No puedo dejar de pensar en Ivan. He ganado. He ganado de la manera más limpia y fácil que jamás creía que iba a ser. Y yo que me imaginaba que tendría que inventarme parejas y parejas de casados y enamorados que siguen y siguen para demostrarle que el amor existe. Suponía, incluso, que tendría que rendirme y decirle que tenía razón, que no estaba enamorada de Jaime y que seguía con él por rutina, pero eso último me negaba a decirlo. Antes, en el sofá, hubiese sido la ocasión perfecta para comentarlo, pero no he sido capaz. Su cuerpo moreno tan cerca del mío, sus ojos clavados en mí… No podía.
¿Qué le habrá hecho cambiar de opinión para que reconozca que he ganado yo? Un chico tan testarudo no puede dejarse vencer tan fácilmente. Es como si hubiese pasado algo que lo ha llevado a darme la razón. Aún así creo que no lo haría. Pensaba que lo conocía lo suficiente como para saber que me nunca me daría la razón y, una vez más, el moreno sexy me ha sorprendido. No deja de ser un misterio su persona.
Una vez dentro, las miradas de las chicas vuelven a clavarse en nosotros. ¿Es que no tienen nada más divertido que hacer? Podrían bailar, por ejemplo.
–¿Quieres ir a otro sitio?
Ivan acerca su boca a mi oído para que lo oiga por encima de la música. Una de las niñas se ruboriza al instante y se concentra en su bebida. Las otras dos abren mucho los ojos y no paran de mirar a mi amigo. ¿Se creerán que estamos juntos?
Estoy a punto de decir que sí, que nos vayamos, que las miradas fijas en mí me están intimidando, pero entonces el DJ pone una de mis canciones favoritas y ahogo un grito.
–Supongo que es un no.
Se le escapa una risa y sus hoyuelos se le marcan.
No lo oigo, pero le leo los labios.
Sonrío y me acerco al centro de la pista para bailar. Levanto un dedo en su dirección para decirle que sólo esta canción y nos vamos. Ivan asiente y se acerca a la barra.
Yo bailo y con mi baile entro en calor de nuevo. Bailo sola, perdida entre chicos y chicas más jóvenes que yo que disfrutan de alguna clase de viaje de instituto.
Echo de menos a Chloé, mi mejor amiga. Me lo paso genial con ella en todas las fiestas, incluso aunque salgamos solas y nos hagamos pasar por universitarias para entrar en los sitios en los que no nos dejan. Espero que Jaime nunca lo sepa, pero siempre prefiero salir con ella antes que con él.
Cierro los ojos dejándome llevar por la música e intentando no pensar en que me pasaré el verano sin saber de mi amiga francesa. La última fiesta en la que estuvimos juntas fue en la de nuestro colegio, la de fin de curso, la misma en la que Blanca se dobló el tobillo con mis tacones. El único consuelo que tengo es pasaré el verano con mis primas, en la costa, y todos saben que las fiestas en la costa son mejores. Estoy deseando ir a casa de mis abuelos.
Mis primas… ¿qué pensarán las gemelas del moreno que he conocido en el barco? A Carla seguro que le encanta y se enamora del aura de misterio que lo envuelve. Blanca diría que no está mal, pero es que ella es menos romántica.
Abro los ojos para buscar a Ivan con la mirada. Lo encuentro en la barra, donde antes. Le da una palmada en el brazo al empleado del barco, como si se conocieran, y coge dos copas para dirigirse hacia mí.
–¿Lo conoces? –pregunto a voz de grito sin darle tiempo a que llegue a mi altura.
–¡¿Qué?!
Pongo los ojos en blanco y me arrimo a su oído. Se me pone el pelo de la nuca de punta cuando su fragancia me cala.
–Digo que si lo conoces.
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El amor no existe hasta que llega
Fiksi Remaja¿Quién no ha soñado con un amor de verano? Todo el mundo lo ha hecho. Para Ángela, por algunos conocida como la hija de Dani y Elena de Cartas para Irene, los amores de verano no existen. Ángela no cree en los amores de verano porque lleva toda la...