Tardamos solo media hora en conseguir borrar el aspecto deprimente y plano que tenía esa habitación para convertirla en algo que me recordaba mucho más a la que compartí en Denver. Era como volver atrás en el tiempo.
Mi madre se había sido la encargada de ir subiendo cada una de las cajas con las que habíamos llenado el coche. Esa mujer siempre tenía la constante necesidad de querer ser quien hiciese lo hiciese todo para asegurarse de que no cometiésemos ningún error. Que no nos dejásemos ninguna caja por subir y por supuesto comprobar que nada se había quedado suelto por el maletero o los asientos de atrás. Lo que yo veía en ella era un claro caso de TOC; Trastorno Obsesivo Compulsivo. Aunque una parte de mi sentía que nunca iba a aceptar que ya no era una niña. Ya no necesitaba ayuda en en cosas como era decorar mi habitación. Ya no tenía diecisiete años, pero ella siempre iba a seguir viendo en mi a la niña distraída y olvidadiza que siempre fui y que en corta medida seguía siendo por más que me molestase admitirlo. Era irónico teniendo en cuenta que cuando tenía que ver con los estudios, mi capacidad de memorizar datos era cuanto menos superior a la media, pero luego era capaz de olvidarme la mochila en clase.
Suspiré reposando las manos sobre mis caderas. Mis ojos se habían perdido observando la pared contra la que se encontraba la cama y no pude evitar sonreír con nostalgia. Ante mi estaba anclado con chinchetas un mural de fotos que resumía mis últimos años y parte de mi infancia. Un collage de recuerdos que contaba fragmentos de mi vida.
Fotos con amigos que me habían acompañado desde el instituto hasta la universidad. Una foto con mis padres de la primera vez que aprendía a montar en bici. Fotos con Joshua... Concretamente una en la que salimos poniendo la peor mueca posible y con la nariz manchada de helado. Esa fue la que provocó que de mis labios escapase una pequeña risa que lentamente se fue apagando. Le iba a echar mucho de menos.
━ ¿A qué viene esa sonrisa jovencita? ━ preguntó mi madre intentando cerrar la puerta con el pie.
Dos cajas ocupaban sus manos privándola de poder usarlas, así que me acerqué para cogerle una de ellas en la que escrito con rotulador podía leerse la palabra "Zapatos" . Si seguía empeñándose en hacerlo todo ella sola iba a acabar con una hernia en la espalda.
El único espacio libre que quedaba era a los pies de la cama, de modo que fue allí donde las acabamos dejando; porque el escritorio seguía invadido por todas la cajas que contenían libros y parte de mi ropa que todavía no había sido puesta en el armario. Era increíble la cantidad de cosas que había estado acumulando en Denver a lo largo de los años. Era una de esas cosas de las que nunca me había dado cuenta hasta que decidí empezar a empaquetarlo todo.
━ ¿Y bien?
Seguramente mi madre esperaba escuchar como respuesta alguna anécdota; algo que hubiese revivido con solo echarle un vistazo a esa foto y en parte fue lo que pasó, pero no fue eso lo que salió de mi boca.
━ Nada... ━ le resté importancia sacando de una de las cajas un par de vaqueros que llevé al armario. ━ Es solo que parte de mí preferiría que papá no hubiese aceptado ese trabajo en Grand Junction. ━ confesé organizándolos entre los otros pantalones que ya reposaban sobre la misma balda.
¿Entretenerme con eso era una excusa para no dirigirle la mirada? Quizá. Sabía que si lo hacía, sobrarían las palabras para darme cuenta de que lo único que estaba consiguiendo era hacerla sentirse mal. Así que intenté arreglarlo de alguna manera.
━ Sé que es una oportunidad increíble el poder estudiar en aquí. Tienen a algunos de lo mejores profesionales del sector impartiendo clase ene estas aulas... Su programa de teoría aplicadas a lo largo de este último año es genial y además Kenberg solo está a pocos kilómetros de distancia de Grand Juction. Pero... ━ doblé unos vaqueros grises que me encantaba y decidí girarme finalmente hacia ella para intentar forzar una sonrisa, pero mis labios solo acabaron siendo presionados en una fina línea. ━ Esto no es lo que quiero... Toda mi vida estaba allí, en Denver. Incluido Josh. ━ murmuré.
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Blinded ©
Teen FictionDicen que el amor es ciego... Que bastan sesenta segundos para ser consumida por sus llamas y acabar siendo esclava de la incertidumbre. Pero nadie me avisó de que esa venda caería lentamente sobre mis ojos y me convertiría en su marioneta. Una que...