43 - Stazione Marittima de Venezia

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Despierto aún con Ivan abrazado a mi cuerpo. Anoche no hicimos más que dormir. De hecho aún llevo puesto el disfraz de Cleopatra. El día había sido largo para los dos e Ivan se abrazó a mí y se quedó dormido tal y como está ahora, como si no quisiese que me levantase y huyese o como si no quisiera que volviese a Bruno. Lo del tatuaje es lo que más me marcó. No sabía que lo que él sentía por mí era tan fuerte. Supongo que primero tenía que haberlo escuchado a él antes que a los demás como me pasó con Tatiana.

La alarma del móvil de Ivan suena a las siete y media de la mañana y éste se separa de mí, da un manotazo al móvil y vuelve a abrazarme.

—¿Cuánto tiempo llevas despierta? —dice, aún con voz de dormido y sin abrir un ojo.

—Poco —respondo.

Cojo uno de sus rizos y se lo estiro.

—Hoy toca excursión a Venecia —comento.

Ivan gruñe junto a mi estómago.

—Lo sé.

Finalmente se pone en pie de un salto. Me mira, se estira y bosteza.

— Y yo tengo que trabajar, a mi pesar —me da un corto beso en los labios.

Mierda. Y yo que contaba pasar este último día a bordo con mi moreno. Lo único bueno de que acabe el crucero es que mañana por la noche llegaré a Valencia y por fin podré ver a mis primas. Qué vacaciones tan largas. Parece que llevo en este barco un año entero en lugar de un par de semanas.

Observo cómo Ivan se coloca el polo oficial del crucero y se viste con las bermudas del uniforme aún con cara de pena. Supongo que piensa lo mismo que yo.

Dos semanas son lo que hemos necesitado para acabar prendados el uno del otro. Llevo con Jaime desde los catorce años y en sólo dos semanas Ivan ha desmoronado mi mundo entero. No sé lo que voy a hacer si no viene a España este verano.

—¿Por qué no pides el día libre?

Ivan, que ahora estaba colocándose los calcetines del uniforme, levanta la vista sin mover ni un solo dedo.

—¿Por qué quieres que lo haga? Si tú te vas a Venecia.

—Ven conmigo.

Las palabras salen de mi boca disparadas sin filtro alguno, sin que me dé tiempo a pensar si es una buena idea o no.

Al cuerno.

—Pide el día libre y ven conmigo. ¿Qué más da que pidas el día libre hoy? Mañana ya vuelves a casa y tu vacante la tendrán que cubrir. ¿Has estado alguna vez en Venecia?

—Claro, una vez, pero...

—¿Y qué? Nunca has estado conmigo.

Ivan sacude la cabeza mordiéndose el labio inferior, lo que acentúa sus hoyuelos.

—Me matas, Bonnie. Me matas.

Se lanza sobre mí, que aún sigo sentada en la cama, y me besa.

*******

Mis padres no dicen nada. En el momento en el que me han visto aparecer con Ivan se han mirado y luego me han mirado a mí. Mientras mi madre estaba contrariada, mi padre me miraba con aprobación. Ya me dijo que nunca le ha gustado Jaime, y supongo que mi padre es más aventurero que de rutinas. A veces me pregunto cómo congenia tan bien con mi madre.

Al bajar del crucero nos montaron a todos en un barco mucho más pequeño que el de mis vacaciones para llevarnos del puerto a la Plaza de San Marcos, la que supongo que es la más turística de todas.

El amor no existe hasta que llegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora