Comienzo a bajar las escaleras, aunque no sé bien adónde me dirijo. Sin saber el camarote de Ivan me encuentro sin saber dónde ir. Podría pasarme camarote por camarote golpeando las puertas para encontrarlo, pero podría tirarme todo el día y probablemente me acaben llamando la atención antes de terminar un solo pasillo.
Me paro en mitad de las escaleras y pienso. Si fuese Ivan, ¿dónde iría? En primer lugar iría a la piscina, pero está claro que no estaba ahí. Quizá más tarde vaya, pero no ahora. Si no está en la piscina, el segundo lugar que más le gusta es el casino, pero no pega que vaya al casino siendo las once de la mañana. Sólo se me ocurre que pueda estar durmiendo, pero eso me lleva al principio de esta mañana, que es buscarlo en su camarote.
Suspiro mientras me rasco la rodilla. Me estoy poniendo nerviosa y sólo consigo calmar mis nervios cuando corro. Ya hace días que no corro, por cierto. Entrené los primeros días a bordo y lo dejé. Lo mejor que haga será ir al gimnasio, quizá en el gimnasio se me ocurra alguna idea para encontrar al moreno.
Después de cambiarme en mi camarote, entro en el gimnasio con mi ropa deportiva. Respiro hondo al entrar. Me gusta mucho el olor de los gimnasios. Prefiero el olor a tierra de correr al aire libre, sobre todo en días en los que ha llovido, pero el olor de los gimnasios me gusta mucho. No el olor a sudor, sino el olor de la superación, de trabajar duro y de fortalecerse.
El gimnasio está más lleno que la primera vez que fui, teniendo en cuenta que la primera vez fui a la hora en la que era el simulacro de emergencia y las únicas dos personas que no fuimos al simulacro estábamos aquí, en el gimnasio.
Dejo mi toalla y mi botella de agua en un banco junto a la cinta y comienzo a andar después de hacer unos pequeños calentamientos.
Pensándolo ahora no cambiaría nada del primer día en el barco. Si no me hubiese entretenido hablando con Jaime por teléfono, no habría tardado más en subir al barco y no me habría cruzado con Ivan. Por otro lado también me alegro de haber estado hablando con Jaime cuando mi padre me mencionó el simulacro porque de haberlo escuchado no estaría aquí, en el gimnasio, justo a la hora prevista.
De alguna manera u otra, el hecho de que conociese a Ivan está relacionado con Jaime, así que tampoco desearía haber roto antes con él.
La vida, al fin y al cabo, está hecha de casualidades. O de cosas que pasan porque tienen que pasar. Supongo que el mundo se divide entre los que creen en lo primero y los que creen en lo segundo. Yo sólo soy de los que deciden no ignorar la coincidencia, porque nunca sé lo que está previsto para mí.
Después de unos cuarenta y cinco minutos sin parar de correr, apago la máquina y bebo agua. Ivan no ha aparecido por el gimnasio tampoco, lo que me ha decepcionado algo, más que nada porque esperaba encontrármelo aquí. Sin duda lo esperaba. Esperaba que apareciese por la puerta del gimnasio y me mirase a través del espejo con esa mirada tan… intensa justo como lo hizo la primera vez que hablamos.
Tengo que hablar con él. Realmente lo necesito.
Supongo que debería ducharme, pero no me apetece ducharme ahora y a la noche, antes de la cena de gala. La idea de cenar en el mismo restaurante que el capitán no me parece nada emocionante, a mí lo que me gusta es poder vestirme de gala, incluso aunque no lleve el vestido largo que quería traerme.
Al final decido ir a mi camarote a ponerme el bikini y refrescarme en la piscina. Después de todo no tengo nada mejor que hacer ya que Ivan sigue sin aparecer.
Hay música en la piscina. En realidad siempre hay, solo que esta vez la música está tan fuerte que dudo mucho que la gente oiga las conversaciones que tienen. Supongo que es por el aquagym.
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El amor no existe hasta que llega
Teen Fiction¿Quién no ha soñado con un amor de verano? Todo el mundo lo ha hecho. Para Ángela, por algunos conocida como la hija de Dani y Elena de Cartas para Irene, los amores de verano no existen. Ángela no cree en los amores de verano porque lleva toda la...