Su última frase es suficiente para dejarme tan aturdida como para no darme cuenta de adónde me lleva hasta que llegamos. El casino, el mismo sitio que la última noche que tiró de mí.
–¿Otra vez el casino? –pregunto arrugando la nariz.
–Es donde mejor hacen los cócteles. –explica mientras entra cogiéndome de mi mano, simulando que es mi pareja.
Achino los ojos. No sé qué es peor: que me lleve a beber alcohol o que sepa cuál es el mejor sitio del crucero donde preparan los mejores cócteles.
–Due Bloody Mary, perfavore. –pide en un perfecto italiano.
El barman obedece sin siquiera pedirle la edad.
–¿Qué has pedido?
–Un Bloody Mary. Es lo que tomaban en los años 20, no te voy a pedir un Cosmopolitan.
Pongo los ojos en blanco. Esto de los años 20 y los mafiosillos se le está yendo de las manos.
–Tienes un poco de obsesión con hacerlo todo acorde a la noche vintage.
Ivan chasquea la lengua y sacude la cabeza.
–Hay tres maneras de hacer las cosas –coloca tres dedos de su mano derecha en mi cara–: bien, mal y como yo las hago.
No puedo evitar soltar una carcajada.
–¿Otra cita?
Me dedica su sonrisa más amplia, la que más acentúa sus hoyuelos.
–Robert De Niro es el puto amo. Es de Casino. –afirma.
Yo pongo los ojos en blanco.
En ese momento Lucio deja dos vasos de tubo de cristal con un contenido rojo, como sangriento, y bastantes cubitos de hielo. Si no supiese que es un cóctel famoso y que a la gente le suele gustar no me atrevería a probarlo.
Moreno Sexy le deja la tarjeta de su habitación al camarero para que le cobre las copas. Antes de que Ivan me diga nada del tipo “Prueba eso ya”, ya he pegado un sorbo y estoy decidiendo si me gusta o no la bebida.
–Esta vez no te lo has pensado, borrachita. Se nota que tus padres no están por aquí.
Lo fulmino con la mirada, lo que provoca otra de sus carcajadas.
–¿Sabe a tomate? –pregunto.
–Lleva zumo de tomate. –me corrige Ivan, señalándome con el dedo.
–Me encanta. –murmuro volviéndome a llevar el vaso a la boca.
Ivan sonríe y bebe de su bebida.
Sin darme cuenta estoy moviendo el cuerpo al ritmo de la canción que suena por los altavoces del casino. Es una canción marchosa, pero sigue siendo del estilo de los años 20. Quizá haya sido versionada.
–Me gusta cómo los flecos se mueven contigo. –apunta mi amigo con la cabeza y sin dejar de sonreír.
Yo hago oídos sordos y me centro más en la canción con cara seria. Consigo captar algo del estribillo: “A little party never killed nobody. Right here, right now’s all we got.”
–¿Te pones tan seria cada vez que bailas?
–Me pongo seria cada vez que me concentro en algo.
Ivan asiente con la cabeza. Le ha gustado mi contestación o le ha gustado mi seriedad, no sabría decir.
Al finalizar la canción que a partir de hoy es mi canción, acabo mi copa de un trago a pesar de que aún quede casi la mitad del vaso.
–Esa canción era de otra película. –comenta, aún con la sonrisa en el rostro.
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El amor no existe hasta que llega
Teen Fiction¿Quién no ha soñado con un amor de verano? Todo el mundo lo ha hecho. Para Ángela, por algunos conocida como la hija de Dani y Elena de Cartas para Irene, los amores de verano no existen. Ángela no cree en los amores de verano porque lleva toda la...