendiéndome una bolsa de regalo.

–No tenías por qué comprarme nada. –digo.

Es lo que siempre dice la gente que se siente mal porque le regalen algo pero al mismo tiempo se siente ilusionada porque quieren abrir el regalo ya. A mí me falta tiempo para arrancar el papel de regalo al bulto que encuentro en el interior de la bolsa.

Al acabar con el papel de regalo negro con lacitos de colores me encuentro un conjunto de lencería de mi tienda favorita de lencería. Es el conjunto que Carla y su prima Eva le vieron entre las manos hace unos días en el centro comercial. Es negro y tiene encaje en algunas zonas, lo que lo hace exquisito, ya que no enseña nada que no deba enseñar la ropa interior. Es tan delicado que por eso esta tienda es mi favorita. A pesar de que apenas posea un par de prendas de esta marca.

Enrojezco y Jaime también, aunque él, además, se pasa una mano por la nuca.

–Pe-pensé que te haría ilusión un regalo como este… Me has dicho mil veces que te encanta esta tienda y… no sé. –balbucea.

–Me encanta Jaime, es precioso –intento ayudarlo–. Estoy deseando estrenarlo.

Le guiño un ojo y Jaime me sonríe. Es una de esas sonrisas que parecen decirme que sabe lo que estoy pensando porque él piensa igual. Supongo que eso sólo lo sientes con la persona correcta, y yo llevo años con la persona correcta.

El amor no existe hasta que llegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora